EDICIÓN// MIEDO || Liam Payne || Libro #1

ÚNICO EXTRA

Estiro sus dedos y gimoteo cuando movió su bracito sintiendo el tacto de las sábanas bajo su cuerpo.

- Todo está bien, pequeño, no tengas miedo. -recordó su sonrisa, aquella que jamás olvidaría-. Yo estoy aquí, mami te protege.

No sabía dónde estaba, ni siquiera su mami que le prometió que estaría siempre a su lado. Sus ojitos se abrieron apenas escucho la voz de su papi en la habitación, se escuchaba enojado, muy molesto, pero no hablaba solo, hablaba con otro hombre que aún no reconocía.

- ¿Papi...? -una lágrima cayó por su mejilla cuando una punzada llego a su brazo derecho, cada vez que lo movía dolía más-. ¡Ah! ¡Papi, papi!

Los pasos pronto se intensificaron cuando estuvo cerca de su pequeño hijo, acarició con delicadeza su mejilla mientras besaba su frente con ternura. Poco a poco el hombre le explicaba sin muchos detalles el accidente que había sufrido, su brazo había sido enyesado por un quebramiento de hueso por la caída al asfalto.

- ¿Y mami? -el pequeño Liam había dejado de llorar, mantenía su brazo dañado sin moverlo como le había dicho su padre-. Mami dijo que estaría aquí, conmigo, ¿Dónde está mami? -intento mover su cabecita en diferentes lugares de la habitación blanca, pero el yeso en el brazo no lo ayudaba mucho a movilizarse-. Papi... ¿Mami fue al baño? ¿Vendrá pronto? ¿Por qué lloras, pa'?

Aquella noche, la noticia había dejado con el corazón roto a dos hombres y a un pequeño niño que presencio la muerte de su madre cuando lo tuvo abrazado todo el tiempo en espera de alguna ayuda. Odiado desde el primer momento por su tío más querido y después de su recuperación completa a causa del accidente sintió pronto la soledad, el alejamiento de su padre. Desde que le quitaron el yeso del brazo y pudo movilizarlo para realizar diferentes actividades, luego de varias terapias, Jared encontró un nuevo trabajo.

Desde que su papi encontró trabajo, dejo de verlo muy seguido en casa y cuando tenía solo unos mínimos minutos, Jared le ponía excusas al pequeño diciéndole que estaba cansado y debía dormir. A la inocencia del pequeño niño de 6 años creía en su papi, sabía que no debía molestarlo cuando trabajaba o se quedaba hasta altas horas de la madrugada en su despacho con la puerta cerrada, sabía que si molestaba, papá le gritaría y se enojaría.

No quería a papi enojado, pero solo fue una noche que tuvo una pesadilla y no supo a dónde acudir.
- ¿Papi? -trago saliva cuando dio dos toques a la puerta de su oficina-. ¿Estás ahí?

Sus pequeñas manos se levantaron hacia la manija y con sus fuerzas abrió la vieja y pesada puerta. Parpadeo y arrugó su naricita cuando un olor asqueroso se infiltro en sus pulmones, aquel hedor le recordaba cuando su padre llevaba en la boca un palito blanco y en la punta una lucecita desprendiendo casi el mismo olor, mami se molestaba cuando tenía esa cosa y lo obligaba a botarlo a la basura. Sin importarle mucho, camino por toda la habitación en busca de su papi y poder abrazarlo, contarle su horrible pesadilla.

- ¿Qué haces aquí? -se estremeció hacia la voz y arrastró sus rodillas fuera del escritorio-. ¿Cuantas veces te he dicho que no entres, uh?

- Es que... Te...tengo miedo, papi. -su cabeza estaba abajo y su mirada seguía en la punta de sus zapatos, sus dedos se estrujaban en la tela de su pijama-. Tuve una pesadilla, tengo miedo.

El hombre gruño dejando el cigarrillo en el cenicero cerca de su escritorio y camino a paso seguro a su hijo, Liam comenzó a llorar en el cuello de su padre cuando después de mucho tiempo volvía a sentir los brazos grandes del hombre abrazándolo. Solo duro una cosa de pocos minutos cuando volvió a su habitación y una advertencia de no volver a fastidiarlo en su oficina por tonterías, el niño lloraba desconsolado pegado a su almohada y temblando a volver a dormir.