Capítulo 29 -Secreto

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Miré a mi alrededor buscando una respuesta, pero los ojos verdes de mi hermano me lo impedían. Una sexta llamada de parte del brasileño interrumpió nuestro silencio. Marco me extendió el móvil y yo lo agarré. ¿Debía contestar? Un gesto de Marco me sacó de dudas. Deslicé el icono verde de izquierda a derecha y coloqué el móvil en mi oreja.

-¿Sí? -Pregunté-

-¿Estás bien? -Preguntó él-

-¿Yo? ¿Por qué no iba a estarlo? -Continué con más preguntas-

-Las chicas me han contado que saliste del vestuario enfadada por un problema que hubo dentro.

Lo sabía, sabía que esas... iban a contarselo todo. Cogí aire y respondí.

-Estoy bien, Lucas, gracias. -Exclamé- Nos vemos.

Colgué el teléfono sin dejarle hablar. Ahora me tocaba enfrentarme a Marco y su interrogatorio. Ambos nos mirabamos sin decirnos nada.

-¿Qué pasa con Mario? -Preguntó-

Le miré desconcertada.

-¿Con Mario? Nada. -Respondí-

Soltó una carcajada y me miró a los ojos. ¿Qué se supone que tenía que pasar con Mario? Me encogí de hombros.

-Si lo vas a hacer, hazlo cuanto antes. -Exclamó-

Fruncí el ceño. ¿Hacer el qué? Odiaba cuando hacía eso.

-¿De qué hablas? -Pregunté algo molesta-

-Vas a dejar a Mario por Lucas. -Respondió-

Solté una carcajada y apoyé mis manos en mi cadera. Esto era lo último que me esperaba.

-No está bien hablar sin saber, Marco. -Dije enfadada-

Él negó con la cabeza.

-¿No crees que te conozco demasiado bien?

No era el mejor momento para discutir con mi único apoyo, con el que siempre me ayudaba a resolver mis problemas y me hacía ver las cosas como realmente eran.

-Dejémoslo aquí. -Propuse- Estás equivocado, Marco, sólo te diré eso.

Marco asintió y se recostó sobre mi cama. Para sorpresa, justo cuando el rubio agarró su móvil, el mío comenzó a sonar. Ahora sí, Mario llamaba.

-¿Sí? -Respondí- Hola, Mario.

Los ojos verdes de mi hermano se clavaron en mí.

-¿Quedar? ¿Esta noche? -Pregunté a su propuesta- Por mi parte, perfecto.

Acordamos hora y lugar y colgué la llamada. Mi hermano miraba la pantalla de su móvil y lo apretaba con fuerza mientras mordía su labio inferior. Iba a estallar de un momento a otro.

-Marco, no te preocupes por nada. -Exclamé- Nada va a cambiar.

¿Nada va a cambiar? ¿Por qué estaba tan segura de eso?

* * * *

Aceleré el paso justo en el momento en que mi reloj marcó las diez en punto. ¿Es que siempre tenía que llegar tarde? Ya podía ver a lo lejos el abrigo negro de Mario. Miré mi móvil por última vez, sólo necesitaba que Lucas no me hablara en toda la noche, no mientras estuviera junto a Mario.

Se percató de mi presencia tras un tropiezo por mi parte, las calles de ese pueblo cada día estaban peor.

-Hola, llego un poco tarde. -Saludé-

Me acerqué a él y me rodeó con sus brazos cariñosamente mientras me recibía con un cálido beso. Agarré su mano y señaló a su derecha con seriedad invitandome a comenzar a andar.

-¿Sabes? No he dejado de pensar en lo de esta tarde. -Exclamó-

Tragué saliva. Empezabamos fuerte.

-¿Lo de Belén? -Pregunté-

Mario asintió sin separar sus ojos del suelo.

-No fue nada, una discusión en el vestuario. -Respondí-

Mario asintió no muy convencido. Cogió aire y me miró por unos segundos para apartar sus ojos de mi al instante. ¿Qué, qué era lo que pasaba?

Solté una carcajada tras ese último gesto.

-¿Te pasa algo? -Pregunté-

De nuevo miraba al suelo, seguramente esta vez se mantenía mirando sus deportivas azules. Negó con la cabeza.

-Mario, ¿te ha contado algo alguien? -Pregunté-

Me miró de inmediato. Mierda.

-¿Algo? ¿Alguien? -Preguntó-

-Algo que justifique que te comportes de esta manera. -Añadí-

Negó con la cabeza y miró al frente. Si no fuera por esa temporada que pasamos alejados, afirmaría ahí mismo que Mario sabía algo. No estaba totalmente segura.

-Entonces, lo de que Lucas vaya a entrenar a tu equipo, ¿es definitvo? -Preguntó-

Joder...

-Sí, definitivísimo. -Reí-

Mario asintió con seriedad. Ni una mínima sonrisa por su parte.

Llegamos hasta la plaza del pueblo, repleta de gente y nos sentamos en un banco tras comprar unos refrescos. Nos manteníamos en silencio mientras yo abría mi lata de Coca-cola. El móvil de Mario sonó, su tono de mensaje, había recibido un WhatsApp.

Le miré mientras daba un trago a mi bebida. Desbloqueaba su iPhone con tranquilidad mientras yo apoyaba mi lata sobre el banco. Subí mis piernas a este para mirarle por completo.

Miró la pantalla de su móvil y después me miró a mí.

-¿Es mi hermano? -Pregunté mientras me miraba- Es un pesado... -Reí-

Mario negó con la cabeza. Vale, no era Marco.

-Es... -exclamó- Una chica de tu equipo.

Tragué saliva y respiré hondo.

-Y... -Dije temblorosa-

-Me ha dicho.... -Interrumpó bajando su tono de voz-

-¿Por qué tiene tu número? -Interrumpí yo ignorandolo por completo-

-No lo sé, María. -Respondió-

Asentí con la cabeza. No estaba segura de si estaba a punto de echarme a llorar o de explotar por dentro.

-Vale, Mario, ¿qué te ha contado?

Movía su iPhone blanco alrededor de sus dedos mientras me miraba, mordió su labio inferior y apartó su mirada de mí por un segundo, pero sus ojos se tornaron en mí de nuevo.

-¿Qué te ha contado? -Insistí-

Arqueó una ceja y se aclaró la garganta.

-Me ha mandado un mensaje, esta tarde -Exclamó- contándome sobre algo que pasó hoy en el vestuario tras el entrenamiento.

Levanté mis cejas boquiabierta. No iba a preguntarle el nombre, no me lo iba a decir.

-Algo de... Lucas, competiciones, que "tu amiga rubia es una bocazas" y algo así.

Asentí y aparté la mirada de sus ojos. Respiré hondo una vez más, y justo cuando estaba a punto de hablar noté cómo mi móvil vibraba en mi bolsillo para segundos más tarde sonar con todas sus fuerzas. Mario se cruzó de brazos y yo me mordí el labio nerviosa y un sólo nombre se me pasó por la cabeza.

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