¡Maldito, Hijo de puta!

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Nuevamente la voz del muchacho se oyó, ¿qué acaso lo torturaría todo el día? Ya no sabía que era peor, si su dolor de cabeza por las constantes preguntas o el aroma a perro mojado que tenía el contrario. Continuó su andar hasta la puerta del establecimiento, siendo interrumpido antes de abrirla por la voz del muchacho. Ya estaba sintiéndose irritado.- ¿Entrarás o me esperarás aquí para seguir con tus preguntas estúpidas luego? -parló con tanto sarcasmo que hasta él mismo sintió rechazo. HyukJae suspiró pesado y abrió la puerta, ingresando al lugar mas deteniéndose cuando la entrada de cristal se cerró sólo para girar hacia al muchacho y hacer una reverencia. Estaba llegando tarde a su entrevista por culpa de ese extrañamente conocido chico.-

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{Maldito hijo de puta ¡¡MALDITO HIJO DE PUTA!!} ¿Que? Le había cagado el día por completo, si ya era una mierda terminó por quedar debajo de ésta, apenas hizo la reverencia con un sonriente rostro alzó su dedo de en medio, se dio la vuelta y se fue del lugar esperando no pensar más, no valía la pena, sólo era un estúpido más que quería reventarle las pelotas y de los pocos que lo logran al punto de ir por la calle y darle con el puño a una pared de concreto puro, no volteó a ver si había roto o algo así, guardo sus manos en los bolsillos de su pantalón sosteniendo entre su brazo aquel bolso que por no ser un regalo de su mejor amigo hubiese tirado, caminó sin mirar a nadie en dirección a su casa, colisionando con quién sabe cuánta gente pero herido no saldría, furioso aún no podía conciliar el buen humor.- Puto pasivo sobre valorado que se creía.

~·~

Luego de aquel momento vivido se dedicó únicamente a ir por su trabajo y, obviamente, su nuevo ingreso de alimentos. Allí estuvo unos cuantos minutos, no muchos, pues conocía por demás cómo convencer a las personas. Luego de ello salió del establecimiento, triunfal, con un trabajo nuevo para sobrevivir un par de décadas. Decidido, se encaminó a la cafetería más cercana, una que estaba no a muchas calles, e ingresó a la misma. Sabía que no podía comer nada, pero quizás un café para aromatizar su día no vendría mal; así fue como pidió su orden y, una vez recibida, se sentó en el único lugar vacío del local.- Ahora sólo queda ir a casa, ducharme y esperar a que anochezca. -Respiró profundo, dejando el aroma suave de su bebida inundara sus fosas nasales.-  Aah~

El reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora