El amor apesta.

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Desperté mire a mi alrededor. Estaba en medio de un bosque oscuro, me levante enseguida sacudiéndome la tierra.

—¡Brett! —Grite llamando al hombre lobo. Me moví hacia la luz, Salí frente a un instituto de bloques azules, mi estómago se revolvió.

Vi a todos esos chicos y chicas llegar con sus padres o amigos, con sonrisas taimadas, por instinto o por estupidez camine hacia su interior. Nadie me veía, tal vez era invisible.

Nadie te puede ver.

La voz de Anteros resonó en mi cabeza, suspire.

Camine en el pasillo principal, en la multitud aviste algo que me dejo de hielo. Una cabellera morada, una chica de ojos grises.

Eileen, era yo.

Esa yo sonreía a un grupo de chicas que estaban contando algo, me acerque para escuchar.

—Adelante, no creo que pase nada malo.—Se rió una.

—¿Tú crees?, me da vergüenza, pero confió en ustedes, después de todo son mis amigas.—Hablo Eileen con una sonrisa y la cara totalmente sonrojada. ¿En serio puedo llegar a verme así de ingenua?

Gruñí con ganas de atravesar a esas estúpidas niñatas con mi espada, este era el día en el que había pasado la peor vergüenza de mi vida, gracias a unos idiotas sentimientos infantiles que no me dejaron más nada que dolor.

Esa Eileen se apresuró a la cafetería. Oh definitivamente no quería ver esto. No la seguí, la vi de lejos. Eileen alcanzo a un chico rubio de ojos azules, le dijo algo en voz alta, la mayoría de personas los miraron, cuando Eileen termino de hablar, el chico sonrió antes de echarse a reír a carcajadas, al igual que las personas a su alrededor.

Me acerque. Tenía mi espada en mi mano, como odiaba a ese tipo.

—Eres totalmente ridícula, solo mírate, nada en ti es normal, ni siquiera tu familia...—Parloteaba Aidan Grey con mucha diversión. Intente atravesar  la espada muchas veces a través de su tórax pero mis intentos eran inútiles. 

—¡Maldición! —Vocifere, todos desaparecieron, respire agitada.

—El amor no correspondido duele. duele el tiempo que desperdiciaste pensando y deseando a esa persona para al final saber que te quedaras con un corazón roto—Anteros Se hizo visible. Lo mire con ira. El sonrió antes de desaparecer de nuevo. Donde había desaparecido se hizo presente otra persona, era Aidan Grey.

—¿Dónde estoy? —Preguntó Mirando a sus alrededores confundido.

—Oh, Aidan, Cariño, ¿No me recuerdas? —Inquirí apretando el mango de la espada con tanta fuerza que mis puños estaban blancos.

—¿Eileen? ¡Tú ahora eres la Delecti! —Exclamó, lo mire sorprendida, si él sabía que era la Delecti, eso significaba que era un ser sobrenatural.

—¿Qué eres? —Inquirí.

—Un humano con dones.—Respondió.—Oye, sobre lo que paso hace años...

—¿Años? ¡Paso hace un maldito año!, además no quiero tus disculpas.

Me acerque peligrosamente a él. El me miro con sus oscuros ojos azules, mentiría si dijera que no sentía algo por el idiota frente a mí.

—Eileen, de verdad lo siento tanto.—Alzó las manos en modo de disculpas. sin pensármelo dos veces lo apuñale en el estómago el callo sobre mi hombro con un quejido, la espada lo atravesó de lado a lado.

—Casi sentí que tus disculpas no fueron sinceras y si lo fueron, no me arrepiento de nada—Susurre, saque la espada y su cuerpo se estampo contra el suelo, por su boca salía sangre, por su estómago y espalda también, casi me sentí mal, casi.

—¡Eileen! ¡No tenías que matarlo! —Se escandalizó Anteros cuando volvió a aparecer y vió el sangriento cuerpo de mi primer amor en el piso.

—Tu no dijiste nada.—Me queje. Anteros se pasó las manos por la cara con exasperación..

—Pensé que llorarías o algo así, ¡no que lo atravesarías con una maldita espada!—Chilló Anteros viendo al tipo muerto. Me encogí de hombros.

—Es culpa tuya.—Comente. Anteros aleteo sus alas de mariposa sobrevolando encima del cuerpo de Aidan.

—Vamos por Brett.—Me jaló. Camine mientras el sobrevolaba al lado mío, entramos en el bosque, salimos a los pocos minutos al otro lado, esta vez había una cueva, las paredes de la cueva parecían estar llenas de piedras preciosas que en su mayoría eran azules. En medio de la cueva había un ataúd rodeado por muchas flores, el ataúd estaba vacío y Brett estaba ahí viéndolo con lastima.  A mi lado paso una chica de aspecto fantasmal, era morena, tenía el cabello negro y los ojos muy brillantes de color azul. Era hermosa, me imagino que era ella Géminis, el amor de Brett.

—Brett.—Hablo la chica colocando su mano en su mejilla. Brett tembló cerrando los ojos, los abrió, sus ojos se veía melancólicos, con una tristeza que siempre mantenía en ellos pero que ocultaba.

Géminis.—Sollozó Brett agarrándola de las muñecas, se veía tan frágil.

Géminis se soltó de agarre de Brett.

—Me siento tan sola.—Se lamentó Géminis. Caminando hacia atrás, mire hacia atrás. Atrás de mí ya no estaba el bosque, había un barranco.

—Llévame contigo.—Brett murmuró siguiéndola, Géminis llego al límite del barranco.

Sentí los brazos de Anteros a mí alrededor como fuertes cadenas.

Géminis dio un paso atrás y callo al vacío, Brett se lanzó enseguida tras ella.

Abrí la boca aterrada.

—¡AHHH, BRETT! —Grite tan fuerte que sentí mi garganta doler. Corrí hacia el barranco cuando Anteros quito sus brazos. Mire hacia abajo, y me tire hacia atrás llorando.

Muchos metros abajo yacía el cuerpo de Brett desparramado, sin vida

—Eileen tienes que regresar—Susurró Anteros.

—¡TU!¡Todo esto es tu culpa! —Me levante tratando de atravesarlo con mi espada justo como a Aidan, pero él era muy rápido.

—Me pareció el precio justo por la información que les tengo.—Se encogió de hombros. Pase mi brazo por mi ojos, la lagrimas seguían saliendo, temblé.

Sentí mi alrededor dar vueltas y caí al piso, mire el piso.

—¡No!¡No!¡NO! —Troné colocándome de pie, frente a mi estaban los demás, estaba de regreso al lugar donde encontramos a Anteros.

—Eileen, ¿Qué paso? —Exigió Nathaniel. Mis labios temblaban, las lágrimas seguían saliendo y tenía ganas de vomitar.

—Brett ha muerto por estúpido.—Anteros habló Me gire enojada, la espada que estaba en mi mano paso a ser una daga y la pase por el pecho de Anteros tan rápido que él no se dio de cuenta hasta que broto Icor, la sangre dorada de los Dioses Griegos.

—¡Púdrete en el maldito tártaro! —Chille apuñalándolo tantas veces como me fue posible. Anteros se desintegro en polvo dorado.

—Ha dejado esto.—Habló Derek, que era el único que permanecía normal, el mostró un vial lleno de un líquido negro.

Nathaniel suspiro pasándose las manos por el cabello, Alyda se quedó inmóvil, Elena estaba llorando a mares susurrando cosas de Brett como que era muy buena persona para morir, Anthony que estaba con nosotros bajo la cabeza con pesadez.

Maldita Géminis, maldita egoísta.


Siete Demonios [Saga Siete # 1][EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora