9.

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Capítulo # 9.

Cuando Ava estaba pequeña en las noches de lluvia, solía entrar en mi cama abrazada a su peluche y a su mantita, yo por mi parte, solo me limitaba a abrazarla mientras ella sollozaba.

Lunes, 14 de diciembre de 2015.

12:20.P.M.

Habíamos llegado a un restaurante italiano, cerca del centro de la cuidad. Amanda durante todo el camino no había parado de soltar preguntas referentes a mí comportamiento en la editorial hacía su asistente: Riley Hamilton.

Por suerte mis respuestas evasivas lograron distraerla hasta llegar a nuestro destino: Antonelli Vernati*, antes de bajar del coche tomé mis guantes de lana y mi abrigo.

Nos encontrábamos en el reservado que habíamos acordado, el mesero esperaba de pie a un lado de la mesa con la clásica vestimenta de Pingüino; corregí mi postura, al tiempo que realizaba mi orden.

— Pasta a la Coselete, por favor.

— Una pasta a la bechamel. —Pidió Amanda.

— Enseguida. — Respondió el mozo, antes de despedirse con un asentimiento de cabeza.

— ¿Por qué debemos casarnos?— Pregunte de la nada una vez me aseguré que estábamos solos.

Amanda puso sus ojos azules como platos, se removió en su asiento, para luego recomponerse tomar un sorbo de agua y tragar sonoramente.

Esperé paciente su respuesta.

Arqueó su ceja izquierda.

Arqueé la mía. Era un reto de miradas. Pero no me ganaría.

A veces para cerrar un negocio debes ser tenaz, sigiloso y persuasivo, tener paciencia y estudiar los movimientos de tu presa, tal como el León.

No, me ganará. No en mí propio juego.

—Yo...—Titubeó —, es decir, tu padre, yo...es lo mejor...

—Amanda... —la interrumpí— di algo coherente, por favor. — Pedí de manera fría.

Aclaró su garganta.

— Es decir...— Comenzó a hablar de nuevo, pero el sonido de mi celular la interrumpió.

Al mirar la pantalla en esta se iluminaba el nombre de Ava junto con su foto.

No dudé en contestarlo.

— ¿Ava?

— Jake...—Susurró en un sollozo.

— Ava, ¿Qué ocurre?— Pregunté alarmado. —Ven—Me pidió alargando la "E", mientras sorbía por la nariz.

Me levanté apresurado y Amanda lo captó todo, asintió para darme a entender que estaba bien, luego de ver mi semblante me hizo un gesto de que seguiríamos luego. Necesitaba irme, así que salí disparado a mi Pent-House.

Al llegar fui directo a la habitación donde Ava se estaba quedando. Era grande pero no tenía ningún "toque" que la identificara, cosa que de seguro no tardará en llegar.

Mi vista viajó a la maraña de pelo rubio que se encontraba a los pies de la cama de dos plazas, mi hermanita de había sentado allí abrazando sus piernas y apoyando su cabeza en ellas provocando que su cabello cayera como una cortina a ambos lados de su cabeza.

Cómo Aman Los Hombres. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora