2. El experimento azul

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Sentía como miles de emociones recorrían todo mi cuerpo, como aquel miedo me provocaba inseguridad al mismo tiempo que me obligaba aceptar mi muerte, sentía que me ahogaba entre mis propios gritos, sentía demasiadas emociones dentro de mí, emociones que no podría definir ni con millones de palabras, emociones que para llegar a entender, alguien, las tendría que vivir.

Me sentía perdido.

Completamente perdido.

Empecé a ver una luz, no sabía que era.

Era mi salvación o tal vez el infierno ya llegaba.

Resonaban voces en mi cabeza, no sabía si eran de verdad o tan solo imaginaciones provocadas por un juego mental creado por mí mismo.

Pestañeé más de dos veces y me di cuenta que estaba en un lugar extraño, paredes blancas, suelo blanco y yo me encontraba en una cama.

Vi como una chica me miraba, acompañada de más personas, me observaban confusos. Intenté hablar, comunicarme, pero se me hizo imposible.

No podía ni siquiera abrir la boca por alguna extraña razón. No podía escuchar la mayoría de conversaciones que estaban manteniendo aquellas personas, escuchaba todo de una manera extraña, como si no estuviera acostumbrado a mi propio idioma.

Como cuando la visión se vuelve borrosa, mis oídos escuchaban todo borroso. No lograba codificar nada de nada.

Cerré los ojos por un momento, no sabría definir cuanto tiempo, pero para mí fue un tiempo bastante eterno. Al abrirlos de nuevo, vi los rostros de aquellas personas, rostros ensuciados de sangre.

La chica me miraba fijamente de nuevo.

Todo empezaba a parecerme extraño.

Aparte de que todas las personas de aquella sala que me acompañaban estaban manchadas de sangre, lo más raro era que no sabía cómo había acabado en aquel lugar, en aquel cuarto tan misterioso y extraño.

Dirigí mi mirada hacia mis pies, los cuales no estaban tapados por la sabana que había en la cama. Las uñas estaban descuidadas y sucias de sangre. Confuso intenté comunicarme de nuevo, pero como había pasado anteriormente, mi boca no se logró abrir.

Retiré mis manos que estaban debajo la sabana y las miré confuso.

No eran mis manos, sentía que no eran mis manos, no pertenecían a mi cuerpo. La piel era demasiado fina y bonita, los dedos eran largos y delgados, las uñas estaban muy bien cuidadas, parecían de mujer.

Después de examinar mis manos y mis brazos completamente, dirigí mi mirada hacia la chica y las demás personas. Estos sonreían a la vez que lloraban ¿tal vez de alegría? si se trataba de alegría ¿qué razón les causaba alegría? ¿Por qué lloraban?

Toqué el brazo de la chica, esta reaccionó de una manera bastante rara. Se asustó y se apartó de mí inmediatamente.

Se apoyó en la puerta del cuarto que permanecía cerrada y su respiración empezó a acelerarse, mientras me miraba fijamente asustada.

― No se asuste Annie, tan solo está confuso. ―Informó uno de los chicos que había.

Este se dirigió hacia donde estaba la chica y se puso a su lado. Haciendo que todos los de la sala miraran dirección hacía él.

― Compañeros, recordad que tan solo es un experimento, ni siquiera es un ser humano. Este experimento apodado como "Experimento Azul" no es nada peligroso, no sería capaz de matar ni una mosca. Hemos hecho que todos sus recuerdos desaparezcan de su mente, no se acuerda de nada, tan solo nosotros sabemos de su vida pasada. De hecho, ahora, no puede escuchar perfectamente de lo que estamos hablando. Sus oídos no están acostumbrados para escuchar de nuevo, un idioma. Han pasado más de 5 años, hemos estado experimentando con él demasiado, le costará aprender de nuevo todo lo que llegó aprender anteriormente.

― ¿Qué pasaría si "El experimento azul" fuera peligroso, si un día se revelara contra nosotros, que haríamos entonces Dr. Zenbach? ―Preguntó uno de los médicos.

Sí, me di cuenta que eran médicos.

― No hace falta que se planteen esas preguntas, porque sabemos con seguridad que eso jamás pasara. ―Respondió el Dr. Zenbach con un tono molesto.

― ¿Pero si llegara a pasar? ―Insistió el médico todavía inseguro.

― ¡He dicho que jamás pasara!

Los gritos de aquel cirujano, llamado Zenbach, me asustaron. Fue como si su grito demostrara poder, como si sus palabras llevaran crueldad.

Empecé a moverme por toda la cama y mis pies comenzaron a temblar sin parar. No sabía que me estaba sucediendo, de la confusión empecé a llorar.

Todos los médicos dirigieron sus miradas hacia a mí, solo me contemplaban como si fuera algo increíble.

La única persona de aquella sala que reaccionó al verme alterado fue Annie, la enfermera. Rápidamente se acercó a mí y me insertó un líquido azul en mi brazo.

Ese líquido introducido en mi cuerpo me calmó.

Haciendo que mis ojos se cerraran agotados.


El Experimento AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora