CAPÍTULO OCHO

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recordé cuando una vez salte en Bungee y mi corazón se aceleró, mi respiración se entrecorto y mi cuerpo parecía tiritar y a pesar de eso tenía ese sustico rico de adrenalina, sin embargo, esta vez no sentía lo mismo esta vez temía por mi vida y no habría cuerda de resguardo que me detuviera, yo sólo caía hacia el vacío y estaba segura de que mi muerte sería inminente, pedía a Dios que cuidara de mi madre y de Robert, que les diera consuelo ya que no sabría sí podrían soportarlo, también le pedí por mí caída, le pedí que muriera de inmediato y sin dolor, lo único que lamento es no haberle dicho a Alex que me gusta y mucho, que quizás hubiésemos podido amarnos.

Pensé en la vida después de la muerte y esperaba que al menos pudiera conocer a mi padre allí y tal vez no me borraran la memoria como muchos dicen, solo pensé que tal vez vería al pequeño que murió hace algunos días y podría pedirle disculpa por no haberlo ayudado... pensé tantas cosas, sin embargo, nunca pensé morir de esta manera en manos de unos locos que ni siquiera sé por qué en primera instancia me querían matar, ya casi podía ver mí trágico final, apreté muy fuerte mis ojos como si eso pudiera salvarme de mi cruel destino cuando unos fuertes brazos me envolvieron dándome esa seguridad perdida unos momento atrás.

Sentí el calor de mi salvador y un escalofrió que recorrió mi brazo derecho y supe que era él. Él era el que siempre me hacía sentir esa sensación cuando estaba cerca, no sé cómo pudo logarlo pero lo hizo, me salvo de estallar como una sandía al final del precipicio, sentí su respiración agitada y tormentosa, sentí como mis pies se humedecieron con agua, me había bajado y colocado a salvo frente a un mar impetuoso y lo sabía por su olor y el sonido de las olas que estallaban con furia, estaba a salvo toda mojada y aun así me rehusaba a abrir mis ojos, yo me aferraba a mi salvador, no quería soltarlo, aún tenía miedo... porque no sabía si estaba a salvo o era el efecto de haber muerto por el impacto, tenía miedo de abrir mis ojos y encontrarme en el limbo... si sé que es ridículo pero yo nunca he muerto y no sé cómo es morirse, ni como es lo que está al otro lado de la muerte, tampoco sé si por mis acciones vaya al cielo o quizás al infierno, yo sólo me quede allí con mi cabeza hundida en su pecho como si eso era lo único que me protegía y salvaría de mi destino. Paso no sé cuánto tiempo cuando al fin él hablo.

–Ángel, ya puedes abrir tus ojos, estas a salvo– dijo con dulzura, yo aún seguía en su pecho aferrada a él, olía a eucalipto y estaba segura que su aroma no se borraría jamás de mi mente, sería como esos aromas que cuando los hueles te transportan al lugar exacto donde los percibiste recordándote por siempre ese lugar o persona, sabría que la próxima vez que oliera eucalipto lo recordaría. Me arme de valor para afrontar lo desconocido y despegue mi rostro de su pecho abriendo los ojos lentamente.

– ¿Dónde estoy? ¿Acaso estoy muerta?– pregunte dudosamente.

–no lo creo, aún estas respirando y tienes tus uñas clavadas en mi pecho–di un sobresalto

–Disculpa lo siento– dije un poco apenada– es que no todos los días alguien te lanza de un precipicio– le di una media sonrisa

– ¿Estás bien?– preguntó

–sí, gracias a ti. De no haberte aparecido hubiese muerto–

–casi no lo logro– bajo la mirada, mis ojos se abrieron de par en par

– ¿Casi? ¿Por qué dices eso? ¿Qué sucedió con el Ministro, con Archí?– pregunte aterrada.

–no pude terminar con ellos, apenas vi como el idiota te lanzo al vacío, no pude continuar con el Ministro, él se aprovechó de mi descuido y logro escapar, me encontraba entre la espada y la pared o te salvaba o lo perseguía para terminar con él de una vez y para siempre, opte por lo primero y corrí lo más rápido posible no antes de propinarle una paliza al imbécil de Archí–

"PARALELO" Serie Mundos Paralelos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora