parte 6.. creo :'v

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Gold estaba en el susodicho bar. Nada más entrar, había pedido una docena de copas. Estaba ebrio y se notaba a primera vista. Decía estúpideces, balbuceaba, cantaba y platicaba con entusiasmo con otros borrachos. Y a pesar de todo eso no podía olvidar ni dejar de pensar en lo que Silver le había dicho. ¿Qué era lo que debía decirle? ¿Sí? ¿No?

No lo sabía. Simplemente no lo sabía. ¿Es que acaso Silver era tonto? Tampoco sabía si perdonarlo o no por lo que había hecho con él. Era cierto que se puso al tope de copas esa noche, y Silver también, o eso creía, pero, ¿cómo no lo vio venir?

La garganta se le secó al recordar aquella noche.

-¡Silveee~r, dame otra lataaa!- gritaba Gold.

-Tomala tú, Gold- Silver le dió un sorbo a su cerveza.

-Jooo, ¡andaa! No quiero pararmee~ ¡Por favooo~r!- suplicó.

-¡Vale, vale! Joder- Silver fue hasta la nevera y sacó 2 paquetes más de latas. Las llevo hasta la sala y las colocó en la mesa.

-¡Yeiih!- Gold celebró. Arrancó el cartón que envolvía las latas y agarró una que enseguida abrió para seguir tomando.

-Ya te has acabado todo un paquete, ¿acaso no estás satisfecho?

-¡Nop! ¡Oye, oye! ¡Silver, juguemos!

-¿Qué? ¿Eres un niño?- se burló Silver.

-¡Juguemooooo~s!- gritaba, inflando sus cachetes y moviendo sus pies en un lindo puchero.

-¿Y a qué quieres jugar?- preguntó Silver, sonriente.

Su memoria no daba para más, le dolía la cabeza. Lo que recordaba después de eso era que estaba en la cama de Silver, con éste encima suyo y él jadeando. Eso lo avengonzaba de sobremanera, como Touya se apenaba de cualquiera cosa.

Pidió otra copa. No pararía de beber hasta que el cantinero se negará a servirle otra copa y lo mandará a casa, lo cual casi nunca pasaba en su caso.

-¡Hey, tú!- gritó alguien en el bar. Gold volteo inconscientemente. Pudó ver una figura que se le hacía familiar. Chaparra, gorda.

-¡Es el viejo verde!- Gold rió.

-¿Cómo me has llamado, chiquillo?

-¡Wooooo! En la tienda lucía como un tonto, ¿este es su verdadero yo?- se burló.

-Serás...- aquel señor que había atacado a Touya ahora atacaba a Gold. Lo había tomado de la chamarra y jalado hacia él, apretando en exceso el cuello de Gold.

-¡Suelteme, viejo!- gritó.

-¡Ya verás, mocoso! Tú arruinaste mi plan.

-¿Cuál plan? ¿Conquistar-no, tratar de conquistar a Touya y luego violarselo?- Gold le escupió en la cara. Sonrió torcidamente y se echo a reír- Hasta usted debería saber que eso es imposible.

El viejo regordete le plantó un puñetazo a Gold en la cara, tirandolo al suelo del bar. Una mujer gritó, el cantinero trataba de deter la pelea y los borrachos gritaban "¡pelea, pelea!".

-¡Hoy es tu fin, mocoso estúpido!- volvió a agarrar a Gold. Levantó el puño para golpearle de nuevo pero alguien lo agarró del brazo. Giró el rostro para ver quien lo tomó y recibió, a cambio, un puñetazo. Soltó a Silver, y ambos cayerón al suelo.

-¿Gold, estás bien?- preguntó ese alguien. Abrió los ojos y pudó ver una cabellera semi-larga y roja.

-Silver...- susurró.

-¿Estás bien?- volvió a preguntar.

-Sí. Sólo me duele la cabeza y donde aquel viejo me pegó- respondió. Estaba débil.

-Te llevaré a casa- dijo.

Silver cargó a Gold en sus brazos y salieron del bar, no sin antes pagar todas las copas que pidió Gold.

-Silver... Bajame- susurró. No tenía fuerzas ni para hablar.

-No. Estoy seguro que no puedes ni caminar por las copas de más que traes en la cabeza. Te llevaré a casa y dormirás.

Era vergonzoso el que Silver lo cargará de esa manera, como una princesa, y, aunque fuera poca, la gente que estaba en la calle, al verlos pasar, susurraban o reían. Esto hizo que se sonrojara.

Su cabeza empezó a dar vueltas. Se estaba mareando y sentía nauseas. Se aferró inconscientemente a Silver, poniendo sus manos en el pecho del contrario. No quería ir a su casa. Red lo regañaria por beber de más y Touya... Bueno, Touya de pondría histerico. Lo que iba a pedir marcaría todo.

-Silver, llevame a tu casa.

-¿Eh? ¿Estás loco? Red y Touya se preocuparan por ti.

-Luego les diré la verdad, pero, por favor- lo miró a los ojos. Silver pudó sentir como alguien le clavaba una estaca en el corazón-, llevame a tu casa.

-Está bien. Pero dirás la verdad.

-Sí- dijo, y no sabía el por qué, sonriendo.

La chocolateria pokemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora