Por quien late su corazón

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Al escucharlo decir eso me di cuenta de que nunca antes había estado tan nervioso por hacer algo. Así es, Jack Frost esta nervioso, aquel chico bajo mi cuerpo me tenía muriéndome de los nervios y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

-¿estás seguro? –él asintió y girando un poco la cabeza con los ojos cerrados respiro profundo

-solo ten cuidado... es mi primera vez

-lo tendré. –la ropa comenzaba a molestarme, y a pesar del frio viento que corría fuera de la cueva sentía que me sofocaba. Mi chaqueta fue a parar muy lejos en algún lugar que en ese entonces no tenía importancia. Sus piernas habían bajado, ya no estaban aferradas a mi cintura sino que descansaban lado a lado de mi cuerpo, tenía a Hiccup frente a mi tan vulnerable que hasta me sentía culpable de lo que estaba a punto de hacer.

Mis labios fueron a parar a su pecho, dejando un camino de besos hasta llegar a su pezón izquierdo, donde me detuve a lamer y morder a mi antojo dejándolo erguido y marcado con los dientes. Mis manos se movían sin parar por sus costados, delineando cada centímetro de su cintura y sus caderas. Tan estrechas y suaves, se amoldaban perfectamente a cada toque como si hubieran sido hechas para eso.

Hiccup se retorcía, tal vez por el placer, tal vez por las cosquillas, de cualquier modo estaba sonriendo mientras decía mi nombre entre jadeos, era música para mis oídos.

Fui bajando por su torso, no me resistí a la tentación de meter la lengua en su ombligo. Dio un respingo seguido por mi risa, estaba al borde de su pantalón tanteando con los dedos la tela del bóxer. -¿puedo?

-adelante... -entonces lo desabroche y baje a la altura de sus rodillas, tenía a plena vista y para mi deleite una de las imágenes más eróticas que había visto. La fina tela pegada a su miembro que había comenzado a levantarse hacia que me relamiera los labios de puro imaginarme como seria tocarlo, tenerlo para mí solo. Su respiración agitada hacia que su pecho subiera y bajara, todo eso acompañado de sus ojos entreabiertos esperando a que hiciera mi siguiente movimiento.

Lo toqué con mi mano apenas haciendo presión, pero fue suficiente para que soltara un sonoro gemido que hizo eco en las paredes de la cueva. Esto iba a ser divertido.

Baje su ropa interior para liberar el miembro de Hiccup, lo tomé entre mis dedos sin quitar la vista de la cara del pequeño pecoso que era toda una obra de arte. Con las mejillas sonrojadas y respirando por la boca... se veía precioso. Estaba moviendo la mano de abajo hacia arriba, no tenía muy claro qué demonios estaba haciendo pero, sea lo que fuese parecía que al menor le estaba gustando. Hiccup se había llevado el antebrazo a la cara para cubrirse, fue entonces cuando aproveché de bajar la cabeza a la altura de su entrepierna y meterme su miembro de una vez a la boca.

-¡¡J- Jack!! –dijo exhalando el aire. –n-no hagas eso... -me levante para verlo sin dejar de sonreír

-no puedo hablar Hic, tengo la boca llena. – y entonces pensé que moriría, porque nadie puede sonrojarse tanto sin explotar. Seguí con mi trabajo de lamer el miembro de Hiccup envolviéndolo con la lengua y subiendo y bajando con la boca, el parecía rendido, se había vuelto a recostar con la espalda arqueada y soltando de vez en cuando tímidos gemidos. Poco a poco logré que se relajara, había llevado sus manos hasta mi cabello y me acariciaba desde la cabeza hasta la mandíbula.

Nunca antes había hecho algo así, pero parecía que se me daba bien hacer mamadas porque los espasmos en el cuerpo de Hiccup eran cada vez más frecuentes al igual que los jadeos, la presión de sus manos había aumentado y sabia que no aguantaría mucho antes de que...

-Jack... Jack, muévete. –trataba de empujarme pero no lo dejaría, habíamos perdido demasiado tiempo estando separados, lo que más quería era sentirlo tan cerca de mí como fuera posible. –J-Jack, detente... me voy a... -y entonces pasó. Lo sentí correrse dentro de mi boca con un grito que salía de lo más profundo de su interior. Era un sabor extraño, diferente a cualquier otra cosa que haya probado alguna vez, un hilo de semen corría por mi barbilla cuando me levanté para mirarlo. Hiccup estaba agitado y apenas se recuperaba del orgasmo. Sus ojos estaban llorosos y había comenzado a sollozar

Compañeros de camaroteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora