Ese día quise subir al tren con ella, para ver hacia dónde iba.
El chico de el día anterior no estaba,
pero parecía haber algo de esperanza en sus ojos.
No sé por qué seguí haciendo eso,
verla
siendo ella misma,
cuando tenía trabajo que hacer.
De mí depende el ciclo de la vida en la tierra
y me enamoro de una chica en el tren.
¿Lo dije?
Creo que lo dije.
Me enamoré de una chica en el tren.
Vaya estupidez, ni siquiera sabía su nombre.
No sé por qué siempre tomaba una ruta diferente cada mañana.
Era extraño.
Tomó el tren de la ruta T2.
Subí justo detrás de ella,
me senté a su lado.
En todo el trayecto parecía muy nerviosa,
no dejaba de mover sus manos.
Hasta que llegamos a la estación en la que debía bajar.
Su respiración se tornó pesada,
y si yo hubiese tenido una, también la mía se habría acelerado.
Claro, estábamos en el cementerio.
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Tren perdido
PoesíaElla perdía el tren. Todo el tiempo. Y nunca lo encontraba. La vida se le escapó entre los rieles.