capitulo 38

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Capitulo 38

Sentía agua en mi mano. Abrí los ojos, estaba llorando. Me moví y sentí una superficie suave y el sonido del mar retumbaba en mis oídos.

¿Soñaste algo bello? -escuche la celestial voz de mi novia.

-no -dije entre sollozos.

Joaquín se dio cuanta y me acarició el brazo.

-¿Qué ha pasado? -me pregunto en voz suave.

-te habías ido -recordé entre lágrimas.

Me di vuelta para verlo de frente. Me miro con tristeza y dibujo una sonrisa muy tenue en su rostro. Limpio las lágrimas que aun caían por mis mejillas con las yema de su dedo índice y beso mis labios.

-no voy a irme a ningún lugar, princesa.

Sonreí suavemente y me pegué a su cuerpo para quedar oculta en su pecho.

Me abrazo y beso mi cabello. Subí la mirada y me puse encima de el en una maniobra que no explicare porque no yo misma supe que hice.

-¿Por qué me trajiste? - le pregunte interesada.

-het, tranquila, apenas estamos relajándonos.

Después iremos a cenar a un lugar que estoy completamente seguro que te encantara.

-¿Cómo puedes decir eso? A penas y me conoces.

-te llamas Carolina Domenech, tienes 18 años y te gusta el sexo conmigo.

-ah, no seas tan modesto -rodeé los ojos.

-sabes que es verdad.

Oculte mi rostro en su regazo. Me levante de un brinco y me di cuenta que traía un traje de baño y un vestido azul precioso.

-¿a qué hora me vestí? -le pregunte

-hace como una hora. Te quedaste dormida por el golpe que te diste en la cabeza con ambas piedras de la cueva -empezó a decir. Te dije que no te duermas mientras yo iba por un par de hielos, pero pusiste la toalla que traje en la arena y te pusiste a dormir. ¿No lo recuerdas? -me pregunto con gesto preocupado.

-no -admití.

-¿te duele la cabeza? -dijo mientras se levantaba de la arena y se acercaba a mí.

Joaquín me dejaba por unos 15 centímetros así que cada vez que se acercaba a mí, tenía que ver para arriba.

-no. Solo me siento un poco confundida. No recuerdo ni cuando llegamos aquí.

-¿segura que no quieres que busquemos un médico? -pregunto todavía más preocupada.

-no.

La verdad es que no me sentía absolutamente mal, solo tenía la imagen de ese sueño horrible.

-¿quieres ir a comer? -dijo Joaquín en voz suave y baja.

-si -casi forcé mi sonrisa.

Me tomo de la mano después de que fue a recoger todo lo que era suyo y empezamos a caminar sobre la arena. Cada que podía me quedaba mirando a Joaquín, viendo su perfecto perfil alumbrado por el atardecer. Sus ojos miel e volvían verdes con la luz del sol y su cabello castaño se tornaba completamente dorado bajo este, su piel brillaba como un diamante y sus labios se veían mas deliciosos que nunca. Quise besarlo, pero supe que era algo erróneo seguir pensando en Robert y besarlo. ¡Dios! ¿Qué iba a hacer?

-¿te gustan los mariscos? -pregunto mientras su mano sujetaba firmemente la mía.

-soy abierta a todo -admití.

-bueno, de verdad espero que te gusten.

Sonrió de lado. Sentí como el color subió por mis mejillas haciéndome tener un poco de vergüenza.

...

Al principio comimos mucho, luego, Joaquín me llevo al centro. Había un baile. A decir verdad nunca pensé que Joaquín fuese un buen bailarín, pero me di cuenta que de verdad lo era. Varias veces había hecho que mi corazón latiera fuertemente gracias al roce de su sexo contra mi entrepierna. Sentir sus músculos era la mejor sensación del mundo.

Después caminamos por toda la zona artesanal. Me compro un anillo y le grabo una frase "la eternidad nunca será suficiente". Cuando me lo dio sentí un golpe tremendo en mi pecho. Lo bese interminablemente hasta que me dijo que tenía mucho tiempo para comérmelo a besos.

Cuando salimos de la zona concurrida por toda la gente que era turista y la local, me llevo a una isla, una isla que quedaba una hora lejos del muelle en bote. Fue un viaje totalmente placentero; ver a un ser tan perfecto era realmente placentero.

Cuando llegamos a la isla, Joaquín se quitó su camisa y me levanto en sus brazos, me beso ferozmente y me bajo del bote. Cuando pidamos tocar la arena me recostó en esta y empezó a retirar el vestido poco a poco. Primero empezó a tocar mis muslos y levantar el vestido a través de carisias. Subió su mano hasta mi cadera y empezó a tocar mis muslos y levantar el vestido a través de caricias. Subió su mano hasta mi cadera y empezó a desatar los hilos de la braga del bikini. Sus labios viajaron a mi pecho y empezó mover la parte desnuda de mis pechos. Solté un gemido esperando que no fuera ridículo.

-me encanta ponerte así -dijo.

Arqueé mi espalda y lo acerque más a mí. Mi mano bajo deseosa a su miembro y empecé a acariciarlo lentamente, disfrutando cada sensación que me otorgaba su cuerpo.

Una ola de pasión nos invadió a los dos, nos hizo desnudarnos mutuamente a la luz de la luna, hizo que nos besáramos incesantemente hasta desgastarnos nuestros labios.


Mi instructor (Jarolina) ÑTERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora