Jorge llevaba observando cualquier movimiento cerca de la casa desde temprano.
Espero algunos minutos, para verificar que Claudia no regresara.
Bajó de su auto, en cuanto estuvo frente a la casa buscó la llave, justamente la encontró debajo de la maceta, como le había dicho su amigo.
Abrió la puerta tratando de no hacer ruido y comenzó a subir las escaleras, donde supuso que estarían las habitaciones.
Cuando estuvo frente a una de las habitaciones, abrió la puerta en silencio, asomando únicamente su cabeza.
Fue ahí cuando la miró. Descansando plácidamente. Siempre le había parecido demasiado tierno ver a Silvia dormir, se veía tan tranquila.
Entró a la habitación, suspiró mirando hacia el techo como si suplicara algo.
Después de idealizar bien lo que haría, se recostó detrás de ella, pegándose inmediatamente a su cuerpo, disfrutando su cercanía, pasó su brazo por su cintura y se quedó en silencio, escuchando como las respiraciones de ambos se mezclaban.
Le acarició la mejilla, provocando que ella ebozara una tierna sonrisa.
Él sonrió, contemplándola a cada detalle.
Después de unos minutos, Jorge se quedó dormido.
Silvia despertó, pudo evitar asustarse al sentir la mano de Jorge alrededor de su cintura. Se levantó rápidamente y lo miró confusa, respiró con pezades. No entendía que hacía Jorge ahí.No quería verlo, no aún. Todavía no asimilaba la abusrda idea de que Jorge la hubiera estado engañando cuando el jurba amarla, sonrió nostálgica al verlo tan dormido y tan lindo, como todas las mañanas en las que había amencido a su lado.
(...)
Jorge despertó, se frotó los ojos y trató de reconocer el lugar en el que estaba, se sentía desorientado y su rostro adormilado lo demostraba.
Segundos después recordó que había ido a buscar a Silvia y después de admirarla por unos instantes se quedó dormido, miró a su lado y no estaba en la cama.
Se levantó acomodándose la camisa, salió de la habitación y bajó las escaleras.
Un ruido proveniente de la cocina lo hizo sobre saltarse, una emoción lo invadió y se acercó sigilosamente hacia la cocina.
-Silvia...-susurró mirándola embalsamado, verla con aquella diminuta bata blanca era más que suficiente para encantarlo.
-¿Dormiste bien?-ella se giró para mirarlo fríamente.-No sé como entraste ni a que viniste, pero es hora de que te vayas...-Silvia dejó la taza de café, de la cual estaba bebiendo hace unos instantes, sobre la mesa.
-Amor...yo necesito explicarte todo, necesito que me escuches, yo quiero que...
-Quiero que te vayas.-lo interrumpió Silvia lo más dura posible, aunque por dentro estuviera quebrantada- Y no quiero volver a verte hasta dentro de dos meses...
Jorge la miró confundido, ¿Dos meses? ¿por qué? se preguntaba a si mismo.
-¿Acaso ya lo olvidaste? Dentro de dos meses se acaba esta farsa a la que tú y yo decidimos llamarle "amor"
Esas palabras terminaron por destruir a Jorge.
-Bonita...-susurró él tratando de que su voz sonara normal- yo no quiero que esto acabe...yo quiero que me escuches por que todo esto tiene una explicación...
-Ahorrate tus palabras para otra, Jorge, yo ya no pienso escucharte, todo esto ha quedado demasiado claro...-Silvia limpió rápidamente un par de lágrimas que estaba apunto de escurrir por sus mejillas.
-No me iré de aquí hasta que arreglemos esto, amor, por favor...te lo suplico.-la voz de Jorge comenzaba a entrecortarse, la simple idea de perderla lo ponía mal.
-¿Por qué mejor no vas con Elías a que te consienta un rato?-respondió en un tono burlesco, estaba llena de coraje.
-Admito que cometí un grave error al hacerte esto, pero no todo es lo que parece, ¡SI TAN SÓLO DEJARAS DE SER TAN TERCA Y ME ESCUCHARAS!-Jorge perdió los estribos y la miró con profundidad.
-¡A MI NO ME ESTÉS GRITANDO!-renegó Silvia- NO TIENES NINGÚN DERECHO DE VENIR A AQUÍ Y GRITARME, IDIOTA.
Ver los ojos de ella llenos de lágrimas, aquellos ojos que alguna vez vio con tanta luz y que lo miraban con tanto amor, eso definitivamente lo hizo sentir peor.
-Yo...lo siento.-tomó las manos de ella y las acarició con ternura, Silvia no hizo esfuerzo alguno en alejarlas, Jorge se aercó acortando la poca distancia que los separaba, ella estaba tan perdida en esos suplicantes ojos color miel-Permiteme explicarte...-susurró Jorge sintiendo como sus respiraciones comenzaban a mezclarse y un cálido calor se apoderaba del momento.
Silvia cerró sus ojos con fuerza, sin apartarse de él, sentir su aroma, su aliento contra sus labios era una sensación única e inigualable, así como sentir las manos tan grandes y a la vez tan suaves de él tomando las de ella.
-Ya no insistas...-murmuró ella- Esto se acabó.
Jorge sintió como si millones de espinas se clavaran en su corazón, apretó las manos de ella, como si tratara de hacerla reaccionar y retractarse de aquellas palabras que había pronunciado.
-Silvia...no, tú no puedes decirme esto.-la tomó de las mejillas con desesperación y fue ahí cuando se encontró con sus ojos cristalizados, llenos de decepción y tristeza.
Se quedaron unos momentos así, sin decir nada, solo mirándose fijamente.
-Te odio tanto...-susurró Silvia rompiendo con el silencio.
Jorge tragó saliva, no se esperaba esas palabras por parte de Silvia, sintió que las ganas de ponerse a llorar eran cada vez más intensas.
-Pero me odio más a mi misma...-dijo Silvia entre sollozos- por creer que tú habías cambiado, por iniciar una relación formal contigo...por ilusionarme con unas simples palabras bonitas y...
-Shh...-Jorge colocó sus dedos con suavidad sobre sus labios- Silvia...te juro que cambié, por ti...-le acarició la mejilla con ternura, verla llorar así hacían que él no encontrara las palabras exactas para decir- y te aseguro que...no son unas "simples palabras bonitas" Silvia, yo te amo y nunca quise lastimarte de esta manera...-ella puso sus manos sobre el abdomen de Jorge y lo empujó, alejándose de él al instante.
-Ya basta, no pienso escuchar una más de tus mentiras.-salió de la cocina mientras se limpiaba las lágrimas, Jorge la siguió hasta llegar a la puerta.
-No quiero irme, no lo haré.-dijo él mostrando un porte serio, mucho más diferente al de hace unos segundos, mirándola con intensidad.
-Deja tus inmadureces de una buena vez.-Silvia comenzaba a fastidiarse- tú presencia me da asco, no quiero estar cerca de ti, te odio, te odio, te odio.
-¿Ah, en serio?-la tomó de la cintura pegándola a su cuerpo al instante y hablando con seducción logrando hacerla temblar al instante, la acorraló contra la pared, dejando su brazo derecho alrededor de su cintura y apoyando el izquierdo en la pared, provocando un pequeño jadeo por parte de Silvia.
-No importa cuantas veces digas que me odias...-susurró en sus labios sintiendo la placentera mezcla de sus respiraciones agitadas gracias a su cercanía, Jorge la tomó por sorpresa de sus pompas para cargarla a la altura de su pelvis sintiendo un pequeño cosquilleo recorrer por su abdomen, ella se mordió el labio por aquella sensación, él sonrió y acarició sus glúteos por encima de la tela de la bata.
-Siempre comprobaré que me amas...-susurró él, para después envolverla en un cálido beso lleno de deseo al que ella no tardó en corresponder, despojando a Jorge rápidamente de su camisa.
Continuará...
Twitter: @ilseespnzs
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Casados por un año.
Romance-Ambos sabemos que en cuanto pase este año, nuestro infierno...será terminado.-susurró con lagrimas en los ojos. Jorge Salinas Peréz, un hombre apuesto con tan solo 24 años de edad. Un hombre responsable, duro, engreído y el próximo presidente de la...