Capítulo 26

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—Buenos días, amor.

Entre abro los ojos y veo a Chris con una sonrisa en su rostro. 

—Buenos días.

Me estiro y paso las manos por mis ojos.  Siento los labios de Chris sobre los míos. 

-—Podría quedarme todo el día contemplándote.  Eres preciosa.

Lo veo y sonrío. 

—Ven aquí. 

Estiro mis brazos y lo acerco a mí. Ya tiene puesto un pantalón y su torso aún está desnudo.  Él se acuesta a mi lado. Me pego a su cuerpo e inhalo su aroma, noto que ya tomó una ducha. 

—¿Podemos quedarnos un poco más? 

Pregunto mientras cierro los ojos. 

—Quisiera decir que sí pero no podemos quedarnos más tiempo. Tu vuelo sale hoy en la tarde y tu familia debe estar pensando en ti... Pedí que trajeran el desayuno aquí.

Responde acariciando mi cabeza. Lo observo levantarse. Toma un plato de un carrito. Me estiro y siento, las sabanas se deslizan por mi torso y caen en mi regazo. Chris me recorre con su mirada y sonríe. Recibo la bandeja con comida. Doy un bocado, mientras él se sienta a mi lado y bebe una taza de café . 

—Me encanta la comida de aquí... ¿Ya desayunaste?

Digo al saborear y tragar el bocado. 

—Sí amor, debo bajar a arreglar unas cosas. 

Bebo un poco de capuccino  y doy otro bocado a la comida. Chris acaba su café, se levanta y lo deja sobre el carrito. Termina por vestirse y arreglarse.

—Ya vuelvo, te quiero preciosa. 

Besa mi cabeza y sale de la habitación.

**

—¿Cómo te fue en los exámenes?  

—Muy bien. Me han aceptado en Columbia.

—¿Qué? ¿Es en serio? 

Adam asiente con una sonrisa. 

—¡Eso es genial, te felicito!

Sonrío y le abrazo.  Su sueño siempre ha sido seguir ejerciendo su pasión, el fútbol americano; y entrar a tan prestigiosa universidad es un gran privilegio y oportunidad para hacerlo.

—Bueno, tanto esfuerzo me ha servido de algo. ¿A ti cómo te fue? ¿Te ha llegado algo de Stanford?

Nos separamos. 

—Aún no, me fue bien pero no creo que lo suficiente como para que me acepten en esa universidad.

—Debes ser positiva...te van a admitir, solo hay que esperar.

Faltan pocos meses para que el año escolar termine. Desde pequeña he querido dedicarme en la rama de la  ingeniera y la universidad en la que siempre he querido estar es Stanford.

—Me pone mal que no volvamos a vernos tan seguido y quizá nos alejemos. 

—No te preocupes, estaremos más unidos, cada que tengamos la oportunidad nos visitaremos. 

—Eso espero... 

—¡Adam, Emma!

Miramos hacia la dirección en la que nombraron nuestros nombres. Nicolás llega corriendo hacia nosotros. 

—¡Me han aceptado en Columbia!

—¡Felicidades! 

Decimos Adam y yo a la vez.  Le doy un abrazo a Nicolás y seguidamente Adam hace lo mismo. 

Mi Montaña RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora