Déjame ser tu vela.

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Olvidemos la calma, la prisa, el silencio y el ruido y dediquemos nuestro tiempo a escuchar, a escuchar todo aquello que ignoramos cuando estamos ocupados, o dormidos o aturdidos, solo nos hace falta escuchar.
Y hoy os hablo yo, no mi insomnio.
Me encuentro como una idiota mirando la llama de una vela azul, viendo como minuto tras minuto la cera se funde y la mecha encendida hace mover la llama con ayuda del viento, y esque de eso se trata, de prestar atención a esas pequeñas cosas que se la merecen toda.
Soy una cosa pequeña, pequeña y sola. Y estoy aturdida, ocupada y dormida, me gusta la clama y vivo en constante prisa teniendo como banda sonora de mi vida el ruido, pasando por alto los silencios.
Soy pequeña y sigo sola y la gente me ignora porque no soy suficiente para captar la atención de nadie, o mejor dicho, de nadie que no sea como yo.
Alguien que preste atención a la llama de una vela y le de la importancia que yo le doy a algo tan insignificante e indiferente, pero se la doy.
Déjame ser tu llama, o tu vela o tus silencios, pero demuéstrame que me ves, demuéstrame que me escuchas.
Yo sí te veo a ti, y te escucho cada noche a partir de las doce.
Eres ese pequeño orden en mitad del desastre de mi vida que no quiero que desaparezca, así que no lo hagas.
Quédate y escúchame, y te prometo que me vas a oír, como yo te he oído a ti.

Vacío inexistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora