Después de aquella orden, Alan se retiró. Se fue de mi cuarto dejándome con una gran responsabilidad, con nuestro futuro en mis manos. Si hacía algo mal, no habría futuro para ninguno de nosotros, viviríamos en el presente día a día, estaríamos cada día en el mismo sitio, parecería que el tiempo no avanzase.
Dirigí mis manos a mi rostro, me lo tapé.
Estaba desesperado.
Demasiada presión.
¿Un monstruo manipularía a su ángel para escapar del infierno?
Ella era mi ángel, mi única esperanza.
¿Me aprovecharía de ella tan solo para ser libre?
¿Ella arriesgaría su propia vida solo para salvar la mía?
Demasiadas preguntas sin respuesta alguna.
Ni siquiera por mucho que razonase las podía responder.
En una guerra no hay bueno ni malo, pero lo que se sabe es que hay que luchar. Tus compañeros mueren, tus enemigos también, pero no puedes hacer nada, debes luchar por ti mismo.
Luchar.
Si hacía falta manipular a mi ángel para asegurar mi libertad, lo haría. Si se trataba de mi vida (de nuestras vidas) si se trataba de mi libertad (de nuestra libertad) si se trataba de sobrevivir, haría cualquier cosa por muy cruel que sonase.
Miles de veces me habían imaginado el mundo exterior, si todo eran pasillos como aquí dentro, o si no había nada. Si la gente era cruel como la de aquí dentro, o si eran una mezcla de la maldad y bondad.
Tenía que verlo, necesitaba ver todo.
Me senté en la cama decidido, sabía que tenía que hacer.
Necesitaba empezar el plan, pero requería a Ayshane, y ella no estaba conmigo en esos momentos.
Haré lo mismo que hice aquel día que la conocí.
Pensé.
Me puse de pie, me dirigí a la puerta y la empecé a golpear. Cada golpe más fuerte, incluso la puerta temblaba. Me sentía más fuerte que la otra vez.
Estaba más despierto.
― ¡Ayuda! ―Grité desesperado.
Necesitaba a Ayshane. Aquella vez ella vino por sí sola, no la tuve que llamar, ella me vino a ayudar inesperadamente.
¿Y si ahora no vendría?
― ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda! ―Grité más fuerte y decepcionado. Me tenía que oír ¿por qué tardaba tanto? ella siempre venía a mi.― ¡Necesito ayu-...
Mis suplicas fueron interrumpidas por aquel tremendo golpe que me di con la puerta en la nariz.
Se había abierto repentinamente, por sorpresa, rápidamente.
Me caí al suelo y pude ver quién entraba a la habitación.
Ayshane.
Me miró desesperada y me levantó del suelo, uniéndonos los dos en un abrazo. Dejaba todo mi peso caer sobre ella, para parecer débil.
― ¿Estás bien? ―Me preguntó susurrando. Tenía tan cerca su boca de mi oreja que se me erizó la piel.
― No mucho ―Opté por responder.
Con esa respuesta se preocuparía más por mí.
― Mejor túmbate en la cama. ―Me ordenó.
Nuestro abrazo se tuvo que deshacer y yo me tumbé en la cama débilmente, como si todo mi cuerpo estuviera roto y destrozado.
― ¿Qué ha pasado exactamente? ―Preguntó ella a la vez que me tapaba con las sabanas.
― Estoy muy cansado como para explicarlo...
No había pensado en ninguna razón, no tenía tiempo de improvisar, así que tan solo mentí.
― Es verdad, lo siento. ―Se disculpó ella mirándome triste.
¿Y yo tenía que utilizar a aquella maravillosa persona? Se me hacía difícil, pero no imposible.
― No te disculpes.
― El caso es que, menos mal estás bien. No podría dormir sabiendo que te encuentras mal.
Aquellas palabras endulzaron mi corazón, me dieron a entender que tenía a Ayshane bajo mi control.
― ¿Por qué te preocupas tanto por mí? ―Decidí preguntar dudoso.
No respondió.
Miró al suelo triste y una lágrima salió de su ojo izquierdo. Esta cayó al suelo, y ella se frotó el ojo lagrimoso.
Me miró nuevamente, sonriente.
― ¿No quieres ir a dar un paseo?
Ella ignoró el tema.
¿Por qué?
Además ¿un paseo?
Después de lo que me había pasado no tenía ni ganas de caminar por aquellos pasillos.
― No me apetece... ya te he dicho que estoy cansado. ―Respondí fingiendo enfado.
― Mejor nos quedamos aquí entonces...
El silenció dominó la habitación.
Deseaba estar con ella pero nunca habíamos estado juntos de tal forma. Tan solo la veía de vez en cuando, y era extraño que estuviera conmigo más de un minuto o dos.
― ¿Eres igual con los otros pacientes? ―Decidí preguntar para romper el silencio.
Era una duda que siempre había tenido.
― No. A todos los trato con amabilidad obviamente, pero a ninguno lo trato igual. Cada uno tiene algo especial y deben ser tratados de una forma.
Me alegraba que no me tratase igual a todos, pero me entristecía que dijese que todos eran especiales para ella.
― ¿Yo qué tengo de especial?
― Eres diferente a todos si te soy sincera... tienes algo único, no sé qué es, pero es algo único.
― Tal vez mi apariencia. ―Le aclaré triste.
Me miró enfadada y se acercó más a mí. Nuestros ojos estaban muy cerca, podía ver sus labios perfectamente, como si tuviera una lupa.
― Tu apariencia no tiene nada de malo.
Después de aquellas palabras me miró tierna-mente, como si viera en mi felicidad, como si observarme fuera hermoso. Seguidamente dirigió su mirada a mi mejilla derecha, acercó sus labios lentamente y la besó.
Sus labios eran tan suaves, finos, agradables.
Es como estar en el paraíso.
Se alejó de mí lentamente y manteniendo una sonrisa brillante en su rostro se dirigió hacia la puerta.
― Me tengo que ir o tendré problemas. Estoy dejando a los demás pacientes abandonados por tu culpa.
Sonrío dulcemente y finalmente se fue.
¿Desde cuándo un ángel besaba a un monstruo? ¿A caso pensaba que podría salvar el horror que había en mí? No debía volverme débil por ella, debía volverme más fuerte al saber que la tenía controlada.
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El Experimento Azul
Mystery / ThrillerRay era un estudiante de medicina. Él tan solo debía cuidar pacientes, él no tenía que entrar en aquella habitación prohibida. Por culpa de aquellos documentos confidenciales, su muerte fue asegurada: aunque también olvidada. ¿Olvidada? Él...