8 años después...
— Charlotte Fairbelle— llamó Pauline Walker, la maestra de literatura—. Por favor, pasé al frente.
Con el pasar de los años, Charlotte parecía ser la misma; una dulce e inocente criatura. Su cabello seguía tan negro como la noche, sus ojos tan azules como el mar y sus labios tan delicados como una rosa.
— Puede empezar cuando quiera señorita Fairbelle— dijo aquella mujer, de unos cuarenta y tantos años de edad, que presentó un repentino interés en la joven.
Siempre había sido de pocas palabras, por lo tanto, sus maestros procuraban aprovechar cada oportunidad que se les presentaba para que Charlotte hablara.
Suspiró y sostuvo con fuerza la hoja de papel que se encontraba entre sus frágiles manos.
— Un cuervo, un reino un solo destino
Encuentra la ruta que a casa te lleva,
Mas ten cuidado antes de que llueva,
Porque gotas de sangre cubrirán el camino.Oh viajero, que solo te encuentras,
Aléjate del bosque tanto como puedas.
O sino con las bestias te cruzarás,
Y vivo de esta no saldrás.Su voz era delicada pero apenas audible. Pauline le pidió que le repitiera, a lo que ella se negó moviendo su cabeza y puso la hoja en el escritorio de la maestra, buscando inmediatamente su asiento.
Pasaron otros tres estudiantes al frente y, finalmente, la campana había sonó.
Charlotte no se apresuró; guardó sus cosas con paciencia y salió del aula, dirigiéndose ahora a la salida de la institución.
— Fairbelle—la llamó una voz conocida por muchos estudiantes: Natalie Parker. Una chica "popular", de cabello rubio ceniza un poco más alta que Charlotte. Obviamente su intención no era felicitarla ni elogiarla—, qué interesante poema el que has recitado en la clase de literatura. ¿En qué película de terror te inspiraste?
No hubo expresión alguna en el rostro de Charlotte. Simplemente acomodó su mochila, dio la vuelta y continuó con su camino.
— ¡Oye! ¿Acaso no me escuchaste?—dijo de nuevo la rubia—. ¿Te comieron la lengua los ratones o qué? ¡Te estoy hab...!
— Te he escuchado perfectamente— interrumpió la peli-negra—, pero prefiero usar mis palabras en una conversación que valga la pena, con alguien intelectualmente estable.
Natalie no hallaba que responder, pero ya era tarde para eso: Charlotte ya se encontraba lejos.
Ella nunca fue una chica tímida, pero si era bastante callada. Para ella había una clara diferencia entre estas dos palabras.
El fresco aire de otoño soplaba por las calles de la ciudad, y por estas se podían apreciar las extravagantes decoraciones de aquella época: calabazas con caras tenebrosas, tumbas falsas en los jardines y fantasmas colgados en las puertas. Halloween estaba a tan solo 2 días.
De la escuela a su casa había tan solo media hora caminando, pero Charlotte prefería tomar el camino más largo: una ruta por el bosque. Aquel silencio la tranquilizaba y la hacía sentir segura, además, sentía alguna conexión con el lugar.
Una hora después ya estaba en casa, con sus padres esperándola. No eran del tipo "sobre protector", pero tampoco descuidaban a su hija. Le daban libertad de salir, siempre y cuando regresara a la hora establecida. Siempre regresaba antes.
— Hola Charlie — saludó su madre—. ¿Cómo estuvo la escuela hoy?
No hubo respuesta, como era de esperarse. Un asentimiento fue suficiente para dar a conocer dos posibilidades: o había estado bien o no había estado tan mal. Claro que, como cualquier chica de su edad, la respuesta habría sido la segunda opción.
— Me alegra— comentó su madre, dispuesta a decir algo más, pero en lugar de esto se produjo un largo silencio.
Unos segundos después bajó su padre, vistiendo un poco elegante.
— ¿Por qué aún no se han vestido? No queremos llegar tarde.
Charlotte miró extrañada a su madre. ¿Llegar tarde a qué?
— Tenemos una cena familiar pre-cumpleaños— dijo su padre con todo el entusiasmo posible.
Imposible. De ser una cena familiar pre-cumpleaños, todos sus familiares habrían ido a su casa.
— No sabes mentir— dijo Charlotte, subiendo un poco más su apagada voz—. ¿A dónde vamos realmente?
Sus padres se miraron fijamente a los ojos, discutiendo mentalmente quién le diría.
— Tu hermana se va a casar— dijo su padre finalmente.
¿Su hermana? No. Esa mujer jamás fue, es ni será su hermana; solo una desconocida más.
— No iré— comentó ella, subiendo a su habitación como si nada hubiera pasado.
— ¡Charlotte, ven aquí!
Su madre la llamaba suplicante. Si pensaba que ella tenía una mala relación con Nicole, su madre tendría una relación pésima. Por supuesto Charlotte y Nicole compartían el mismo padre, pero no la misma madre. Y Nicole culpaba a Selina por aquello.
— Madre, no tienes que ir si no quieres, puedes quedarte aquí conmigo.
Los ojos de Selina comenzaban a humedecerse, y Charlotte odiaba aquello.
— Lo mejor sería demostrarle a Nicole lo feliz que estamos por ella, para hacerle entender que queremos dejar aquellos malentendidos en el pasado, ¿lo harías por mi?
Haría hasta lo imposible por su madre. Esperaba que su paciencia durará por lo menos dos horas.
Miró a su madre y se acercó lentamente a ella. Limpió las pocas lágrimas que habían escapado de sus ojos y esbozó una débil sonrisa. Su madre murmuró un "gracias" a su pequeña.
No se arregló mucho: un vestido azul claro, como el color de sus ojos, y unos zapatos bajos color crema. Su cabello lo recogió en una trenza sencilla y se aplicó una mínima de brillo labial. No necesitaba maquillaje porque, aunque ella lo negara, su belleza era natural.
Unos minutos después (muy pocos para el gusto de Charlotte y de su madre), ya estaban frente a la casa de Nicole. La verdad no quedaba muy lejos de su casa y mucho menos del bosque. Probablemente lo único bueno de este lugar: podía escapar en cualquier momento.
— Cariño— dijo su padre, dirigiéndose a su madre—, procura no decir nada que enoje a Nicki. Ya sabes que cuando está molesta se desquita con cualquiera.
Su madre asintió y tomó a su esposo del brazo. Ella siempre fue su modelo a seguir después de todo. Admiraba su valentía y su fuerza de voluntad. Probablemente amaba muchas cosas de ella, pero ahora mismo solo podía pensar en los fuerte que era.
Tocaron el timbre dos veces y para su suerte, fue su prima quién abrió la puerta. Claro, su rostro no reflejaba que allí dentro pasará algo bueno.
— Creo que han llegado en el peor momento.

ESTÁS LEYENDO
Underground
Kısa HikayeAquí en Dixia nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Ten cuidado con quien formarás una alianza, porque es tu vida la que pones en juego.