17. Camino hacía la trampa

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Aquel beso selló mi libertad. El contrato estaba firmado.

Miré a Ayshane atentamente, con una mirada dulce. Sus ojos estaban cerrados. Aquel beso y el trato que le hice aceptar la dejó un poco perpleja.

Sobretodo el beso.

― Mi libertad está asegurada ¿no? ―Pregunté tomando su mano derecha suavemente.

― Sí. ―Afirmó.― Te ayudaré. ―Abrió los ojos lentamente. Seguidamente mostró una sonrisa encantadora.― A ti y a quien sea, os ayudaré.


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22:10

Escondite

Tras contarle todo el plan que manteníamos en secreto a Ayshane, le dejé claro nuestra intención más obvia.

Escapar.

Aunque al principio le pareciese un poco precipitado todo el plan, después lo analizó y lo encontró adecuado. Sobretodo con la ayuda de Pez.

Él nos diría si alguien venía, él nos protegería desde la oscuridad.

Ayshane se fiaba de todos. Ella también quería ser libre, quería liberar la culpa que tenía retenida en su interior. Aquella culpa de encerrar a tanta gente y dejar que sus compañeros experimentasen con ellos de las formas más horribles que existiesen.

Tras aclararle cualquier duda que en su mente pasase, le expliqué lo de nuestro escondite. También que sabíamos todos nuestras biografías, y que no nos ocultábamos ningún secreto entre nosotros, porque todos sabíamos de todos.

No podíamos ocultar nada.

― Ayshane. ―Saludó Alan. Conocido como Experimento Verde para los compañeros de Ayshane.― Es un placer estar acompañado por usted.

― Lo mismo digo. ―Comentó Misha.― Sobretodo es un placer tener su ayuda. Nadie nos ha querido ayudar nunca, siempre hemos tenido que luchar nosotros solos.

― Es agradable tener un aliado por primera y última vez. ―Agradeció Alan.

Ayshane sonrió.

― Se me hace extraño hablar con todos como si fuerais más que mis pacientes...

― A nosotros se nos hace extraño que nos traten como si no fuéramos humanos ―Dijo Misha acercándose a ella lentamente, quedando cara a cara.― Como si no fuéramos iguales que vosotros.

Ella bajó la mirada al suelo. Sus ojos estaban cristalizados. Una gota recorrió su mejilla y finalmente cayó al suelo.

Una, dos, tres...

El Experimento AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora