XI

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Por ti, Charles

Éramos imposibles. ¿Por qué? Si yo lo deseaba tanto. Te deseaba tanto. Quería tu cariño sólo para mí. Quería que fueras... Mío. Mientras ambos viviéramos. Pero no fue posible. Observé como tus ojos dejaban de brillar. Como tu mano se desenlazaba de la mía. Como tu piel tomaba ese color tan característico de un cadáver. Como toda tu sangre se derramaba por el piso.

No lo noté hasta horas después, cuando tu cuerpo ya estaba frío. Pero en mi mano estaba la pistola que había disparado una bala a tu pecho. Mi mano contenía el arma homicida. Mi cuerpo estaba lleno de tu sangre. Te amaba tanto. Pero ya estás en el pasado, «Pasado, pisado» ¿No? Eso hice yo. Te pisé, una y otra vez, hasta dejar tu rostro irreconocible. Odié ver esa cara de felicidad hasta el último segundo. Sabías que esto pasaría ¿No es así? ¡Maldito! Pudiste haberlo dicho antes, así podríamos pasar más tiempo juntos. Es que te amé como a ningún otro ser humano. ¿Por qué no lo dijiste? «Detente» Eso era todo. Con eso hubiéramos sido felices hasta que nuestros cuerpos estuvieran llenos de gusanos y en una caja de madera. ¡Pero no! Teníamos que jugar a tu manera. Tenías que ser tan obstinado. ¡Bravo! Me has dejado a tus pies, me rindo.

¡Te amo! ¿O te amaba?

¿Debería hablar en presente o pasado?

- Presente diría yo... Sigues loco por ¿O no?

-Eh Vic. ¿Eres tú?

He gritado a la nada y no he obtenido respuesta. Siempre que te hablo, me ignoras. Te veo reflejado en los espejos de la casa, en las ventanas, en los cristales de las lámparas... ¿Por qué me persigues, pero no me hablas? ¡¿Por qué lo haces?!

He tenido suficiente. Iré junto a ti. Si eso es lo que deseas.

- Hey Vic. ¿Quieres que vuelva a tus brazos?

Pequeña InspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora