Nunca fue fácil.

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Decirte adiós nunca fue fácil.
Eras mi punto débil, y aunque me cueste aceptarlo, después de tantos años lo sigues siendo.
Sin darte cuenta me cambiaste de todas las formas cambiantes posibles, me hiciste creer en el amor y el la parte del "no correspondido". Me viste y te ví, pero ambos vimos cosas distintas, tú un hombro en el que llorar y yo a alguien a quien querer con locura.

Buscábamos cosas distintas, qué la vamos a hacer.

Decirte adiós nunca fue fácil, y tú no te haces a la idea de lo difícil que me fue intentar olvidarme de ti.
Meterme en la cabeza que esto era imposible y que tenía que dejarte ir, alejarme y no volver a verte, pero mis ganas de ti me podían. Me pasaba las noches soñándote y pidiéndote en cada vela que soplaba el día de mi cumpleaños.
Pero aquella vela no me escuchó, no te llevó conmigo y al fin me he dado cuenta de que por mil velas que sople, la llama nunca será suficiente para cambiar tus ojos, ni la forma en la que solíamos vernos. Y es por eso por lo que tú seguirás viendo en mi un hombro en el que llorar y yo me perderé en tus ojos, aquellos en los que jamás me encontré.

Vacío inexistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora