Capítulo 23
«Hoy lo entiendo de una manera más clara. Hay personas que se enamoran de forma pasajera, y personas que se enamoran para envejecer juntos. Hay amores destinados al fracaso, y otros amores eternos destinados a la grandeza. Amores tan intensos que pareciera casi una fantasía sentirlo, y otros que nunca pudieron saber si realmente era amor. Pero nosotros..., nosotros no fuimos destinados a envejecer juntos, no, eso queda para el resto. Nosotros fuimos destinados a más. Existe un nivel de amor tan extremo en el que el tiempo no es más que las manecillas del reloj girando y girando, y en el que las almas se encuentran, se entrelazan, convirtiéndose casi en una sola; así, cuando uno de los dos sentía algo, el otro también lo hacía. Nuestras almas se transformaron en una rebosada de afecto sincero, cariño hasta un nivel inimaginable, tanto que encontramos la felicidad sin percatarnos de ello. Nosotros, como una vez dijiste, fuimos destinados a más..., mucho más».
Era lunes por la noche, mi madre estaba de turno en el hospital, John me había invitado a cenar a su casa para charlar un rato. Cuando me explicó mejor de qué iba todo el asunto de haber renunciado, también me dijo que él no quería seguir trabajando en academias, que ya estaba cansado y no lo necesitaba, e iba a dedicar su tiempo a dar clases particulares.
—¿Clases particulares? —murmuré con los ojos entrecerrados.
—No estaría mal, así podría tener un horario flexible, no debería estar rellenando papeles ni soportando voces chillonas de secretarias malhumoradas. —Dibujó una media sonrisa desde su puesto, volviendo su atención a su plato de comida.
—¿Y si debes darle clases a una chica más linda que yo?
Alzó las cejas.
—¿Estarías celosa, Amanda?
—Pues, considerando que eres peligrosamente atractivo y llamas la atención de todas las chicas al pasar por el lado, sí, John, sí estaría muy celosa de que le dieras clases particulares a una mujer.
Solo rió ante mi pequeña escena de novia obsesiva, pero no fue necesario seguir discutiendo, ambos sabíamos en el fondo que los celos eran absurdos.
Para el postre, mientras yo disfrutaba el maravilloso placer de sentir el dulce chocolate en mis papilas gustativas, él me habló con calma acerca de las otras opciones que tenía a mi favor.
—Los certificados de que aprobaste tus primeras clases están listos. Sé que luego de todo esto te has formado una fama... errónea; ambos, de hecho. Y me gustaría que consideraras entrar a otra academia. Hay muchas más. Así nadie sabría del incidente que ocurrió en la academia Fitzcharles. Conocerías más gente, y tal vez tengas más posibilidades de surgir. Los dos sabemos que la academia solo otorga oportunidades a quienes tienen un bolsillo más adinerado, y es cansador ver cómo adolescentes con talento se pierden solo por no tener el dinero suficiente.
—¿Una nueva academia? —repetí—. Debería volver a dar audiciones y todo eso, postular a becas y luego compatibilizar mis horarios con los turnos del café. —Suspiré enfocando mi vista en el chocolate—. Aunque dudo que quien me vaya a evaluar sea tan implacable y amargado como el último que lo hizo. —Vi de reojo a John con una pequeña sonrisa.
—Olvidaste decir majestuoso.
—No, olvidé decir egocéntrico. —Reí con discreción saboreando el postre antes de responder—: Lo pensaré. Solo dame tiempo.
—Por supuesto, sea cual sea tu decisión, te apoyaré.
Luego me preguntó qué iba a hacer en mis vacaciones, le respondí que no tenía nada planeado, pero que si surgía algo, mi mente estaba abierta a ello. Él propuso hacer un viaje, al menos para que yo conociera un poco más, solo si lo deseaba.
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Inolvidable ©
Romance"Era libre, como la brisa de verano, sin embargo él se sentía prisionero de esa libertad. Cálido, como los rayos de sol, aunque vivía con frío incluso los días más ardientes. Amable, como le enseñaron a ser por cortesía desde pequeño, solo que con c...