11. Vivir o Morir

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Contemplaba mi habitación asombrado.

Después de que Susan me obligase a tumbarme en la cama y se fuera, no le paré de dar vueltas a lo ocurrido. Mi mente me informaba de que todo había sido real, nada ficticio. Pero las palabras de Susan, aquellos médicos ayudando a levantarme, me hacían dudar.

¿Qué diferencia había entre la realidad y la ficción?

Esa era la gran pregunta que no paraba de resonar en mi interior.

Tantos problemas habían surgido desde mi llegada, estaba siendo un fracaso de experimento para el Dr. Zunbach, no estaban surgiendo las cosas como él pensaba.

Eso le frustraba.

Le frustraba tanto que por cualquier cosa se alteraba. Sobretodo se frustró cuando vio que sabía hablar antes de lo previsto.

Dejé de dar vueltas a lo ocurrido.

Lo que tenía que hacer era contárselo a Alan fuera real o no.

Acomodé mi cabeza en la almohada, necesitaba descansar, pero se abrió la puerta de mi habitación.

Me asusté.

Al ver quién era me tranquilicé.

Era Alan.

Era como si él viviera en mi mente y apareciera cuando fuera necesario.

― ¿Qué haces aquí? ―Pregunté susurrando.― ¿Cómo has podido entrar aquí?

― La llave mágica. ―Comentó riendo. Entró a mi cuarto finalmente y cerró la puerta con llave, como si nadie hubiera entrado, como si no hubiera pasado nada.― ¿Todavía te sorprenden mis acciones?

Esa pregunta era un tanto complicada de responder.

Él siempre hacía cosas que me sorprendían a cada momento, pero para él ya era normal, no era sorprendente.

Teníamos dos puntos de vista diferentes.

― ¿Estás seguro que nadie te ha visto entrar? ―Pregunté preocupado. Si alguien le había visto entrar nos estábamos cavando nuestras propias tumbas.― Esos médicos son muy extraños. Saben todo siempre.

― No me digas lo que ya sé, Ray. ―Respondió con una sonrisa. Siempre parecía feliz.― Y no, nadie me ha visto entrar, créeme.

No sabía si creerle después de las indirectas que había tenido por parte de Kit anteriormente.

― Deberías tener más cuidado...―Advertí mirándole seriamente.

Él se sentó al pie de la cama y apoyó sus dos manos en ella. Seguía con una sonrisa dibujada en su rostro. Sus ojos demostraban seriedad aun así.

― ¿Quieres decirme algo? ―Preguntó pidiendo una respuesta directa.

― Creo que Kit sabe algo.

En ese momento se le borró la sonrisa de la cara.

Se encontraba perplejo.

― ¿Te ha dicho algo que lo demuestre?

― Me ha dicho exactamente "Tenía la sensación de que habían pacientes despiertos, pero ¿serán imaginaciones, no?" ―Aquella frase se me había quedado grabada en la mente, igual que el nombre de un muerto en su lápida. Tan solo recordarla me provocaba escalofríos. Sentía como si estuviera a punto de morir.― ¿No crees que es suficiente como para dejarnos de juegos?

El Experimento AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora