La vi de nuevo esa mañana.
Hacía frío,
sólo lo supe por la manera en la que frotaba sus manos
y se abrazabas.
Quise abrazarla para que entrara en calor,
pero no podía y,
aunque lo hiciera,
no serviría de nada.
Pero alguien leyó mis pensamientos.
Lo vio y salió a su encuentro.
Se abrazaron
y algo se rompió en mi interior.
No es que hubiese algo que romper,
pero simplemente
dolió.
Subieron al tren juntos.
Más que juntos:
de la mano.
Ella sonreía.
Él tenía una mueca parecida a una sonrisa.
Lo odié,
y lo odié más porque sabía que su sonrisa no duraría mucho.
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Tren perdido
PoetryElla perdía el tren. Todo el tiempo. Y nunca lo encontraba. La vida se le escapó entre los rieles.