6 días para PizzaChristmas

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Me levanté de la cama y fui corriendo al baño porque sabía que si no lo hacía llegaría tarde. Por suerte el lugar estaba casi vació y pude ir fácil a bañarme sin hacer ninguna fila o pedir turno. Hice el preámbulo que sigue después de levantarte, ese que hace todo el mundo y baje a desayunar unos ricos sándwiches que habían dejado para mí, o eso preferí pensar.

No me di cuenta de más nada y entonces salí corriendo al trabajo.

—Vaya Vitae, pensé que no llegarías a tiempo —me recibió Eve ya vestida

—Lo siento me quede dormido

—Disculpa por no irte a levantar, ya Tomás se había ido y sabes que no puedo entrar a la Habitación de los chicos —ofreció su disculpas. Pero no había nada que disculparle, el que se había quedado dormido era yo.

Cambie mi vestimenta, y volví a hacer de Santa una vez más. Faltaban solo pocos días para dejar de serlo, y me di cuenta que quizás mi jefe nunca considero en buscar un reemplazo.

Estuve recibiendo a los niños una vez más, y hubo que me pregunto cuál era mi dirección exacta para enviarme una carta para que no se me olvidara. Le dije lo típico que del polo norte, el no quedo muy gustoso con la respuesta pero era lo máximo que podía recibir de mí.

Ese hecho se me quedo en la mente, porque ahora tenía la duda de que hacia la oficina de correo con todas esas cartas que envían los niños a Santa. No creo que la envíen, pero se me es muy difícil pensar que las queman o las echan a la basura.

Cuando termine el trabajo, sentía que me había faltado algo por hacer, y recordé que no había escrito mis nota de hoy. Subí rápido las escaleras en cuanto llegué al orfanato. Levante la almohada donde supuestamente debían estar mis notas de días anteriores, y resalto supuestamente porque no estaban.

Desesperado levante el colchón busque debajo de las sabanas y no conseguí nada. Estaba realmente tan preocupado que busqué por todos los sitios que se me fueran accesibles y aun así mis notas seguían desaparecidas.

Pasé toda la noche cabezón con la idea de quien tenía mis cartas y si se había atrevido a leerlas. Decidí no preguntarle a nadie porque entonces me llenaría de vergüenza, si preferían mantener que leyeron mis cartas en anonimato por mi mejor.

Algunos escriben las notas que

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