Capítulo 31 -Sin duda

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Un impulso recorrió todo mi cuerpo y justo cuando escuché los pasos de Mario en la planta de abajo, corrí en su búsqueda. Con la mano en el manillar de la puerta, me situé detrás de él. Y al abrir la puerta, el peor de mis pensamientos se apareció ante mí.

Cuatro chicas compañeras de equipo nos miraban en silencio a Mario y a mí sorprendidas por mi presencia.

-¿Queréis algo? -Preguntó Mario-

Una de las chicas dio un paso al frente y agarré la mano de Mario con fuerza.

-Soy compañera de equipo de tu novia, bueno, de María. -Se presentó la chica morena-

Mario se encogió de hombros y rechazó el saludo de dos besos de la chica.

-Yo y mis compañeras hemos pesando que quizás te gustaría saber las últimas noticias que recorren el vestuario.

Mi cara debió ser un auténtico cuadro. ¿Era real aquello? Estaba convencida de que tenía que ser una broma de mal gusto por parte de esas...

-Ya sabes, Mario, lo que hablamos por WhatsApp.

La voz de una segunda chica situada a la derecha de la morena hicieron dirigir mis ojos hacia ella. También era del equipo, como las otras dos restantes, que aún no había hablado. Cogí aire y me lancé a terminar esa absurda "conversación".

-Gracias, pero no necesitamos vuestra ayuda, y menos a estas horas del día.

Empujé la puerta con fuerza cerrándola y deseando haber golpeado a alguna de esas chicas en la cara, mala suerte que no fue así.

Solté la mano de Mario, quien me miraba ahora más extrañado que nunca.

-¿Me lo vas a contar ya? -Preguntó cruzado de brazos-

Agaché la cabeza y Mario, tras agarrar de nuevo mi mano, me arrastró al piso de arriba. Una vez nos encontrabamos sentados en su cama, soltó mi mano y yo hablé.

-Creen que soy la favorita de Lucas, por eso de que soy capitana, porque estamos liados.

Los ojos de Mario se abrieron de par en par.

-Pero eso no es cierto. -Dije antes de que pudiera hablar-

Ahora Mario masajeaba su sien mientras miraba al suelo.

-Yo te quiero a tí, Mario, pero yo no sé a quién quiere Lucas.

Esperaba que mis palabras fueran lo suficientemente claras como para que Mario las entendiera, y así fue.

-Tú, le gustas tú, ¿cómo no le vas a gustar?

Tragué saliva y Mario golpeó la cama.

-El puto Lucas está enamorado de tí y no va a descansar hasta que te consiga. -Exclamó en voz baja-

La tranquilidad con la que Mario hablaba me ayudó a relajarme y a quitarle bastante hierro al asunto.

-Creo que no me has entendido, yo te quiero a ti, no a Lucas. -Dije sonriente-

Mario esbozó una sonrisa algo falsa y apoyó su espalda sobre su amplia cama.

-Confío en tí, pero no en él. -Dijo Mario- Le conoces tan bien como yo, y ambos sabemos que cuando al brasileño se le mete algo en la cabeza...

-No para hasta que lo consigo. -Terminé-

Mario me miró algo asustado.

-Pero esto no lo va a conseguir. -Sonreí-

Apoyé mi mano sobre el cabello del chico y este chasqueó la lengua para más tarde taparse los ojos.

-¿Eso era todo?

Torcí el gesto y asentí sin creerme a mi misma.

-Belén metió la pata, dijo que Lucas nunca saldría con una de las chicas del equipo, la morena de antes, porque él era para mí.

Mario soltó una sonora carcajada. Ese sonido que tanto amaba. Comencé a acariciar su pelo mientras él seguía oculto bajo sus manos.

-¿Has visto a esas chicas? Daban miedo. -Comentó tras varios segundos de silencio-

Asentí la cabeza comprensiva sin que él me viera.

-Las cuatro son defensas, y muy buenas además.

-¡No me extraña! A ver quién se atreve a pasar por delante de ellas con el balón. Yo, no. -Rió-

Reí por el comentario y me acerqué a sus labios para darle un beso que Mario recibió sorprendido.

-Espero que no vuelvan a molestarte. Venían con intención de hacerlo. -Exclamé-

Mario chasqueó su lengua.

-Más las vale que me molesten a mí y no a tí. -Respondió- Si no, sí que tendremos problemas.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Sabía de lo que Mario era capaz si alguien se metía con una persona de su entorno, y yo lo era, y lo había sido durante todo ese tiempo.

-No va a haber problemas porque no va a pasar nada, Mario. Y si pasa algo dentro del equipo no tengo más que decirselo a Lucas y él se encarga.

Mario asintió tras un largo bostezo. Levantó su brazo de su cara y se sentó junto a mí.

-¿Dormimos? -Preguntó cansado-

Asentí a su propuesta y me levanté de su cama para sacar mi pijama de mi mochila, momento que Mario aprovechó para quitarse su camiseta y meterse en la cama.

* * * *

Me desperté gracias al ruido que emitía mi móvil. Belén llamaba por cuarta vez ese día, las diez y media de la mañana marcaba el reloj que colgaba de la habitación de Mario, quien dormía placidamente a mi lado.

-¿Qué?

-¿Cómo que qué? ¿¡No habíamos quedado para salir a correr hace media hora!?

Bufé y froté mis ojos. Miré la hora de nuevo y a la persona que descansaba a mi lado.

-Estoy con Mario, ve tú. -Respondí- Nos vemos esta tarde.

Antes de que los gritos de Belén perforaran mi oído, colgué la llamada y apagué el teléfono para dejarlo encima de la mesa. Abracé a Mario por la espalda y volví a cerrar los ojos. ¿De verdad había dudado entre él y cualquier otro? Dejarlo con ese chico no era más que una auténtica locura.

* * * *

La una y media de la tarde y continuaba tumbada junto a Mario, despierta desde hacía unos segundos y agitando el brazo del chico tratando de despertarlo. Esa afición de Mario por dormir no se le quitaría nunca.

-Es la una, y tengo hambre. -Reí al verle abrir los ojos-

Mario volvió a cerrar los ojos y bufó.

-Baja a la cocina y coge algo. -Respondió a punto de volverse a dormir-

-¿Qué? No, despierta y vamos a hacer algo de comer. -Dije entre risas-

Tapé la nariz del chico hasta que conseguí que se despertara de nuevo, asustado, y tiré de la sábana hacia abajo para levantarle. Tras encender mi móvil de nuevo, salí como pude y me puse una camiseta que encontré en su armario y un pantalón corto que cogí del armario para guardar mi pijama en mi mochila. Le tiré su camiseta a la cama y Mario se la puso con los ojos aún cerrados.

-Vamos, ¡levanta! -Exigí-

El chico se sentó en la cama para más tarde levantarse. Imposible explica lo mucho que había echado de menos ver a Mario recién despierto y debatiéndose entre levantarse de la cama o volverse a dormir. Lo amaba, y no tenía dudas de eso, al menos, en ese preciso momento, minutos antes de que Lucas llamara a mi móvil.

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