IX. Leo.

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Printemps estaba sentada sobre un pasto infinito, al lado de un lago infinito; pero tanta infinidad la hacía sentir tan efímera, tan vacía, tan diminuta.

Infinitamente efímera, infinitamente vacía, infinitamente diminuta.

Se encontraba besando a algún desconocido llamado Leo, un Leo que besaba infinitamente bien, pero aún así, Printemps no sentía nada, no había sonrisa alguna en su rostro.

Besar era algo que a Printemps le encantaba, evidentemente; pero ya no disfrutaba hacerlo.

Y es que ella sabía, que los únicos besos que deseaba, ya los había dado; después de la perfección que sintió, perfectamente oculta tras su máscara de desinterés por todo lo que tenía que ver con tomar decisiones serias, Printemps se dio cuenta de que no sentiría eso besando a nadie más.

Ella fue verdaderamente sensata por primera vez en su vida; se separó de Leo y corriendo a toda prisa, fue en busca de la perfección y de aquel que la hacía sentirla.


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⏰ Última actualización: Nov 28, 2015 ⏰

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Los besos de PrintempsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora