13. La curiosidad NO mató al gato

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Podía salir de mi celda, la puerta estaba abierta, aquella puerta que me mantenía encerrado estaba abierta.

Ayshane no la había cerrado al salir.

Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta.

Podía observar todos los médicos finalmente, sin estar en una silla de ruedas, sin mirarlos a través de una ventana. Delante mío, con mis propios ojos. Sus rostros se veían tan apagados, como siempre. Sus sonrisas (si es que había) eran fingidas. Tan poca gente sonriente. No se respiraba felicidad por aquellos pasillos, tan solo misterio y terror.

Me daba escalofríos con solo pisar el suelo frío, moriría si llegase a mantener contacto con alguno de los médicos, si los llegase a rozar. Me tirarían al suelo como si fuera una amenaza, me harían dormir, me matarían directamente y no lentamente como estaban haciendo.

Sus palabras, sus estúpidos entrenamientos, todo, absolutamente todo, me tenía harto.

¿Cuándo escaparé?

Empecé a caminar lentamente, salí de mi cuarto. Estaba pisando el pasillo, como aquella noche con Alan. Podía cerrar los ojos y recordar cada movimiento, detalle, palabra, de aquella noche, de aquella noche que me hizo abrir los ojos.

Ningún médico me prestaba atención, me sentía como un fantasma y eso me gustaba. No debía preocuparme, todos caminaban con la mirada fija.

Un paso, dos pasos, tres pasos.

Fui caminando recto y recto, no debía mantener contacto visual con nadie y podría pasear lo que quisiera.

Me sentía libre, no me sentía prisionero.

Todavía no había desplegado las alas completamente, pero estaban empezando a dejarse ver.

Por primera vez, sin necesidad de ver a Ayshane, sonreí.

Estaba sonriendo aunque me encontrase solo.

Me sentía feliz, completamente feliz.

Lleno de energía.

Sentía que estaba en un mundo desconocido, no sabía nada, tenía dudas que más tarde me respondería, todo era tan nuevo y atrayente.

Dejé de andar recto y me dirigí hacía otro pasillo.

Este estaba más abandonado, solo habían puertas abiertas de habitaciones sin luz.

Sentí miedo, miedo recorriendo por mis venas.

Empecé a andar con las piernas temblorosas, cada movimiento que hacía parecía reproducirse a cámara lenta, pero cuando llegue a la primera habitación más cercana sentí que caí rápido en el presente.

Parecía que hubiera estado en otro mundo mientras caminaba, lento, asustado, pero cuando llegué a mi objetivo todo volvió como antes.

Rápido.

Me había sentido desconectado del mundo, como si para camuflar mi miedo no hiciera caso a mis emociones, a nada de lo que había a mí alrededor.

Toqué con mi mano el marco de la puerta. Era suave, de color blanco. Fui inclinando mi cabeza poco a poco para poder observar la habitación de lejos antes de entrar, aunque no hubiera nadie tenía la sensación de que había alguien.

¿Miedo?

Poco a poco fui entrando con mis ojos en aquella habitación. Tan solo veía oscuridad, ni los objetos podía observar con claridad. La curiosidad me ordenaba que debía entrar, pero yo no quería.

El Experimento AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora