Cap.23

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No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.
Allí, sentadita en mis sillones, estaba mi peor enemiga, la amante de mi esposo...Cecilia.
Mario estaba tranquilo.
-¡Cariño! llegaste más temprano de lo que creí.
Por un momento pensé que hablaba enserio, pero su obvio tono de burla me decía lo contrario.
-Veo que me esperabas y con visitas.
Fulminé con la mirada a Cecilia, quien se mostraba confundida. Por alguna razón.
-Mario me dijiste que estaríamos solos- dijo con una voz chillona.
~Maldita descerebrada~
-Bueno Cecilia no sabía que _______(tn) llegaría temprano a casa.- dijo sonriéndole.
¡¡Era una estúpida!! ¡¡Se estaba burlando de mí EN MI CARA!! Estaba con su amante EN MI CASA.
Sin intención mis manos se formaron en puños, y traté de mantener la poca compostura que me quedaba y recordar que era una dama, no una cualquiera.
-Cecilia-ella miró y le sonreí falsamente -¿podrías ser tan amable de retirarte?- le dije lo más tranquila que pude.
Okay estaba siendo bastante educada. Cualquiera en mi lugar la echaría de los pelos para luego matar a su marido a golpes o a puñaladas.
Pero intenté contenerme dado a que no podía caer tan bajo.
-¡No!- me dijo sonriendo como una Barbie plástica.- me invitó Mario asique no me voy si él no me lo pide.
Bien. ¿Se acuerdan de todo lo que les dije de la educación? ¿Lo de caer bajo? ¿Y qué iba a mantener la compostura? ¡OLVIDENSE!.
Miré a Mario, quien intentaba no echarse a reír, entonces fui hacia el perchero, dejé mi saco. Remangué mi blusa en mis brazos, y agarré una escoba.
-¡Oh no!- dijo Mario.
-Tienes 5 segundos para salir de mi casa.
-¿Qué?- dijo asombrada por mi cara de loca.
-Uno...
-Cecilia será mejor que te vayas.- dijo Bautista alarmado.
-¡Dos...!- dije golpeando mi pie contra el piso.
-No, no permitiré que esta tipa me saque de tu casa Mario.-dijo la estúpida.
-Sino te vas, no llegaré hasta cinco y te sacaré todas las malditas extensiones ¡TRES!
-No me iré.- se cruzó de brazos, y miró a Mario como esperando que haga algo.
Ya no iba a contar más. Agarré su cartera de feria, y la tomé a ella por la blusa.
-¡Hey! ¡Suéltame!- intentando zafarse me arañó.
-¡Huuy no! ¡Cecilia corre!- dijo Mario.
La miré. Era tan...plástica. Estaba segura que no tendría ni siquiera glóbulos rojos, esa tipa tenía más plástico que una Barbie barata.
La fulminé con la mirada, cuando vi que me dejó una marca.
-¡CUATRO!-le advertí.
No quería golpearla...sabía que después debía bancarme las discusiones patéticas que siempre tenía con mi marido.
-Si digo cinco estás muerta- ella captó la indirecta y tomó su bolso rápidamente, y antes de salir, la muy descarada le guiñó el ojo a Mario, y se fue rápidamente al ver como avanzaba furiosa hacia ella. Pero cerró la puerta a tiempo, y solo pude dar un ****azo en ella, que hizo que los vidrios vibraran.
-¡Que carácter cariño!- me dijo el muy imbécil.
Estaba muy enojada, tanto como para matar a alguien de la forma más cruel y despiadada. En ese momento, me comía la ira.
Todavía no podía creer como tenía el descaro de traer a su amante a mi casa, ahora la casa estaba inundada de su perfume barato y asqueroso. No es que yo use perfumes caros, pero sinceramente olía a gato asado.
-¡Tú! -lo señalé -tú mejor no me hables.
Creo que comprendió que mi mirada decía ''si hablas o te acercas...morirás'' entonces se quedó quieto observando cómo iba hacia el bar, y me servía un Wiski.
Algo muy raro en mí. Pero en ese momento lo necesitaba.
~Dios. ¡Maldito Infiel! Si no te amara tanto te denunciaría por ser un marido golpeador, pero no puedo dejar de amarte~
Había leído varios libros, muchos de esos decían que lo prohibido se vuelve tentador y que lo que lastima se vuelve algo habitual, tanto que te gusta que te lastimen.
Yo no sabía si era locura, amor u obsesión, pero parecía que me gustaba sufrir porque con él, solo sufría.

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voen ala mejor hoy acabo la novela


Marido Golpeador [Mario Bautista]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora