Capítulo 48.-

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Cameron llevaba casi diez minutos dando vueltas por el salón en el que nos encontrábamos. No quiero que se enfade conmigo, no hoy. Su cara no demostraba ninguna pizca de felicidad, sus ojos se estaban volviendo más oscuros de lo normal y su mandíbula estaba en constante tensión.

¿Qué se dice en estos momentos?

Yo, me encontraba sentada en el sofá con las manos en la cabeza haciéndome una idea de lo que acababa de decir. No me acuerdo cuando ni como, pero mis ojos se habían empezado a empañar impidiéndome ver con claridad. Él era la única persona que sabia esto, ni siquiera me he atrevido a decirle nada a mi madre.

"¿Cuántos años tenias?" pregunto serio. "Respóndeme" levante la cabeza para mirarlo. "Contesta lo que te acabo de preguntar" sorbí por la nariz.

"Yo tenía 15 años" respondí con miedo.

El silencio volvió. Se levanto maldiciendo.

Doy gracias a dios que mis padres no se encuentren ahora mismo en casa. Si no hace rato que mi padre hubiera salido escandalizado de su oficina.

Volví a bajar la cabeza intentando retener todas esas lágrimas que tenia encima.

"¿Alguien más lo sabe?" pregunto y me limite a negar con la cabeza. "¿Por qué no se lo has dicho a nadie?" camino hasta colocarse delante de mí.

"No es fácil" fue lo único que le respondí. "No ha sido fácil" suspire entrecortada.

Sonrío falsamente. Se llevo las manos a la cara y soltó una carcajada, que poco después se convirtieron en malas palabras. Mi labio había empezado a temblar, nunca lo había visto así y me está dando miedo.

"¡Ahh!" grito de rabia y me asusto. "¿Tu sabes la impotencia que siento ahora mismo? Hubiera preferido mil veces a que no me lo dijeras. ¡Joder ______!" me cogió de las manos con fuerza haciendo que lo mirara a la cara. "¿Por qué cojones no me lo habías dicho antes?" pregunto apretando sus manos.

"Cam" comente, me estaba haciendo daño.

"¡Respóndeme joder! ¡No me quieras ver peor!" temblé. "¿Por qué no me lo habías dicho antes?" volvió a preguntar.

"Tenía miedo" confesé.

"¿De quién?" cada vez estaba más enfadado y apretaba más fuerte mis muñecas. "¿De mí?" pregunto bajando el tono, algo apenado.

"No" mentí.

"¿De quién entonces?" pregunto.

"Siempre he tenido la sensación de que me lo iba a volver a encontrar" comenté. "Me llegaban unas cartas, con dinero, con alguna frase que conseguía subirme el ánimo" explique y note como apretaba mucho más sus manos. "Le daba ese dinero a mis padres, siempre con la excusa de que lo había conseguido haciendo cualquier trabajo" note como una lagrima salía. "Nunca lo aceptaron y aun lo guardo" termine.

"¿Quién te las mandaba?" negué con la cabeza llorando.

"No lo sé" solloce.

Me soltó las manos con brusquedad. Mire mis muñecas y estaban rojas, ardía. Empecé acariciarlas con cuidado intentando bajar el escozor que sentía. Sus manos se habían quedado marcadas y no me sentía bien. Me faltaba el aire y quería gritar. Pero algo que aprendí en estos años, es que nadie debe verme llorar, nadie.

Cameron se había vuelto a sentar en el sillón. No me hablaba, ni siquiera me dirigía la mirada, estaba distante, frío. Gire la cabeza despacio y vi como se limpiaba una lagrima de los ojos.

Todo es posible - Cameron Dallas y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora