Capítulo de muestra. Libro disponible en Amazon.
Capítulo 3
«Su voz era música que acariciaba mis oídos y embriagaba mis sentidos. Era como la vida y la muerte. Era la luz y la oscuridad. Era la calidez misma y el frío recio. Era lo dulce y lo amargo. Era confiado y suspicaz. Era como el paraíso y, sí, también era como el infierno».
Una semana después de recibir la carta de admisión a la academia, las clases iniciaban, lo que significaba vería otra vez al profesor Hawthorne.
Si de por sí no podía quitármelo de la cabeza, porque cada vez que cerraba los ojos veía los suyos de ese azul profundo, y mi mente recreaba la escena de nuestro primer casi—beso, estar a unos metros de él para ser su alumna resultaba mucho más inoportuno.
Por segunda vez llegaba tarde a la academia. Esa vez no fue mi culpa... Al menos no del todo.
Mi madre dijo que Daniel —mi hermano— me había enviado un regalo que, imaginaba él, me haría falta. Era una bicicleta.
Salía a dar vueltas por las calles cercanas a mi nueva casa, también volví dos veces a la plazoleta donde John casi me besó para luego dejarme sola.
Lentamente me ubicaba mejor en la ciudad.
No obstante, la academia quedaba bastante apartada de mi casa, lo que significaba debía usar un mapa. Hubiese utilizado un GPS si mi teléfono móvil tuviese uno, pero a falta de este, el papel que me vendió la señora de un negocio me bastaba para poder ubicarme.
El accidente ocurrió cuando quise cruzar una calle y un sujeto que conducía su impecable automóvil se adelantó y casi me chocó. Por fortuna no me hizo nada, pero él no se interesó en mí, sino en su preciado vehículo que sufrió un pequeño rasguño por parte de mi bicicleta.
Debí darle algunos datos para pagar la reparación o lo que fuese necesario. Y ni siquiera tenía dinero.
Fue esa la justificación que le di a la recepcionista de la academia cuando no me quiso dejar ingresar por llegar tarde.
—Usted debe cumplir un horario. Si pretende que no la deje registrada solo porque ha sufrido un pequeño accidente en esa... —observó despectivamente por el ventanal mi bicicleta que permanecía encadenada fuera del recinto, para que nadie la robara— cosa, está equivocada.
—No ha sido mi culpa. Yo no soy responsable de que ese señor no haya visto que estaba en rojo —intenté hacerle entender.
—Y yo no soy culpable de que usted haya llegado tarde otra vez. Señorita Dumont, si vuelve a llegar atrasada deberá tener una reunión con su profesor correspondiente. Está registrada. Puede ingresar.
Le dediqué una mirada molesta y volví a tomar mi mochila para dirigirme a la sala.
La academia de música constaba de varias clases, la mayoría obligatorias. Canto, instrumentos —algunos de los cuales no sabía utilizar—, historia musical, y la única razón por la que yo llegué ahí: el piano.
Vi la hoja que llevaba en el bolsillo para orientarme y saber en qué sala correspondía la clase.
A medida que avanzaba, escuchaba murmullos y risas.
Llegué al aula, abrí la puerta y todo quedó en silencio.
El resto me observaba como si fuese un bicho raro. Pensé que tenía algo en mi rostro o ropa, o que estaba haciendo el ridículo de alguna forma que no entendía.
—Llegó la becada. —Escuché que dijo una chica. Luego más murmullos y risas.
Dejé mi mochila en un asiento y me senté ignorando al resto.
ESTÁS LEYENDO
Inolvidable ©
Romance"Era libre, como la brisa de verano, sin embargo él se sentía prisionero de esa libertad. Cálido, como los rayos de sol, aunque vivía con frío incluso los días más ardientes. Amable, como le enseñaron a ser por cortesía desde pequeño, solo que con c...