Un par de semanas habían pasado, desde aquella noche ninguno de los dos dijo nada, muy apenas se dirigían la palabra.
Silvia llegó a la hacienda en la limusina junto a su padre, estaba molesta, muy molesta. El día que menos anhelaba había llegado. Se casaría con Jorge a pesar de todo.
El chofer le abrió la puerta y la ayudó a bajarse:-Te ves muy hermosa.-le dijo su padre después de ofrecerle su brazo. Silvia lo ignoró, y caminó lentamente hacia la entrada, se asomó antes de entrar y vió a Jorge, parado frente a la mesa del juez. Podría odiarlo, pero admitía que se veía muy atractivo con su smoking negro.
Después de algunos segundos, aceptó su realidad. Se tendría que casar y no había marcha atrás.
-Lo siento...-susurró su padre, mientras ambos caminaban con el juez.
Jorge se quedó atónito, Silvia llevaba un vestido blanco sencillo, pero que se ajustaba perfectamente a su figura. Después de observarla disimuladamente carraspeó un poco y se acercó a ella, tomó su mano y la ayudó a sentarse frente al juez.
(...)
-Por el poder que me concede la ley, yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia.
Jorge miró a Silvia tímidamente, rodeó con su brazo su cintura y unió sus labios a los de ella; Silvia se separó de inmediato, pero Jorge la tomó por la mejilla casi obligandola a besarlo, se undió nuevamente en los labios de Silvia, besándola con tranquilidad. Después de algunos cuantos aplausos de los presentes se separaron y fingieron una sonrisa.
Tomados de la mano, caminaron hacía donde se llevaría acabo la celebración. Se sentaron en la mesa principal, junto a sus padres.
-¡Felicidades, hermanito!-se acercó Eder sonriendoles. Jorge lo miró serio y asintió en forma de agradecimiento.-Cuñada, muchas felicidades.
Silvia le sonrió con desagrado, Eder se retiró y ella se llevó un trago de champaña a la boca.
-No tomes demasiado, después terminarás como la última vez.-susurró Jorge en tono burlesco.
-¿Y como terminé la última vez?-preguntó Silvia fingiendo desconcertación.
-Ebria y en mi cama.
Silvia le dirigió una mirada penetrante, le había molestado demasiado su comentario. Decidió no contestarle, se levantó de la mesa para acercarse a sus amigos.
-¡Silv! Cariño, felicidades.-dijo Luis acercandose para abrazarla, Silvia le correspondió de inmediato y se quedaron algunos segundos así-¿Estoy fingiendo bien?
Silvia rió y asintió.
-Tienes que ser fuerte.-le susurró Claudia abrazandola.
*
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-Si veré esa cara por todo un año, ahora mismo pido el divorcio.-dijo Jorge irritado entrando detrás de ella, al nuevo departamento que compartirían los dos.
Eran más de las dos de la mañana, al parecer todos habían disfrutado de la fiesta, menos ellos. Silvia lo miró frustrada. Había sido el peor día de su vida, fingir un día entero una sonrisa que ni siquiera le nacía, pero lo que más le molestó fue que Jorge la hubiera besado cuantas veces el quisiera.
-¿¡Acaso no entiendes que esto es demasiado difícil para mi!?-sus ojos comenzaban a cristalizarse, bajó la mirada, no quería lucir débil, no frente a Jorge.
-Oye, tranquila. Lo del divorcio no era enserio.-dijo bromeando.
-Vete al demonio...-mustió y se dirigió molesta a buscar la habitación en la que dormiría. Abrió su maleta y sacó su pijama, después de quitarse el vestido que usó todo el día y cambiarse para dormir, cayó rendida entre las cobijas y las almohadas.
Al poco rato de haberse quedado dormida, sintió como alguien se movía en la cama. Un poco sobresaltada se giró y vió a Jorge tratando de cubrirse con una sabana.
-¡Hey! ¿Qué estas haciendo? Fuera de mi habitación.-tomó una almohada y comenzó a golpearlo.
-Oye, oye, oye....-se levantó rápidamente de la cama- es NUESTRA habitación.
Silvia lo miró de pies a cabeza, se cubrió la cara con la manta y renegó: -Ponte ropa.
-Hay, Silvia. ¿No me digas que nunca habías visto a un hombre dormir en bóxer?-rió ante la acción de Silvia.
-No, nunca.
-Pues yo seré el primero, así que hazte para allá que voy a dormir.
-Ni se te ocurra poner un pie sobre esta cama.
-Silvia hermosa, ya es tarde y quiero dormir, ya que mañana tengo que ir a trabajar.-respondió hablandole con ternura.
-Pues duerme en el sofá, nadie te lo impide.-dicho esto, se acomodó nuevamente entre las cobijas y cerró los ojos. Sintió como una mano grande se pasaba por su cintura y se recostaba en su hombro, se molestó, se levantó de la cama y salió de la gran habitación, se acostó en el sillón y cerró los ojos enfurecida. A los pocos segundos Jorge llegó con una manta y una almohada, la cubrió con la sabana y le entregó la almohada.
-Descansa.-susurró y regresó a la habitación.
*
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*
Un ruido repugnante la despertó de su profundo sueño. Abrió los ojos y miró a su alrededor, suspiró y se levantó del sofá y se dirigió al lugar proveniente del ruido, la cocina. Abrió la puerta y vió a Jorge, vestido de manera muy formal, supuso que iría a trabajar. Lo miró sonriente preparando un licuado mientras cantaba, no supo que canción era, ya que el ruido de la licuadora no se lo permitía. Esperó a que el terminara, se quedó observándolo desde la puerta sin decir nada, cuando el ruido dejó de sonar lo escuchó cantar:
Amor, quédate...quédate
Quiero mas de tus besos, necesito tu cuerpo
Hazme el amor, matame de placer
Amor quédate, quédate.Desearte así es un vicio
Del cual nunca me curaré
Amor quédate...No siguió cantando por que escuchó unos cuantos aplausos en la cocina, miró hacia la entrada y ahí estaba Silvia, riéndose y aplaudiendo.
-¡Bravo!-exclamó burlonamente.
Jorge se sonrojó y sonrió: -Lo siento, no creí que te habías despertado.
-No te preocupes. Por cierto, cantas hermoso.-rió.
-No te burles, Silvia.-le respondió con una sonrisa.
-Es enserio, espero que algún día me cantes así de bonito.-le guiñó un ojo con una sonrisa juguetona y tomó uno de los panes con mermelada que había sobre la mesa. Jorge no supo que le sucedió, pero se quedó mirándola por unos segundos embobado, con una dulce sonrisa. Reaccionó antes de que ella lo mirara nuevamente y cambió su rostro a uno serio.
-Pues te quedarás esperando...-dijo con una voz firme-por que eso nunca pasará.
Silvia lo miró seria, de igual forma le contestó con una voz firme: -¿Si notaste el sarcasmo?
-No.-respondió sonriendo. Silvia rodó los ojos y siguió comiendo mientras se sentaba en la mesa.
-Enamoremonos como lo hacían antes,-susurró Jorge-unas miradas, unas sonrisas, un café y conversando un rato.
Silvia se quedó helada ante esas palabras, sonrió, levantó la mirada para verlo y lo vió mirando el celular.
-¿Disculpa?-preguntó Silvia con un hilo de voz.
-¿Eh? Ah, lo siento. Era sólo una frase.-le mostró el iPhone y sonrió.
-Ah...-suspiró. Jorge salió de la cocina y dejó su iPhone sobre la mesa casi junto a Silvia. Segundos después de haber salido este sonó, Silvia sintió curiosidad, tomó el móvil de Jorge, bajó la barra de notificaciones y leyó aquel mensaje: ¡Va! Hotel Resortt, a las 8 de la noche como siempre, guapo. ¡Besos! Contacto: Lucia.
-¿Que haces con mi celular?-preguntó Jorge arqueando una ceja.
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Casados por un año.
Romantik-Ambos sabemos que en cuanto pase este año, nuestro infierno...será terminado.-susurró con lagrimas en los ojos. Jorge Salinas Peréz, un hombre apuesto con tan solo 24 años de edad. Un hombre responsable, duro, engreído y el próximo presidente de la...