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EDITADO

Los músculos quemaban por la fuerza que usaba al correr, los latidos de mi corazón bombeaban con fuerza dentro de la caja torácica y mi respiración estaba entrecortada al seguir con la carrera que me obligaban a dar.

Mis zapatillas gastadas rechinaron en la acera de las calles deshabitadas al apretar la corrida hacia algún lugar seguro, trague saliva al fijarme que había quedado en un lugar sin salida y los latidos presenciándose en mis oídos tan fuertes. Todo el lugar estaba oscuro, mi visión se pasó de pronto en la torre de bolsas de basura y el olor fétido entrar a mi nariz. Logré escuchar a tiempo cuando los pasos apresurados que había dejado a mis espaldas estaban más cerca, rápidamente me cubrí con el montón de bolsa y me cubrí por completo con el oriundo hedor.

- ¡No te esconderás tan fácil, muñeca! -la frase salió cantarina de uno de mis golpeadores-. ¡Vamos cariño, ¿no me quieres mostrar ese trasero?!

Ni siquiera me moví cuando los pasos caminaban en diferentes direcciones de aquel callejón, cerré mi boca y mis ojos con fuerza, rezando en mi cabeza de no ser encontrado. Solté un gemido cuando la bolsa que cubría mi cabeza se levantó de un tirón, sollocé con dolor cuando una mano apretó con fuerza mi antebrazo lastimado y me tiraban hasta chocar con el frio suelo.

- ¿Creías que no te encontraríamos? ¿Eh? -una patada colisionó en mi estómago, negué con la cabeza en desesperación que se detuvieran.

- Por...por favor, Kel...Kellin...

- ¡Cállate! -apreté mis labios cuando me levanto del suelo, seguía sin abrir los ojos, no quería ver sus ojos azules llenos de furia.

Y toda esta tortura comenzó cuando lo llame aquella noche cuando mi tío, luego de un severo castigo de huir de casa, Kellin me insulto de la peor forma, dejando que mis cinco minutos de valentía cuando le respondí se vayan a la mierda al darme cuenta de mi gran error.

Caí al suelo de espaldas cuando sus brazos jalaban de mi camiseta hasta hacerme rodar por el suelo, gimotee cuando sabia de lo que vendría después y pegue mi mejilla al suelo para no lastimar mi mentón. Mis lágrimas caían en silencio cuando sus dedos se introducían en mis pantalones y jaloneaba la tela hasta tenerla debajo de mis glúteos, en mi cabeza solo me decía que pronto un ángel vendría a mi rescate. Pero seamos realistas, nadie vendría a ayudarme.

- ¡Ja! ¿Y esos arañones, puta? -la risa del pelinegro llego de mis espaldas, grite de dolor cuando sentí un azote en una de mis nalgas, el escozor de las heridas seguía latentes en mi piel e inútilmente intente esconder mi trasero a la vista de esos abusadores con mis manos, pero como tan rápido lo hice, tan rápido fui tomado de las muñecas y colocadas arriba de mi cabeza-. Ay, muñeca rota... ¿John es muy duro contigo, uh?

- So...solo termina. -solté un suspiro en señal de cansancio y dejé de luchar-. Qu...quiero irme, po...porfavor.

- Ow, no te preocupes, muñeca. -el sonido del bajar de su bragueta se escuchó pronto y sentí la punta de su miembro justo en las mejillas de mi trasero lastimado-. Tan pronto como termine, ellos lo harán también, ¿o no chicos? -llore cuando sus dedos apretaron mis caderas, aquello dejara marcas moradas en la piel-. Ahora... ¿Quién es el perro, hijo de puta?

Mi respiración no podía controlarla, intentaba regularla, pero el miedo de ser violado por 3 personas no dejaba que el aire entrara a mi nariz. Mis intentos de ser soltado eran en vano, no cuando uno toma mis muñecas con fuerza y otro está tomando de mis tobillos para evitar patear. Me sentía vulnerable, débil, me sentía...patético.

El último recurso que se me ocurrió fue gritar, intentar que al menos alguna persona se apareciera y me ayudara o que simplemente los ahuyentara, pero fue inútil cuando las manos de Kellin fueron a mi boca y susurrando que si volvía a intentarlo sería peor mi castigo. Simplemente asentí con la cabeza cuando me pregunto que lo tenía claro y deje mi mejilla pegada al suelo cuando estaba a punto de follarme, pero el peso de su cuerpo desapareció dejando en reemplazo el frio de aquel lugar chocar en mi piel desnuda.

Cubrí mi rostro con mis brazos al tiempo que mis muñecas fueran soltadas de un tirón y junté mis piernas intentando esconder mis partes íntimas, mi cuerpo comenzó a temblar cuando los gritos se hicieron presente en todo el ambiente.

- ¡Esto no se quedará así, Liam!

No pude cerrar mi boca cuando un par de manos grandes frotaron mi espalda y otras en mi cabeza, juro que lo intenté, pero era imposible cuando aún el miedo recorría en mis venas. Grite, llore y apretaba mis puños aun con los ojos cerrados, deseando que todo acabara de una vez e ir a algún lugar seguro.

- Shh, shh...-aquellas manos en mi espalda fueron en dirección en mi cabeza, acariciando con delicadeza mis cabellos-. No te haremos daño, shh...

Las caricias de mi cabeza seguían siendo delicadas como si temieran que fuera a romperme, detuve mis sollozos hasta solo hipar en silencio y en lentitud abrir mis ojos. Mis labios se entreabrieron un poco al ver a dos chicos mirándome atentamente, me sentí un maldito bicho raro por segundos cuando el chico de rulos que tomaba mi cabeza frunció las cejas y el chico de cabello rubio sonreía sin motivo alguno.

Me sentí pequeño, pero segundos después una corriente de aire helado choco en mis piernas desnudas, sentí el sonrojo de mis mejillas cuando el chico rubio se acercó a mis pantalones y los acomodo junto a mis calzoncillos hasta cubrir mi intimidad.

- ¿Q...que quieren? -mis ojos se aguaron de nuevo cuando tuve al chico rubio en mi campo de visión-. ¿Po...por qué me defendieron? ¿L...les debo a...algo?

El chico de rulos, que aún seguía mi cabeza apoyada en su regazo, se acomodó en el suelo hasta que mi cabeza estuviera de lado sin dolor.

- ¿Te encuentras más tranquilo? -dudé un poco por responder, pero asentí con la cabeza-. Mi nombre es Harry Styles, y mi amigo aquí es Niall Horan.

- L...Liam...-apreté mis labios, no quería decir mi apellido.

El chico mayor asintió con la cabeza, como si la respuesta le bastara. Realmente no sabía lo que pasaba, pero poco a poco mi corazón volvía a su ritmo normal, sintiéndome más tranquilo y relajado. Me sentía...seguro. Pero eso era nada más por el hecho que ellos detuvieron a Kellin y lo ahuyentaran, pero aun temía que sí hacia un movimiento en falso y ellos me la cobrarían.

Cerré los ojos con fuerza cuando las manos de Harry se levantaron sobre mi cabeza, y esperé el golpe. - Oh, Liam, no te haré daño. -mis dientes tiritaron cuando las manos de Harry se pegaron a mis mejillas y acariciaron suavemente mis pómulos-. Estas muy delgado. -medio sonrió cuando nuestros ojos conectaron sin dejar de acariciar mi piel-. Escúchame, te cargare para ir a mi casa y curarte las heridas, ¿sí?

Negué con la cabeza efusivamente, dejando que las manos del chico soltaran mi rostro; sentí un pinchazo venir en mis cienes y mi visión se puso borrosa por dos segundos que creía que en un rato me desmayaría. No estoy apto para decidir, aquellos dos chicos harían lo que quisieran con mi cuerpo después de todo; ellos no me ayudarían ni por haberles dicho mí nombre. Solo bastaron un par de minutos de caminata cuando mis parpados se hacían pesados del cansancio y sin más dejar mi consciencia en la total oscuridad.

EDICIÓN// MIEDO || Liam Payne || Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora