En el interior de la casa no se escuchaba más que el leve sonido de las respiraciones de los invitados y, claro está, los gruñidos de Nicole.
— ¿A qué se debe su mal humor? —preguntó Michael.
— Selina, espero que no te sientas mal por esto pero, como muchos ya sabemos, no eres bien recibida por Nicole — respondió la prima de Charlotte, Irina.
— Irina, estoy al tanto de ello, pero la invitación ha sido general. Aquello me incluía también en esta reunión.
— Al parecer, Nicole era la única que no estaba enterada.
Charlotte se sentía nerviosa. No por ella, por supuesto; le preocupaba su madre. A pesar de ser una mujer fuerte, no sabía si podía soportar la ira de su media hermana. De cualquier forma, sus facciones permanecían indiferentes, como siempre.
Después de una profunda respiración por parte de su madre, entraron con tranquilidad en aquella casa, donde lo primero que percibieron fue la tensión del ambiente y una evidente mirada de odio hacia Selina por parte de Nicole. Ella simplemente lo ignoró y los tres siguieron su camino hacia una gran mesa, donde se encontraban ya todos sentados.
La primera en romper el silencio que envolvía el ambiente fue Selina, esperando decir las palabras correctas.
— Nicole — comenzó ella —, sé que no esperabas verme en esta velada, pero quiero que sepas que he venido a darte mis sinceras felicitaciones, y espero que esta unión te haga inmensamente feliz.
Una sonrisa maliciosa surcaba en el rostro de la joven, fastidiada por la aparente amabilidad que emanaba Selina.
— ¿Crees que con una simples palabras puedes compensar lo que le hiciste a esta familia? — preguntó Nicole sin esperar exactamente una respuesta.
Selina estaba a punto de justificarse, de decirle que aquella nunca había sido su intención, pero Nicole la interrumpió, subiendo cada vez más su tono de voz.
— ¡Arruinaste mi familia, y ahora pretendes que te perdone y finja que no pasó absolutamente nada! De no haber sido por tu egoísmo, habría tenido a mi padre junto a mí.
Su enfado no se limitó solo a gritar hasta quedarse sin voz, sino levantarse de su asiento y dar a entender su posición en aquel momento.
— Eres una desconsiderada — continuó la joven —, solo puedes hallar la felicidad arrebatándosela a los demás, ¡tuviste que llegar al punto de separar a mis padres! Nunca te ganarás mi respeto ni el de mis conocidos, y espero que después de hoy no vuelvas a poner un pie en mi hogar, o si no...
— ¡Basta! — gritó Charlotte, levantando la voz como nunca lo había hecho. De hecho, sus gritos serían el tono que una persona utilizaría en una conversación normal —. ¡¿Quién te ha dado el derecho a ti de tratarla de esa manera?! No sé si lo has notado, pero a pesar de todo, mi madre sigue siendo humana, y tiene un corazón hecho de carne, a diferencia de ti; sigo cuestionándome si en realidad tienes la capacidad de amar a alguien. Sinceramente, eres la última persona a la que querría ver el resto de mi vida, y viendo que mi madre no es bienvenida en lo que tú llamas hogar, será mejor que yo también me vaya.
Se levantó con poca delicadeza de su asiento y tomo a su madre de la mano, dispuesta a salir de la casa. Una lágrima ya caía por el rostro de Selina, pero estaba llena de orgullo y felicidad al ver la pasión y la fuerza que tuvo su hija de levantarse y proteger a su madre, de demostrar cuanto la amaba.
— Madre, ve a casa — le aconsejó la chica, volviendo a su delicada y angelical voz —. Si mi padre sale dile que se quede. Nicole es su hija después de todo, es su deber acompañarla hoy.
— ¿Tú que harás? — preguntó Selina, acariciándole el cabello, como cuando Charlotte era mucho más pequeña.
— No te preocupes por mí, voy a dar un paseo hasta tarde — respondió abrazándola, seguramente para transmitirle tranquilidad —. Por favor, no me esperes despierta.
Si, tal vez no era algo habitual que se quedara fuera tanto tiempo, pero su madre asintió y dejo marchar a su hija.
Mientras tanto, ella se alejaba por el sendero que conducía al bosque. Si, allí podía perderse libremente en sus pensamientos; sin interrupciones, sin medias hermanas molestas, sin gritos. Solo el sonido del viento, que hacía bailar a todo lo que lo rodeaba. Los árboles eran la atracción principal del lugar, y si sabías escoger el correcto, a lo lejos podías divisar el río que atraviesa la cuidad.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la pureza del bosque. Se podía escuchar uno que otro pájaro cantando, y a medida que pasaba el tiempo, el sol se iba alejando. Lo que para Charlie fueron unos minutos, para su padre fueron horas. Horas que parecían nunca acabar.
Mientras tanto, la joven seguía caminando por el bosque, decidiendo subir a la copa de un árbol que se veía bastante alto, para así contemplar el atardecer. No era aquella típica chica que se alocaba por ver el atardecer. Jamás. Simplemente le gustaba contemplar y guardar el momento en su memoria: aquel donde los tonos cálidos se mezclaban con los fríos, dando paso a la oscuridad y serenidad de la noche. Ah, la noche. Su momento favorito para pensar. Claro, a esta hora la temperatura descendía, y la fresca brisa despejaba su mente.
Bajaba cuidadosamente del árbol, guiándose por la poca luz que le brindaba la luna, pero al bajar, la oscuridad dejó de ser un problema.
Una luz, un resplandor incandescente, casi cegador, flotaba libremente en el aire.
« Imposible, es completamente absurdo que la luz se sostenga así como así. » pensó Charlotte.
Dispuesta a tocar aquel destello, se acercó lentamente. Antes de que pudiera pasar su mano sobre él, desapareció.
« Claro, no han sido más que imaginaciones mías. »
Antes de poder dar la vuelta y tomar un camino distinto, otra luz apareció, seguida de muchas más, que se unieron hasta formar la silueta de una persona.
Perpleja, se acercó de nuevo, y esta vez, la luz no desapareció. No estaba segura de qué estaba hecho exactamente, pero era sólido, como un verdadero humano. La silueta comenzó a caminar, hasta dar en un punto donde no había más que ramas y hojas secas. Con un rápido movimiento, el suelo se abrió, y unos escalones se formaron dirigiéndose hacia lo más profundo, probablemente hacía una cueva.
Por supuesto la curiosidad le ganó, pero la brillante silueta, con una voz cristalizada, le advirtió que tuviera cuidado por donde pisaba, y le deseaba suerte. ¿Suerte? Si, tal vez encontraba algún tesoro en aquella cueva.
Antes de marcharse, 'el hombre de luz' le tendió una extraña lámpara, casi tan brillante como él. Evidentemente la necesitaría para ver. Asintió con la cabeza, agradeciendo por lo que ella ya había considerado un regalo y se adentró en la profundidad de la cueva.
Como era de esperarse, había telarañas y un poco de humedad en las paredes. A pesar de usar zapatos bajos, el sonido de sus pisadas podía escucharse con mucha claridad, pero toda la emoción fue disminuyendo, siendo sustituida por preocupación. Esto empezaba a darle mala espina.
Antes de que pudiera seguir pensando, olvido seguir mirando con su lámpara el camino, y cayó hacia quién-sabe-dónde. Lo último que recordó antes de perder la conciencia es una flecha atravesando uno de los pliegues del vestido azul, y una mata de cabello rojo acercándose rápidamente hacía ella.
![](https://img.wattpad.com/cover/54968792-288-k344973.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Underground
Short StoryAquí en Dixia nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Ten cuidado con quien formarás una alianza, porque es tu vida la que pones en juego.