Capítulo de muestra
Capítulo 2
«Era oscuro, como la noche sin estrellas ni luna. Vacío, como un abismo sin fin del cual sabes nunca habrá una salida porque te consumirá por siempre. Misterioso, como el enigma de la vida que nunca tuvo respuesta. Inteligente, tanto así que muchas veces me sentía ignorante a su lado. Y silencioso. Sin embargo, un día entendí que no importaba el hecho de que nunca hablase con palabras, porque estas eran las melodías que tocaba cuando pensaba estar solo, gritando de alguna forma todo lo que su voz no podía gritar, desahogándose con música, su música. Sus manos se habían convertido en su boca, y el piano en su voz».
Dos semanas después de la audición, seguía sin acostumbrarme por completo a esa ciudad. Era demasiado grande, la gente seguía pareciéndome indiferente muchas veces. El individualismo era a lo que todos apelaban ahí, y yo no podía quedarme viviendo en el pasado si eso conllevaba evitar mirar el presente y el futuro.
Debí acostumbrarme rápidamente a no ser demasiado sensible con los comentarios duros e inflexibles, porque no había otra opción. No me quedaría llorando ni sería la chica que no tuvo el valor suficiente para seguir sus sueños solo porque en todos lados las personas eran demasiado frías para la vida que yo acostumbraba llevar.
Incluso parecía que con el invierno ese frío afectaba más a la gente.
Mis vecinos parecían buenas personas pero nunca los vi sonreír. Un día quise ir al centro comercial para comprar un poco de ropa porque a mi madre le habían pagado, y me perdí por lo grande que era. Le pedí indicaciones a un sujeto y, además de mirarme como si fuese estúpida, farfulló la dirección con mala cara.
Quizás eran cosas banales que a mí me afectaban más porque me hacían percatar de la forma en que el mundo es en realidad. Mi familia siempre fue muy cariñosa, unida en todo momento... La muerte de mi padre fue el quiebre de todo eso.
Mi madre consiguió empleo como enfermera, solo la veía en las noches cuando acababa sus turnos o una hora al día, cuando no estaba descansando o durmiendo en su habitación. Mi hermano David se quedó en Francia. Mi otro hermano, Daniel, en Leeds con su novia. Y yo, que hasta ese momento no había conseguido grandes logros, me lo pasaba encerrada en casa o yendo a recorrer las calles para tener un mejor sentido de orientación.
—Ha llegado el correo, ¿lo revisaste?
—¿Para qué? De seguro son para ti —bufé cambiando la página.
—Aquí dice que hay uno de la academia...
Me levanté del sofá de un brinco y corrí al umbral de la puerta, justo donde mi madre revisaba la correspondencia. Tendió la carta y esperó a que la abriera.
—De seguro te han aceptado. —Sonrió.
Lo pensé unos segundos antes de abrirla, entonces imaginé que no me habían aceptado. No había posibilidades, John Hawthorne me odiaba, nunca hubiese aceptado mi admisión en la academia.
Tomé la carta con mis dedos temblorosos, suspiré antes de abrirla y leerla, y sentí mi corazón detenerse.
—Estoy dentro —mascullé sin poder creerlo.
—¡Lo sabía, Amanda! ¡Felicidades! —Me estrechó entre sus brazos como hacía antes cuando éramos más unidas—. Esto habrá que festejarlo de alguna forma, ¿qué quieres para cenar?
—Tarta de milhojas estaría bien...
—De acuerdo, iré a ver si hay lo necesario...
Salió del salón principal dejándome sola junto a mi alegría y orgullo.
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Inolvidable ©
Romansa"Era libre, como la brisa de verano, sin embargo él se sentía prisionero de esa libertad. Cálido, como los rayos de sol, aunque vivía con frío incluso los días más ardientes. Amable, como le enseñaron a ser por cortesía desde pequeño, solo que con c...