5 días para PizzaChristmas

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El día anterior no pude pegar ojo con la idea de quien tomó mis cartas. Eve no estaba desayunando con nosotros lo que me hizo pensar que seguro estaría leyendo las notas y si eso pasaba no sabría como volver a mirarla a los ojos, a sus lindos ojos llenos de brillos capaz de cambiar el mundo.

Por otro lado Tomás estaba muy nervioso. No puede ser, si él las leyó qué pensará de mi; seguro me dirá que soy un niñito, no querrá hablar más con alguien que es capaz de escribir notas tristes, después de todo yo siempre trataba de ponerle la mejor cara.

O también podría ser Roció, si ella las leyera se decepcionaría mucho de mí. Seguro pensará que soy un malagradecido, y no volverá a tratarme igual. O pueda que sienta lastima por mí. No. Todo menos lástima, por favor.

Y si la leyó algún otro de los que viven aquí, no me gustaría que nadie las leyera, pero eso solo me pasa por escribirlas. No se que pensé en cuanto las escribí, pero ahora estaba arrepentido. Quien sea que las leyera seguro me odiaría, la mayoría de la gente odia a las personas que odian la navidad. Y en eso yo era el peor de todos.

—Hola Vit —se acercó a mi Luciano y tomo parte del desayuno— ¿En qué piensas?

—En nada, no te molestes —contesté ocultando mis pensamientos.

—Uhm—musito—¿te puedo hacer una pregunta?

—Si

—¿Qué le pediste a Santa? —uso su tono voz dulce, el que tienen todos los niños.

—Nada

—Y entonces porque le escribiste todas esas notas

—¿De qué notas hablas?

—Las notas que escribiste, estaban bajo tu almohada —reveló —.  Ayer Rocío las ha llevado a la oficina postal para que la lleven a la oficina de Santa. ¿No es genial?

De repente todo tuvo sentido, ya no hacía falta buscar más, ya sabía dónde estaban mis cartas. Sentí alivio que no la tuviera ninguno de los que me conocían.

—Creo que lo es. Gracias Luciano—revolví su cabello lacio.

Algunos se preocupan.

Otros se Ocupan.



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