Amor, o pena, o tristeza.

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El amor no es amor si no merece la pena, y la pena no es amor si no abarca la tristeza, aquella que alguna vez fue pena sufrida por amor.

Cambiaste los cafés a media tarde por las noches de alcohol y nuestras miradas intesas por mis lágrimas, pero solo las mías.
Creí haberte hecho entender que te quería, que mi amor se llevaba bien com mi pena y compartía la parte fría de la almohada con mi tristeza, pero no.
La pena ganó al amor triste, al amor indefenso, al amor valioso y al amor real, al nuestro.
Tú eras mi amor triste, mis noches de sofá y mis mañanas de no salir de nuestas sábanas, y digo nuestras porque en algún momento de este desorden hubo un plural, un nosotros, un amor que era pena porqué abarcaba la tristeza, aquella que te llevaste en primavera.

Vacío inexistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora