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de pequeña amaba ir al parque que hay a dos cuadras de mi casa. cada vez que salía para ir hacia allí, lo sentía como una experiencia hermosa y única, aunque solo fuera ir al parque con mi hermano, era increíble para mí. 

así me sentía ahora, que estaba a punto de salir después de tanto tiempo. no sé mucho de autos, pero que ashton había puesto frente a mí era magnífico.

—¿cuándo lo compraste, ash? es genial.

—es un regalo de mis padres. me lo dieron cuando pasé el examen de conducir, y quería que fueras mi primer acompañante.

—vaya, qué honor —reímos y puso el auto en marcha. —¿a dónde vamos?

—hay personas que quiere verte.

—¿qué?

—amigos, len, amigos, tienes amigos, ¿lo recuerdas?

—¿de... de verdad quieren verme?

—claro que sí.

—creí que ya me habrían olvidado.

—nadie en su sano juicio podría olvidarte. —me regaló una cálida sonrisa y puso música. y nadie dijo nada más durante el viaje.

los silencios no eran incómodos a su lado.

—aquí es.

—¿dónde estamos?

—en la casa de alguien.

—¿me van a tener todos como una boba que no sabe nada?

—te mantienes así tú sola, len. —lo golpee.  —hey —rió. —has memoria, ¿de quién es esta casa?

—hmm, no lo sé...

—¡lenna! —dijo una inconfundible voz detrás de mí.

—no puede ser... —me di vuelta —¡val! —abracé a mi amiga con toda la fuerza que fui capaz de generar.

—¡por dios, len, te extrañé tanto!

—yo igual, muchísimo.

—¡len, llegaste! —solté a val y miré hacia la entrada de la casa. todos mis amigos estaban ahí, tantos años sin verlos. las chicas estaban tan lindas, y los chicos estaban tan apuestos. no pude evitarlo, se me cayeron mil lágrimas mientras los saludaba a todos con abrazos. los había extrañado tanto, me habían hecho tanta falta, y saber que no me habían olvidado me hacía inmensamente feliz.

después de un lindo reencuentro, entramos a la casa de val.

—¿cómo han estado? —pregunté.

—muy bien, pero se notó tu falta —mark comenzó a hablar. —sabes, len, fue todo tan raro. un día estábamos jugando todos tranquilos, como siempre, y de repente al otro te dicen que la niña más dulce del salón está enferma y que tendrá que irse.

—ni siquiera... ni siquiera pudimos despedirnos —larissa apretó mi mano mientras decía esto.

—pero estás aquí ahora, y no vamos a dejar irte nunca más —dijo ashton, y todos reímos alegres.

—gracias por esto, chicos. significa mucho para mí.

—no agradezcas, boba. te mereces lo mejor.

—y lo tengo, créanme. 

la tarde fue muy hermosa. me di cuenta de que seguían siendo ellos, seguían siendo mis amigos, un poco más maduros y altos, pero su esencia no había cambiado, y ojalá que así sea siempre. 

la noche llegó rápido, así que con ashton nos despedimos y emprendimos para el hospital.

—ash.

habitación 196 || luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora