Capitulo 13

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Al fin suena la campana y todos salen desesperados de la sala.
Florencia sale tranquila y espera a su madre a las entradas del instituto, la cual deseaba que llegara rápido porque hacía mucho calor, el sol pegaba con todos sus rayos y ninguna nube aparecía, el cielo estaba totalmente despejado.
-Y... ¿Cómo te fue con el profesor?- pregunta Klaus, apareciendo por detrás de Florencia.
-Eres un maldito.- dice intentando de sonar enojada, pero no le funciona mucho.
-Aaahh... Y ahora estas enojada, bueno.- y desaparece de ahí.
Llega la madre de Florencia al instituto en auto, se estaciona y la espera.
-Hola madre.- saluda Florencia subiéndose al auto.
-Hola Flo. ¿Cómo te fue?- pregunta ella.
-Bien, uno de los mejores días...- suspira.
-Toma, arréglate un poco.- la interrumpe su madre y le pasa un estuche con cosas para maquillarse.
-¿Para qué?- pregunta Florencia abriéndolo y comenzando a arreglarse un poco.
Su madre no le responde y la mira con una cara misteriosa. Florencia se comienza arreglar un poco y cuando termina cierra el estuche y lo deja encima de sus piernas.
Al llegar a la entrada de su casa ve un auto desconocido, descapotable, negro y muy lindo. Al lado de este auto se encontraba un chico de espaldas que no se le lograba ver la cara.
Florencia se baja del auto y pregunta.
-¿Thomas...?-
El hombre se da vuelta y en sus brazos tenia una docena de rosas rojas...
-¡Thomas!- exclama Florencia muy contenta y corre a abrazarlo.
Él con una mano sostiene las rosas y con la otra abraza a su chica.
-¿Me acompañas?- pregunta Thomas.
La madre de Florencia se baja del auto, sostiene las rosas y le dice a Florencia.
-Acompáñalo, y cuídate.-
La madre se fue con las rosas y Florencia se subió al auto con Thomas.
Thomas iba acelerando y Florencia con una mano afuera del auto haciendo olas.
-¿Tienes auxiliar?- pregunta interesada Florencia.
-Si, mira...- Thomas saca el cable y lo enchufa.
Florencia pone una canción muy linda y Thomas aprieta un botón que hace que el techo desaparezca.
Florencia sube los brazos y el aire le llega de choque a las manos.
Thomas cantaba la canción de memoria y Florencia empezó a cantar también. Pero cuando ella partió cantando, Thomas dejó de hacerlo y la escucho, era la voz más linda que jamás haya oído.
No le quizo decir nada para no cohibirla, pero esa chica cada vez lo enamoraba más, su voz, su sonrisa, sus ojos... Para él ella era perfecta.
Florencia tímidamente se paró del asiento, el viento le llegaba a la cara, levanto sus brazos y empezó a cantar y todo esto lo hacía con una sonrisa en su cara, se notaba que estaba feliz.
Thomas le da la mano y ella se sienta.
-Ven, dame un beso.- le pide Thomas manejando.
-En la mejilla...- dice ella acercándose a su mejilla.
Pero Thomas es rápido, voltea su cabeza y le da un beso en los labios.
-¡Hey! Fresco.- grita Florencia riendo.
-Tenía que arriesgarme...- declara y le sonríe.
Llegan al mismo campo en el cuál anduvieron a caballo.
Se bajan del auto y Thomas saca del maletero un bolso.
-Toma Flo, para que te cambies.- dice pasándoselo.
-¿Qué es?- pregunta tomándolo.
-Tu madre me lo pasó, porque no puedes estar con uniforme todo el día.- responde el sonando muy obvio.
-Y... ¿Dónde me cambio?-
-Ven...-
Entran al establo donde estaban las pesebreras de todos los caballos, y ahí se encontraban los mismos dos caballos que habían usado la otra vez, solo que ahora ambos estaban con las monturas y riendas puestas.
-¿Puedes cambiarte aquí?- le cuestiona Thomas abriendo una pesebrera.- Es que no hay otro lugar, a no ser que quieras cambiarte en el auto.-
-No, tranquilo. Aquí está bien.-
Entra a la pesebrera, todo es de madera, con fardo en el suelo y un balde con agua donde el caballo que alguna vez se encontró ahí, bebió de éste.
Florencia abrió la mochila dándole la espalda a la puerta de entrada, la cual cerró al entrar.
Thomas la vio como entró y cegó la puerta, pero de algo no se dio cuenta Florencia, y era de que se podía ver entremedio de las tablas que formaban las paredes de la pesebrera.
Ella se sacó la blusa del colegio quedando en sostenes, que eran de color rosado pastel, un color tranquilo. Al sacarse la se da vuelta para dejarla dentro del bolso y sacar la otra blusa, y al hacer esto se da cuenta que se podía ver entre las tablas pero Thomas no la estaba observando, estaba de espalda.
Entonces se da vuelta de nuevo y se saca la falda, sin ponerse la blusa aún. Empieza a buscar en el bolso pantalones pero lo único que logro encontrar fueron unos shorts, cuando se los comienza a poner se desequilibra y se clava algo en el pie, pero suavemente.
-Auch- se queja, cuando pasa esto.
Thomas se da vuelta pensando en que enserio le había pasado algo, pero se encontró con un cuerpo perfecto, no la podía dejar de mirar, hasta que ella se da vuelta para dejar la falda en el bolso y él rápidamente se pone de espaldas sin que la chica de sostenes rosados se diese cuenta.
Finalmente sale, Thomas la ve, Florencia usaba unos shorts blancos con una camiseta gris un poco justa, si levantaba los brazos su estomago salía al aire.
-Mi pregunta es ¿En que estaba pensando mi mamá cuando me puso shorts en el bolso? ¿Si vamos a andar a caballo? ¿O no?- todas esas preguntas las hizo rápidamente.
-Si se puede andar a caballo con shorts, solo que vas a quedar un poco cochina... Pero te presto polainas.- dice él riendo un poco, por todo lo que decía la chica.
-Bueno... Por favor.- se lo pide tímidamente.
Él las va a sacar de adentro de una de las pesebreras y se las pasa.
Florencia se las empezó a poner, Thomas le iba ofrecer ayuda pero se quedó mirándola, lo linda que era.
Con los shorts se le notaban sus piernas flacas y un trasero un tanto levantado, y con la camisa si levantaba un poco los brazos se le veían sus abdominales, "Para ser una chica tímida tiene un buen cuerpo" pensaba Thomas.
-Gracias por las polainas...- agradece Florencia tímidamente.
Ella pensaba en pedirle un chaleco o algo para taparse un poco, pero se sentiría mal si lo hacía por mandarlo tanto.
-¿Vamos?- preguntó Thomas.
-Bueno...-
Se suben ambos a los caballos y parten...

Su recorrido fue diferente al de la otra vez, llegaron a otro lugar. Pero hicieron lo mismo amarrar los caballos en un árbol. Y caminar.
No se escuchaba nada, ningún río, solo los pájaros que cantaban.
Llegaron a una especie de roca que tuvieron que escalar, y al llegar arriba había un mantel en el suelo, que encima tenía jugos y sándwiches. Y si uno se asomaba y veía de la roca hacia abajo había una laguna de agua cristalina, habían unos tres metros de la parte de arriba de la roca al agua, con puros árboles al rededor.
-¿Y te gusta?- pregunta Thomas abrazando a Florencia por detrás.
-Me encanta...- ella seguía impresionada que apenas reaccionaba.
Todo era tan lindo, y el chico que la abrazaba era lo mejor que Florencia creía tener.
-¿Te puedo preguntar algo?.- cuestiona Thomas, dando vuelta a la chica que tenía en sus brazos, quedando de frente.
-Dime...-
El chico pega su boca a la oreja de Florencia, y suavemente le pregunta.
-¿Quieres ser mi novia?-

~1616~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora