capitulo 38 (hoy mismo)

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A pesar de todo pronóstico duermo demasiado. Cuando me despierto son las tres de la tarde y mi cuerpo aún se siente cansado y pesado, como si hubiera corrido un maratón de dos días seguidos. Es angustiante y mis ojos hinchados me lo confirman, llore dormida. Me meto a la ducha y dejo que el agua se lleve parte de mis pesares. Me pongo unos leggins azules y una blusa blanca de tirantes, después busco mis zapatillas deportivas y tomo mi iPod con audífonos. Tal vez no corrí ayer o antes, pero hoy lo hare. No es como si las acciones de Justin me hubieran cambiado, ni siquiera lo hago por él. Aunque trate de sacarlo de mi mente no podré así que lo unico que me queda es ignorar todo lo sucedido, será mejor si lo supero rápido. En mis primeros minutos de recorrido me acompaña un buen remix de Hardwell con Matthew Koma y su canción Dare you. Inspirador. Sigo corriendo y tratando de mantener mi respiración normal, aunque me es imposible. Para ser la primera vez que corro no lo hago tan mal aunque estoy segura de que lo podría hacer mejor. Acelero. Un kilómetro después estoy a punto de desfallecer. Mierda. Me detengo a comprar otra botella de agua y trato de normalizar la respiración, lo que me es imposible debido a que también trato de tomar agua, mi cuerpo me lo exige.

- ¿Tratas de ahogarte? -escuchó que alguien se ríe y volteó para encontrarme una maravillosa sonrisa en el rostro de aquel chico. Al reírse se le forman unas bonitas arrugas en las esquinas de los ojos, realmente disfruta burlarse de mí. - Algo así -le contesto.

No estoy en las mejores condiciones para una conversación pero parece agradable.

- ¿Se puede saber por qué? Digo, eso que acabas de correr casi no es nada -dice. - No tienes una idea de lo que he corrido, no hables sin saber, por favor. - No lo hago, lo sé. Estuve detrás de ti todo el recorrido -confiesa y yo me pongo tiesa- Siento que mis tendencias al acoso te incomoden -se burla y yo sonrío. Es inevitable. - ¿Tendencias al acoso? Interesante -murmuro con mi respiración algo normalizada- Si es verdad que has estado corriendo detrás de mí, dime, ¿Por qué estas como si nada? Ni siquiera pareces inmutarte, eso me hace creer que mientes. - O tal vez, simplemente corro a diario y estoy más que acostumbrado -sonríe y me ve fijamente, sus ojos son totalmente azules. Me desconcentran. - Tal vez -coincido con él y ambos reímos. - ¿Cuál es tu nombre? -me cuestiona. - ¿Piensas secuestrarme? -bromeo. - Esa no es mi intención, créeme. De ser así lo hubiera hecho un kilómetro atrás, cuando tenías audífonos y no eras consiente de tu alrededor -dice serio y estoy a punto de decirle que solo estaba jugando cuando vuelve a hablar- Mi nombre es Dante y no, no soy secuestrador -sonríe de lado y puedo ver un hoyuelo, es divino. - ¿Te parece si te invito el helado del kilómetro? -me dice y yo lo miro estupefacta. ¿De qué habla? - ¿Helado del kilómetro? - Sí, estoy seguro de que es tu primer kilómetro por la forma en que respirabas hace unos momentos, al menos de que tengas alguna enfermedad, lo que dudo. El helado es una tradición entre nosotros los corredores de ruta, cuando alguien nuevo llega y cumple su primer kilómetro le compramos un helado para que recupere las calorías que acaba de perder -explica y yo no puedo evitar reírme. - ¿Pero eso no es contradictorio? Es decir, vienen para ser más sanos y ustedes les dan tentación la primera vez, eso es cruel aparte de extraño. - Sea como sea es un pretexto, uno muy bueno si me permites decir.

Río. Dante es muy simpático, accedo a tomar un helado con él y nos reímos cuando ambos pedimos uno de pistache con chocolate y cacahuate encima. Al terminar le digo que se me ha hecho muy tarde y que mamá debe estar preocupada por mí, ya que ni siquiera le avise que saldría, me pide acompañarme pero me niego. Intercambiamos numero telefónicos y me marcho en el taxi que Dante paro para mí, según él no quería que yo llegara exhausta. - Es aquí -le indico al señor taxista y se estaciona fuera de mi casa- Muchas gracias ¿Cuánto será? -le cuestiono mientras saco mi cartera de la parte trasera de mis leggins. - Nada señorita, el señor pago. - ¿Qué? -no puede hablar enserio. - Si señorita. Él me pago lo suficiente para que usted llegara a cualquier parte de la ciudad, espere tengo que devolverle el cambio -dice y comienza a sacar dinero. - ¡No! ¡De ninguna manera! -Me exalto-Quédeselo, por favor. - Señorita, por favor -insiste el taxista. - Por favor usted -no voy a ceder. - De acuerdo señorita, muchísimas gracias, que tenga buen día. - Igual -me despido y él se va. Me dirijo a la puerta de mi casa y toco el timbre, se me olvidaron las llaves.

Cuando mamá me abre entro muy agotada y me cuestiona mi paradero, le explico que solamente salí a caminar y que es lo que haré de ahora en adelante, después de varias reclamaciones accede.

- De acuerdo, me parece bien. Necesitas llamar a Kevin y a la familia Bieber -me dice y yo me detengo a medio subir de escaleras. - ¿Qué sucede? - Bueno, sucede que Kevin no ha dejado de llamar y hace un rato estuvo en la casa, en el momento en que llego Justin, el hijo de los Bieber -como si no supiera quien es- y pregunto por ti, supongo que han de estar algo desconcertados debido a que te saque con un pretexto de allí y no hemos hecho nada fuera de lo normal, ya han de saber que les mentimos -dice mi mamá mirándome fijamente, quiere la verdad. - Termine con Kevin -le digo y su expresión cambia, no esperaba para nada eso. - ¿Cómo que terminaste con Kevin? ¡____(tn)____, por Dios! ¿A qué juegas? -Está molesta- Él y tú han sido inseparables por años, se adoran como la gente no tiene una idea y él decide ser algo más contigo, tu accedes y ahora todo termina así. ¿Sin recibir llamadas? ¿Lo vas a evitar para siempre? -me cuestiona mamá cruzándose de brazos. - Si me lo permites, lo haré -me cruzo de brazos también. - ¡No, no lo permito! Tú hablaras con Kevin hoy mismo pero no sin antes decirme lo que paso en casa de los Bieber. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué has cambiado tanto de la noche a la mañana? ¿Consumes drogas, es eso? ¡¿Qué?! - ¿Qué? ¿Mamá te sientes bien? -Descruzo mis brazos- ¿Cómo puedes pensar eso? - No lo sé, contéstame. - ¡No lo hago! - Más te vale qué...

El timbre suena.

- Hablaremos de esto más tarde -termina y se dirige a la puerta.

Me volteo y sigo subiendo las escaleras lo suficientemente rápido para no ver quién entra a la casa. Cuando estoy a punto de abrir la puerta de mi cuarto escucho la voz de mamá.

- ¡___(tn)___, es Justin, te está buscando!

Mierda.

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You and meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora