9. ¿Quién es Susan?

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― Despierta Rebelde. ―Me susurró en la oreja una voz hermosa que transmitía felicidad.

Aquella voz que me despertó, aquella hermosa voz, era la voz de Ayshane.

Abrí mis ojos lentamente y me giré para poder ver su bello rostro. A parte de alegrarme por oír su voz, me alegraba empezar un nuevo día y que ella fuera la primera persona que mis ojos vieran.

Era un sentimiento hermoso.

― Eres la primera persona que despierto tan rápido. ―Comentó riendo.― Me alegra que seas así, que quieras empezar el día con energías. O al menos eso es lo que parece, nadie sin ganas de vivir se despertaría tan feliz como tú. Esa sonrisita no se puede ocultar.

Reí, aunque me avergoncé un poco por no saber ocultar mi sonrisa al verla a ella. No tenía ganas de vivir, siendo sincero, pero si me despertaba ella cada día tenía una esperanza por la cual seguir.

Oír su voz y verla sonreír.

― Buenos días, Ayshane.

Por fin le hablé.

Por fin oyó mi voz.

― ¡Pero si hablas! ―Exclamó alegre ella.

Aunque yo le mostrase que no tenía dientes, ella seguía mirándome con una gran sonrisa, con una mirada hermosa. Me seguía tratando dulcemente.

Sentía como si estuviera sometido a un hechizo creado por ella.

Me tomó la mano izquierda (que la tenía fuera la sabana) y la apretó. No entendí el porqué, pero su mirada ya no estaba tan viva.

Me miraba triste.

― Me alegro que hayas hablado, de verdad. La mayoría de personas que hay aquí les cuesta mucho hablar, aprender, y ver que tú has aprendido tan rápido me enorgullece.― Miró hacía la mano que me tomaba y sonrío.― Eres luchador.

Aunque sus palabras me hicieran sentir fuerte, no era luchador. Las palabras me salieron por si solas, aprendí a caminar porque si no sería un inútil. No me consideraba un luchador, tan solo un superviviente más de aquel espantoso lugar.

― Estoy muy contenta. ―Apretó más su mano con la mía. No voy a negar que sentir su mano, sentir que nuestras manos estaban unidas, me hacía sentir mejor.― Me quedaría todo el día hablando contigo, pero debo ir a visitar a más personas, como siempre...―Dijo triste.― Kit vendrá de aquí poco y empezaréis con algún tratamiento.

Mi sonrisa desapareció.

Ahora pude expresar con mi mirada que estaba asustado.

Ella lo notó, ya que se rio.

― No te preocupes, no te hará nada. Puede parecer alguien malvado, pero en realidad es buena persona.

No estaba seguro de aquello. Aunque me lo dijera Ayshane, seguía sin confiar en Kit. Su sonrisa escalofriante me asustaba, sus palabras, sus preguntas, todo, todo me hacía desconfiar de él.

Igualmente asentí con la cabeza.

― Si tú lo dices será cierto. Supongo.

Ella sonrió y separó nuestras manos. Se dirigió hacia la puerta y me miró con la misma sonrisa de siempre.

― Me debo ir.

Siempre se tenía que ir.

Me dolía no poder pasar más rato con ella, con mi ángel, aunque ella tan solo me considerase otra persona más de las que cuidaba, yo la consideraba un ángel.

El Experimento AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora