T52

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La vi de nuevo esa mañana.

Hacía frío,

sólo lo supe por la manera en la que frotaba sus manos

y se abrazabas.

Quise abrazarla para que entrara en calor,

pero no podía y,

aunque lo hiciera,

no serviría de nada.

Pero alguien leyó mis pensamientos.

Lo vio y salió a su encuentro.

Se abrazaron

y algo se rompió en mi interior.

No es que hubiese algo que romper,

pero simplemente 

dolió.


Subieron al tren juntos.

Más que juntos: 

de la mano.

Ella sonreía.

Él tenía una mueca parecida a una sonrisa.

Lo odié,

y lo odié más porque sabía que su sonrisa no duraría mucho.


Tren perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora