Una vez todos reunidos de nuevo en aquel lugar secreto, nadie apartaba la mirada sobre mí. Todo lo que les había contado sobre lo que me había ocurrido en aquel pasillo, sobre mis avances con Ayshane, todo, absolutamente todo, les había impactado.
Misha, Alan, los gemelos, todos, todos me miraban con sus ojos completamente abiertos, asombrados.
Pero por fin, alguien decidió hablar, rompiendo aquel silencio habitado por el asombro.
― ¿Estás seguro que ese tal Pez nos quiere ayudar y no traicionar? ―Preguntó desconfiado Misha, acercándose a mí.
La verdad no tenía pruebas para asegurar que nos quería ayudar, solo sus palabras. Confiaba en sus palabras al igual que confiaba que íbamos a salir al exterior. Nada era del todo seguro, pero igual así quería seguir con el plan.
― No lo sé, pero transmitía confianza. No se le veía como a Kit, no, se le veía buena persona, confiable, llena de esperanzas.
Misha se acercó más a mí y me miró con unos ojos llenos de odio, desafiantes. Era razonable que me mirase así, si conmigo no confió a la primera hasta que me conoció ¿cómo iba a confiar en alguien a quién ni siquiera había visto?
― ¿Entiendes lo que nos estamos jugando acaso? nos estamos jugando nuestras vidas, nuestra libertad. Si confiamos en la persona errónea la oportunidad de escapar se irá al garete ¿acaso este lugar ya te ha vuelto loco? ¡Tan poco tiempo viviendo aquí y ya has sido destrozado!
Puse mis manos delicadamente en el pecho de Misha y le empujé. No quería que estuviera cerca mía hablándome con tal tono agresivo. Tal vez estaba cometiendo un error, tal vez, pero para saberlo debíamos arriesgarnos.
― De momento soy el único que está poniendo el plan en marcha, así que no te quejes porque haya encontrado ayuda de una vez. ―Comenté seriamente.― Tenemos oportunidad de escapar, debemos confiar. Si es un traidor, nos matarán los médicos, pero... ¿qué más da? ―Pregunté mirando a todos. Ellos me miraban con la misma seriedad que la que transmitían mis palabras.― no viviríamos más aquí. Si escapamos seguramente moriremos al no saber sobrevivir por nosotros solos, sin ayuda de los médicos, pero al menos moriremos libres. Tal vez sobrevivamos, no lo sé, pero lo que sí sé es que no lo sabremos si nos quedamos aquí. Si seguimos aquí para toda la eternidad seguramente moriremos de soledad, por algún fracaso de los médicos al operarnos, por cualquier cosa, pero moriremos encerrados.
― Tiene razón. ―Aclaró Alan agarrando del brazo a Misha. Este le miró a los ojos transmitiendo confianza.― Ha conseguido ayuda y la debemos aprovechar si o sí.
― ¡Estáis jodidamente locos! ―Chilló alterado Misha.― ¡este lugar os ha comido el coco! ¿Vosotros respiráis otro aire diferente al mío, no? ―Puso las manos en alto, señalando arriba con ellas, pidiendo ayuda con aquellos gestos.― estáis confiando en alguien que tiene un ojo y otro de diferente color, en alguien que no tiene dientes... estáis confiando en un maldito monstru...
― Monstruo es en lo que te convertirás si sigues hablando. ―Dije molesto. Esta vez era yo quién me acercaba a él.― Si sigues hablando y no actúas, en un monstruo te vas a convertir, te vas a quedar aquí, te van a torturar, te van a matar psicológica-mente, vas a perder la cordura, vas a perder tu dignidad, vas a perdernos a nosotros si no callas y actúas de una vez.
Misha bajó sus manos con las que hacía plegarias de ayuda.
Me sonrió.
― Tienes razón... tienes razón... tienes razón...―Empezó a susurrar aquellas palabras varias veces mirando al suelo y con su mano en la boca, hasta que reaccionó y me miró de nuevo.― Tienes razón... debemos actuar de una vez.
― Eso es a lo que me refiero. ―Me alejé de él lentamente y miré a todos mostrando mi horrorosa sonrisa.― ¿estamos todos juntos o no? porque si alguien no lo está que abandone este lugar, no vamos a perder el tiempo con juegos.
Todos asintieron con la cabeza a mi pregunta, eso significaba que todos estábamos en el mismo bando. Ahora el trato ya estaba hecho, todos habíamos estrechado las manos para conseguir la libertad fuera como fuera. Nadie podría incumplir su trato una vez hecho.
De entre la única oscuridad que había por al final de la sala, pude ver aquellos famosos ojos brillantes, los ojos brillantes de mi amigo Pez.
Decidí saludarle para que supiera que me había percatado de su presencia.
― Vamos, ven. ―Le ordené con un gesto de mano invitándole a estar con los demás.
― Estoy mejor en la oscuridad. ―Respondió con su voz grave.
Todos se giraron y dirigieron sus miradas hacía donde yo hablaba, hacía dónde provenía esa misteriosa voz para ellos.
― Todavía me sorprende un poco tu habilidad para leer los pensamientos, la cual supongo has usado para saber dónde nos encontrábamos todos. ―Comenté sonriendo amistosa-mente.
― La verdad es que ha sido así. Meterme en tu mente y ya saber todo. Si estabais poniendo el plan en marcha debía estar en la reunión.
Misha me miró boquiabierto y con ojos asustados.
― ¿Este es el famoso que nos ayudará? ―Preguntó con un tono un poco alto. Intentó disimular su alteración al ver que Pez era tan extraño físicamente.
― Sí, este es el "famoso" que nos ayudará. ―Afirmé divertido.― ¿algún problema con eso? ―vacilé.
Pude oír como Misha tragaba saliva asustado por el tono con el que formulé mi pregunta.
― No, ninguno.
Asentí con la cabeza al oír la respuesta de Misha.
― Por cierto... ¿cómo has llegado hasta aquí, Pez? ―Pregunté confuso.
― La oscuridad es mi amiga, puedo moverme entre ella, es la única compañía que jamás me abandonará en este lugar.
― Entiendo...- Respondí. Pez se podía mover entre la oscuridad, no sabía cómo, pero podía hacer eso. Era un ser tan extraordinario.― Bueno, entonces, ahora tan solo hace falta que te presentes completamente a los demás.
― Y que nosotros nos presentemos...―Comentó Alan mirándome con una sonrisa nerviosa.
― Créeme que eso no hace falta.
― ¿Qué quieres decir? ―Preguntó aún más nervioso.
― Él ya sabe todo de cualquier persona con tan solo mirarle a los ojos.
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El Experimento Azul
Mystère / ThrillerRay era un estudiante de medicina. Él tan solo debía cuidar pacientes, él no tenía que entrar en aquella habitación prohibida. Por culpa de aquellos documentos confidenciales, su muerte fue asegurada: aunque también olvidada. ¿Olvidada? Él...