EPILOGO

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Polarie POV:

Ya pasaron los años y por fin llegó el día más esperado, mi boda. Peter y yo decidimos que lo mejor sería esperar un tiempo a que fuéramos más mayores y no casarnos siendo prácticamente unos adolescentes.

Llevaba un hermoso vestido blanco con encaje, el pelo suelto y rizado, un velo largo y hermoso junto a mi corona de Reina de Narnia. Estaba en mi habitación esperando muy nerviosa el momento para salir a caminar hacia el altar. En mis manos llevaba un ramo de rosas y orquídeas blancas que se complementaban muy bien con el vestido, el velo y las joyas de diamantes y la piedra de Luna.

— Ya es hora pequeña, por cierto te ves hermosa. — dijo Eryx entrando por la puerta, yo sonreí.

— Gracias Eryx. Estoy muy nerviosa. — dije mientras caminábamos por los pasillos del castillo hasta llegar a la sala de la ceremonia.

— Tranquila, todo saldrá bien. Además allá dentro te espera una agradable sorpresa. — dijo sonriendo.

— La cual no me dirás, ¿cierto? — pregunté y el negó riendo.

— Wow Larie estás hermosa. — dijo mi hermano llegando a mi lado junto a Susan, Edmund y Lucy. Todos hemos crecido y cambiado un montón.

— Es verdad. — dijeron tres hermanos Pevensie sonriendo.

— Gracias chicos, además vosotros no os quedáis atrás. — dije acercándome a ellos.

— De seguro Peter se queda con la boca abierta. — comentó Ed haciendo reír a todos.

— Mi majestad ya es hora de que entre. — dijo una sirvienta mientras sonreía, yo asentí sonriendo.

Me agarré del brazo de mi hermano y los tres hermanos Pevensie entraron seguidos de Eryx. Miré a mi hermano una vez más y entramos. La sala estaba decorada con flores blancas y muchos adornos brillantes, al final del pasillo se encontraba Peter, que estaba con la boca abierta al verme, y mi padre. Al verlos allí sonreí a más no poder. Llegamos al altar y mi hermano me entregó a Peter, el cual me cogió las manos.

— Estás muy hermosa Larie. — me alagó Peter sonriendo.

— Tú no te quedas atrás Pet. — dije devolviéndole la sonrisa.

— Señoras y señores, estamos aquí para unir en matrimonio a los dos Reyes de Narnia. Rey Peter, el Magnífico, y Reina Polarie, la Leal. — dijo Aslan dando comienzo a la ceremonia.

Al cabo de más o menos media hora ya llegó el momento en el cual Peter y yo pasaremos de ser "novio y novia", a ser "marido y mujer". En este momento estaba muy nerviosa y algo inquieta pero trataba de controlarme para no fastidiarla. Todos se pusieron en pie y Peter y yo nos colocamos delante de todos cogidos de las manos y mirándonos frente en frente.

— Rey Peter Pevensie, ¿quieres recibir a la Reina Polarie Hemmings, como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? — formuló Aslan la gran pregunta.

— Sí, quiero. — respondió Peter mirándome a los ojos mientras me colocaba un hermoso anillo de diamante y pequeñas piedras de Luna.

— Reina Polarie Hemmings, ¿quieres recibir al Rey Peter Pevensie, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? — me hizo la pregunta ahora a mí.

— Sí, quiero. — respondí con una gran sonrisa los ojos azulados de mi ahora esposo mientras le colocaba su anillo plateado.

— Yo ahora los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia. — finalizó Aslan y Peter tomó delicadamente mi rostro y me besó de la manera más hermosa, dulce y tierna posible, todos comenzaron a aplaudir, gritar y silbar. Muchos incluso lloraban, esos eran mi hermano y Edmund, las chicas estaba gritando aplaudiendo y dando pequeños saltitos.

— ¡Hey Larie! — gritó mi hermano haciéndome salir de mis recuerdos.

— ¿Qué quieres? — le pregunté viendo como me miraba.

— Pues que prestaras atención cuando te hablo. — dijo obvio y yo le saqué la lengua haciendo que todos rieran.

Los hermanos Pevensie, mi hermano y yo nos encontrábamos en el bosque persiguiendo un ciervo blanco, el cual si lo atrapabas te concedía un deseo. Yo iba montada en Eryx junto a Peter y los demás iban cada uno en su caballo.

— Oye, ¿y Edmund? — preguntó Susan de repente.

— Volvamos a ver. — dijo Peter y todos volvimos.

— Venga Ed. — le dijo Su.

— Estoy cogiendo aire. — respondió este.

— A este paso es lo único que cogeremos. — le dijo Susan.

— ¿Qué es lo que dijo Larie? — me preguntó Lucy divertida.

— Vosotras esperad en el castillo, yo iré a por el ciervo. — dije intentando imitar su voz y todos comenzamos a reír.

— ¿Qué es eso? — preguntó Luke bajándose de su caballo, al igual que todos. Peter me ayudó a bajar cogiéndome de la cintura para después tomarme de la mano.

— Me resulta familiar. — dijo Peter mirando una farola que estaba envuelta de plantas.

— Vaya... — suspiré admirando la farola donde todo comenzó.

— Parece un sueño. — dijo Susan.

— O el sueño de un sueño. — comentó Lucy.

— Habitación de invitados. — solté yo y miré a Lucy.

Comenzamos a correr hacia un lado seguidas de los demás, que estaban llamándonos. Seguimos avanzando hasta que en vez de ramas habían abrigos, estaba pasando lo mismo que al principio.

— ¡Ay! Ten más cuidado Susan. — dijo Edmund.

— Oye no pisen. — me quejé yo.

— Polarie, me has dado con tu codo en la cabeza. — siguió Luke.

— Luke, no empujes. — se quejó Susan.

— ¡Hey! Eso dolió Peter. — gritó Lucy.

— Oigan no empujen. — respondió Peter.

De pronto aquel camino se acabó y nos tropezamos cayéndonos todos en el suelo de madera de la vieja mansión del Profesor Kirke, ahora volviendo a ser como cuando llegamos a Narnia. La puerta de la habitación se abrió y el profesor Kirke entró con la pelota que los chicos tiraron y rompieron una ventana.

— Oh, estáis aquí. ¿Qué hacíais todos metidos en el armario? — nos preguntó.

— Si se lo contáramos no nos creería Señor. — dijo Peter y el Profesor le lanzó la pelota, la cual Peter atrapó sin problemas.

— Probad a ver. — dijo sonriendo y yo solté una risa.

Ya era de noche, en la cena le contamos toda nuestra aventura en Narnia al Profesor y él nos creyó comenzando a contar la suya cuando estuvo con la abuela Poly.
Todos dormían, así que Lucy y yo nos levantamos de nuestras camas y volvimos al armario, nos acercamos lentamente al armario y lo abrimos.

— No creo que podáis volver por allí. — escuchamos una voz. Al girarnos vimos al Profesor Kirke mirándonos. — ¿Sabéis? Ya lo he intentado yo.

— ¿Podremos volver? — preguntó Lucy y yo miré detenidamente al Profesor.

— Bueno, es posible. Pero sucederá cuando menos lo esperéis. — respondió cogiendo la mano de Lucy y comenzamos a caminar hacia la salida. — No obstante, mantened los ojos bien abiertos.

Y así fue como el armario se abrió una vez más dejando oír el rugido de un león, para después cerrarse tal vez para siempre.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA.


Las Crónicas De Narnia: El León, La Bruja y El ArmarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora