Entre la espada y la pared ... así se sentía Shinichi Kudo en aquellos momentos. Esa frase hecha tan conocida por todos definía a la perfección la situación de Shiho y Shinichi, más ahora que nunca. La advertencia de Carpano aquella noche no había hecho más que alertar al detective adolescente. Las preguntas sin respuesta no lo dejaban pensar con claridad, y Shiho estaba comenzando a notarlo.
El chico se había vuelto demasiado sobreprotector con ella y sobretodo cuando aquel extraño compañero de clase llamado Adachi Yamamoto se encontraba cerca de ellos.
De vez en cuando, Kudo sentía su penetrante mirada clavada en su espalda, sin dejarlo tranquilo, activando esa señal de alarma instalada permanentemente en su cabeza que siempre lo alertaba de cualquier peligro.
Pero en aquella ocasión era diferente. Era una sensación de peligro distinta. Por ahora, Carpano no había dado señales de querer acabar con la vida de Shiho, y debía haber algún motivo. Es más, ¿era él el único miembro de la organización que sabía que estaban vivos, o tenía tanto poder dentro de ella que nadie se atrevería a mover un dedo hasta que Carpano se lo ordenase?
La sensación de impotencia lo estaba matando. Saber que en cualquier momento a aquel odioso chico podrían cruzársele los cables no lo dejaba pensar con toda la lucidez que necesitaría en aquellos instantes. Cada vez que miraba a su novia sentía que podría ser la última. Cada despedida en casa del profesor Agasa era una pequeña muerte más, cada vez más dolorosa, y lo peor es que estaba solo. No podía contarle a Shiho la verdad, sabría que faltó a su confianza, a su promesa de no involucrarse en el caso.
Pero él era un detective, ¿cómo demonios podía pedirle que no investigara?
Hacía unos días que había hablado con Jodie, y le prometió proteger a la joven con su vida, pero eso no era suficiente. Shinichi necesitaba sentirse útil para proteger a su amada y el simple pensamiento de poder llegar a perderla algún día generaba lágrimas internas que debía ocultar con una gran sonrisa para no preocuparle.
"Pero esto es demasiado..." pensó él mientras volvía a casa tras dejarla a ella en la del profesor.
Demasiada presión que soportar sobre sus hombros, demasiado peligro que amenazaba con estallar en cualquier momento, y al mismo tiempo demasiada tranquilidad aparente en su entorno para la situación en que se encontraban.
Por ello, en secreto Shinichi iba todos los días a casa de Jodie para reunirse con ella, Akai y el señor Black. Debían idear un plan, adelantarse al enemigo. Eran conscientes de que Shiho era el principal objetivo y que dejarla sin seguridad alguna en casa del profesor era literalmente entregarla al enemigo. La vigilancia secreta había aumentado por los alrededores del nunca más pacífico barrio Beika, e incluso la CIA se había unido a la causa. Todo para proteger a aquella peculiar y misteriosa chica llamada traidora...
Cuando Shinichi iba a abrir la verja de su casa, su móvil sonó.
- ¿Jodie-sensei?
- Hola Kudo-kun. Necesito hablar contigo, es sobre "él". He encontrado una pista que podría sernos de utilidad para el caso.
- ¿De qué se trata?
- Mejor ven a mi casa. Allí estaremos seguros de que no nos están observando.
Extrañado, Kudo colgó y se dirigió al lugar que la mujer le había indicado, sin darse cuenta de que una oscura sombra lo vigilaba desde la distancia.
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Hooola. Tal y como prometí, aquí está la conti. He tardado un poquillo en subirla pero en mi defensa diré que necesitaba un poco de tiempo para reorganizarme las ideas. También dije lo que dije: voy a priorizar el otro fic, pues la trama es bastante más compleja y tengo las ideas más claras.
Todo dicho, nos vemos pronto;)