CAPÍTULO 3: ¡Estos ángeles están locos!

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-¿Qué quieres ahora, imbécil? -me giré comprobando que junto a Nathan estaban Derek y dos chicos más a los que no conocía.

-¿Esas son maneras de hablarle a tu hermanito mayor?

-Tu no eres mi hermano... - Aaron y Ethan miraban la situación sin comprender absolutamente nada.

-Acompañame.

-¿Qué te has creído? Tu no me mandas. -el chico me miró con una media sonrisa realmente arrogante -a d-donde quieres que te acompañe.

-Tu ven y no protestes, ¿acaso no te fias de mí?
-su media sonrisa se hizo más amplia.

-¿Hace falta que te conteste a eso? -dije irónico.

El ángel comenzó a andar en dirección contraria a las escaleras y yo, por alguna razón que desconocía, lo seguí.

No entendía por qué le estaba haciendo caso, quizás fuese curiosidad por ver lo que quería, o tal vez miedo de lo que me pudiese hacer. Irónico: el hijo de Satán teniendo miedo a un ángel.

Comenzamos a recorrer los pasillos y a subir escaleras sin cruzar palabra. ¿Dónde me llevaba? Este chico era todo un misterio para mí. Después de andar por todos los pasillos del instituto llegamos a la cuarta planta.

-Entra. -señaló la puerta de los baños.

-Tu primero...

-¿Qué pasa, crees que voy a encerrarte o algo así? -me quedé mirándolo en forma de afirmación.

-Las damas primero, ¿no?- El rubio me fulminó con la mirada y entró en el baño.

-¿Contento? -le mostré una amplia sonrisa de satisfacción a lo que él respondió poniendo los ojos en blanco.

Entré rápidamente y cerré la puerta tras de mí. ¿Qué hacíamos allí? ¿Qué es lo que quería? Mil respuestas pasaron por mi cabeza, pero ninguna respondía a mis preguntas. La duda y el miedo me carcomían por dentro. Cada segundo que pasaba se me hacía más largo y la mirada del rubio se clavaba en mi sin decir palabra.

*NATHAN*

Al entrar en los baños el diablo cerró la puerta y se colocó frente a mí esperando una explicación. El chico parecía tenso, demasiado para ser un diablo, se suponía que ellos son los malos de la historia, ¿por qué tenía tanto miedo?

-¿A qué le temes? -el chico me miró confuso.

-¿C-cómo?

-¿Por qué me tienes miedo?

-¿Yo? ¿Miedo a ti? -el chico comenzó a reír nervioso -Vale, sí. -me quedé mirándolo en busca de una explicación. -¡Me dijiste que me estarías vigilando! ¡Me amenazaste! ¿¡Cómo quieres que no tenga miedo!?

-¡No grites! -me abalancé sobre él tapándole la boca con la mano. -¿Acaso creiste que iba a malgastar mi tiempo persiguiendo a un simple diablucho? -apreté aún más mi mano contra su boca y me acerqué a él. -Estoy aquí para algo más importante, busco al hijo del Ángel Caído -En ese momento el chico dejo de forcejear. Acerqué mi boca a su oído para susurrarle. -Y te necesito a ti para encontrarle. -El rostro del diablo palideció, sacándome una sonrisa de satisfacción. -Tu sabes quien es, ¿verdad? -destapé su boca para que pudiese contestar.

-N-no tengo n-ni idea de que me hablas...

-Los dos sabemos perfectamente de lo que hablo. -agarré al diablo del cuello aprisionándolo contra la pared -Respóndeme y saldrás ileso de aquí.

-Te he dicho que no lo sé -sus frías manos agarraron mis muñecas intentando liberarse mientras que sus ojos cobraban un rojo carmesí que aterraba.

Entre el Cielo y el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora