parte 5 :3

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Natural cerró la puerta de su cuarto azotándola y se tumbo pesadamente en su cama. ¿En qué estaba pensando cuándo la palabra "adorable" salió de su torpe bocaza?

Pues eso. Pensaba en Touya, y, bueno, ¿acaso Touya no era lindo? Sí, lo era. Y el hecho de que Gold, al sacar algo sobre él, dijera "lindo", "adorable" y "parece chica" no ayudaba.

Agarró la almohada que tenía a un lado y la estrujó con todas sus fuerzas, mientras soltaba un suspiro-gruñido. Ahora entraba en un debate contra sí mismo. Ir a la chocolatería esta noche. Si iba, podría ver a Touya trabajar, y eso, raramente, le hacía una estúpida ilusión de colegiala enamorada. Pero Gold también estaría ahí y, eso significaba sacrificio. Gold era un pesado cuando quería y cuando no.

Aventó la almohada hacia una esquina de la cama y salió de ella, para ir a la cocina, en donde había puesto, dentro del congelador, los chocolates que compró. La verdad era que el chocolate nunca le agradó tanto, pero cuando, a manos de Gold, probó las Nanas, le fascinaron y, durante una semana, no comía de postre otra cosa.

Abrió la puerta de la nevera y saco la caja, que estaba helada. Quitó la tapa y tomó una de las pequeñas bolas blancas. La miró durante unos segundos, pensativo. Trayendo un recuerdo desastrozo. Un Touya riendo.

Nervioso, se comió el chocolate rápidamente. Cerró la caja y la puso otra vez en su lugar. "No más Nanas por hoy", pensó.

Iba de nuevo en camino a su habitación cuando tocaron el timbre de la casa. Ladeo los ojos. Lo que menos quería ahora era visitas o vendedores ambulantes.

Abrió la puerta de entrada una vez frente a ella, y al hacerlo, soltó un gruñido.

-Gold- dijo-, ¿qué quieres ahora...? ¿Gold?

Lo miró mejor, la expresión en su cara no era la misma de siempre. Algo andaba mal. Parecía que fuera a llorar.

-Pasa, Gold, y dime que te pasa.

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Se sentía extraño al estar en la casa de Red. Nunca antes había estado allí, sólo conocía la tienda y era todo.

Estaba nervioso, no paraba de golpear el suelo con su pie, y el sonido que podrucía el tacón de su zapato lo ponía aún más nervioso, pero si paraba, su cabeza estallaría.

Red estaba de espaldas a él, cocinando.Tarareaba una canción muy alegremente. No podía voltear a verlo, o también explotaría. Red usaba un delantal para cocinar y lo hacía verse como, le costaba pensar eso y más si tuviera que decirlo, una mujer. O más concretamente, una esposa.

Cuando fue consciente otra vez, había un plato de sopa frente a sus narices y un Red feliz a su lado.

-¿No tienes hambre, Green?- preguntó Red.

-¡N-NO! Gracias por la comida- gritó, sentándose derecho de un salto.

Red sonrió ligeramente. Esa sonrisa le hacía ver bien.

-No es nada- dijo.

Comieron en silencio. Para Red, agradable. Para Green, incómodo. Red ahora estaba otra vez con su delantal, lavando los platos. Se sentía una molestia, no le gustaba no hacer nada.

-Red, ¿puedo ayudarte en algo?- preguntó, nervioso. Había empezado a golpera el piso con su pie otra vez.

Red negó con la cabeza.

-No quiero molestarte con algo tan tonto. Ya casi termino. No te preocupes.

-Vale...

-¿Quieres algo de tomar, Green?- preguntó Red, una vez acabado.

-Por favor.

Red suspiró y pareció decir algo entre dientes cuando abrió la nevera. Green se quedo un poco desconcertado.

-¿Pasa algo?

-Sólo hay latas de cerveza- respondió-. Creo que voy a tener que salir por soda.

-N-no. Una lata está bien.

-¿En serio? No sabía que bebieras.

-Ni tú- dijo. Red rió.

-No son mías. Son de Gold, que a veces se pone a beber.

-¿Es muy problematico, no?

-Bastante.

Red pusó dos latas en la mesa y comenzaron a platicar amenamente.

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-Ya veo- dijo Natural.

Gold se había echado a llorar y no paraba de beber.

-Bueno, Silver es así- confesó-. ¿Has pensado en que decirle, Gold?

Le había contado todo sobre lo que sucedió en la cafetería durante la mañana. La pequeña discusión, como se disculpó y que Silver quería tener una relación con él.

Gold negó con la cabeza y le dió un sorbo a su lata de cerveza.

-No sé que hacer, N, yo... Estoy confundido. No sé lo que siento por él. Ni siquiera me conozco yo.

-Deja de beber, Gold. La depresión y el alcohol no hacen una buena combinación- ordenó-. Además, debes ir a trabajar.

-Aún falta mucho.

-Me da igual, anda, fuera.

-¡Que malooo! ¡No quiero! ¡Obligame!- Gold había empezado un puchero de niño pequeño.

-Llamaré a Silver si a eso te refieres- dijo, sacandó el celular se su bolsillo.

-¡Nooo!

-Entonces fuera- señaló la puerta.

-Bien, me voy. Iré a un maldito bar a desahogarme.

-Has lo que quieras, Gold. Si te violan no es mi problema.

-Pffff, ni que fuera Touya.

-¿Qué?

-¿No te lo conté? Vaya, creí que sí. Bueno, pues hace un día un viejo verde atacó a Touya mientras él estaba solo en la tienda. Estoy seguro que el gordo quería otra cosa de Touya, no sabe defenderse.

-Ya veo...

-Y hablando de Touya, ¿te puedo pedir un favor?

-¿Si lo hago dejarás de joder?

- I promise you.

-Bien, entonces dímelo.

-¿Podrías ir a recoger a Touya del instituto?- pidió Gold, juntando sus manos e inclinando su cabeza.

-¿Qué?

-Bueno, si voy borracho a recogerlo creo que le daría un ataque al corazón.

-¿Así que eres consciente del peligro que eres cuando te pones ebrio?

-No. Pero Touya sí. ¿Lo harás?

Natural se rascó la nuca.

-Qué remedio.

-¡Graaaciaaas! Ven, déjame abrazarte.

-Te golpearé si lo haces.

-Que aburrido. Bueno, see you!

Gold salió corriendo por la puerta y Natural se quedó ahí parado, pensando. Ya no había vuelta atrás, dijo que sí. Volvió a suspirar y se dirigió a su cuarto.

Miró el reloj de la pared. Faltaba todavía mucho tiempo para que Touya saliera, ya que su turno era en la tarde.

Se acostó en la cama y se durmió.

La chocolateria pokemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora