2.

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Capítulo # 2.

La vida es una constante montaña rusa: subidas, bajadas, alegrías y miedos; a unos les dan miedo las montañas rusas por el contrarios otros las disfrutan; y así es la vida. Vívela, gózala que nada te de miedo y si te da ¡Enfréntalo! No vivas la vida por vivirla, pues luego, te arrepentirás de lo que no hiciste o lo que no cumpliste; la vida es un paseo corto, pero hermoso y es para vivirla al máximo.

Lunes, 23 de noviembre de 2015.

12:35.A.M.

Me miré en el espejo de aquel cuarto de baño. No estaba tan mal: Mandíbula cuadrada, rasgos marcados, pero sin exagerar, ojos celeste y mi cabello rubio, se complementaban muy bien a mi vestimenta de "Los hombres de Negro"* como la denominaron los gemelos Aguirre: Collins y August

Hice mis necesidades y sacudí mi polla (no más de dos veces o estaría jugando con ella), subí mi bragueta y salí.

El club era amplio aunque estaba hasta la madre de gente, las luces de colores y la música retumbando, sumándole los murmullos de la gente puede joderte la existencia. A menos que claro, estuvieras pasado de tequilas.

Me abrí paso entre la multitud y me posicioné detrás de una tía con un buen culo, me pegué a ella para que me sienta, no pasaron más de dos minutos cuando se gira y sus labios carmesí me sonríen.

¡Había intentado liarme con la esposa de Watson!

Realicé esfuerzos subhumanos para que la mueca que reprimía no consiguiera escapatoria.

— Hola, guapo— Susurró en mi oído y pude sentir su respiración en mi nuca. Me tensé al sentir su mano bajar a mi centro.

Tocaba, rozaba, apretaba y daba masajes por encima de la tela. Joder. Mi polla reaccionaba rápidamente a ese tacto.

Sí, la tía es la mujer del Watson, pero semejante boca debería de hacer maravillas ¿Cierto?

— Prueba a tu suerte, Cullen—Me tentó mi subconsciente. — Hola— Respondí con voz ronca y juguetona mientras apretaba su voluminoso trasero, pegándola contra mí.

Soltando un jadeo, meneó sus caderas provocando un dolor en mi pija gracias a la excitación. Mire a los lados y podía divisar a los chicos haciendo muecas señalando sus bocas y levantando sus pulgares.

La arrastré camino a los baños públicos, la mujer soltaba gemidos y jadeos exagerados, no me importo, así que entramos a un cubículo; hoy mandaba yo. Sus intentos de besarme, fueron en vano: — Te he dicho que no me beses— Espete con enojo palpable—. No respondió.

Sus manos bajaban desde mi pecho a mi torso y sin esperar más deje mi longitud disponible para ella.

— No traje protección así que limítate a darme placer con tu boca. — Ella asintió perpleja, haciendo lo que le ordenaba.

Sus labios manchaban mi polla de carmesí para luego limpiarlo.

Tome su nuca, para acomodarme en su garganta y embestir con fuerza en su boca.

Una...Tres... Seis...Diez...Quince, embestidas hasta derramarme en su boca, sentí como tragaba sin dificultad alguna y pude ver mis fluidos blancos caer por su boca, la mujer pasó su dedo seductoramente por las comisuras de su boca para luego saborearlo.

Cómo Aman Los Hombres. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora