Capítulo 9

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Despierto con un fuerte dolor de cabeza, los rayos del sol caen en todo mi rostro. No recuerdo nada, después de haber tomado como barril sin fondo. Siento un brazo que rodea mi cintura, giro para ver quien es. ¿Christian? ¿Por qué está a mi lado? Y ¿Abranzándome? Solo espero no haber quedado en ridículo frente a él. Veo más allá de Christian, están Ana y Rosie. ¡Rosie! Mierda, hoy es la mudanza.

-¡Rosie!- Grito. Recibo quejas de los afectados por el alcohol.

-¡Callate Emma! Deja dormir.- Grita alguien que no es de mi camping.

Me levanto bruscamente y el dolor de cabeza aumenta. Me arrepiento de haberlo hecho.

-Rosie.- esta vez lo digo más bajo, voy a donde está acostada y la zarandeo.

-¿Qué pasa? Dejame dormir.- Me dice con voz perezosa.

-Hoy es la mudanza, levantate, vamos a llegar tarde.-

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué no me levantaste antes?! ¡Mamá va a matarnos!-

-Se van a callar o les corto las tetas.- Dice Ana. La ignoramos.

-Tonta, ya lo estoy haciendo, vámonos.-

Salgo del camping y veo que Christian también está afuera. ¿En que momento salió?

-Buenos días ¿Cómo amaneciste?- Me dice con una sonrisa y el rostro impecable. Me siento como un pejelagarto al lado de él.

-Buenos días, con un dolor de cabeza que va hacer que me explote.- Digo con una medio sonrisa y acariciando mi cabeza.

-Eso se puede solucionar con una aspirina.-

-Y durmiendo.- Agrego. -No recuerdo nada de lo que pasó anoche.-

-Bueno, pues, Adam y Sebastián empezaron a saltar sobre la fogata. Tú reías de todo, hasta cuando un cangrejo pasó, las chicas bailron como si tuvieran un ataque de epilepsia, intentaste besarme pero yo, como buen caballero que soy, no lo permití y luego pediste que durmiera contigo.- ¡No puede ser! ¡Que vergüenza!

-¿De verdad hice todo eso?- Él asiente sonríendo. -Que tonta soy, quedé en ridículo. ¡Ayy no!- Me paso las manos sobre la cara. -Lamento haberme sobrepasado contigo.- Que extraño suena, se supone que es un hombre el que dice eso.

-Tranquila, es normal que pase, si estás bajo los efectos del alcohol.- Rosie y Ana salen del camping.

-Empecemos a desarmar y arreglar todo esto.- Dice Ana, sacando algunas cosas que habían en el camping.

-Vale, voy a despertar a los chicos.- Digo.

Camino hacia el auto de Nicolás. En los asientos de atrás está Sebastián boca a bajo. En el del conductor Nicolás y en el de al lado Adam, tienen los asientos inclinados con la boca abierta, babeando. Mi forma de despertarlos es para nada tierna. Voy al asiento del conductor, empiezo a tocar la bocina y a gritar.

-¡Chicos levantense! ¡El apocalipsis ha llegado! ¡No hay tiempo, ya vienen los zombies!- Ellos se levantan rápidamente asustados y salen del auto.

-¡Corran!- Dice Nicolás. Empiezo a reír como loca. Me duele la panza.

-¡Emma me las vas a pagar!- Dice Sebastián caminando hacia mi. Empiezo a correr para que no me agarre. Ya cansada dándome por vencida con esta horrible resaca, él me levanta sobre su hombro, mi cabeza cae hacia abajo detrás de su espalda y empieza a darme vueltas. Todo lo del día anterior que comí está a punto de salir por mi boca. Siento que mi cabeza va a explotar con tanta presión.

-¡Para, Para! ¡Voy a vomitar!-

-Esa es la intención.- Me dice malevolamente.

-Está bien, luego no me reclames, el por qué, vomité en tú espalda.- Sebastián se detiene, imagino la cara que hizo, al haberle dicho eso. Me baja con cuidado. Y se aleja de mi.

Mi Montaña RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora