[Capítulo 12]

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(...)

¡6:30! Suena la alarma.

—¡Estúpida alarma, te odio! —me quejo en voz baja.

Me apresuro a entrar al baño, hago mis necesidades y salgo de allí para vestirme. Me cepillo el cabello y me maquillo. Antes de bajar a la cocina me aseguro de llevar en mi bolso el trabajo de Física.

—Aquí estás, bebé —digo cuando abro mi bolso y veo mi hermoso trabajo.

Como mi desayuno y miro el reloj antes de salir, saco mis auriculares y los conecto al celular para emprender mi "viaje" escuchando música. Abro la puerta para salir de casa, durante el camino me la pasé cantando en voz baja.

—¡Al fin he llegado! —digo frente al instituto.

Apuro el paso al entrar, buscando con la mirada a mis amigos. Últimamente siempre los encuentro abrazaditos.

—Hola, amores mío —les digo al acercarme. Nick y Kleys me abrazan formando un abrazo grupal.

—¿Terminaste el trabajo? —pregunta Kleys.

—Sí, ¿y tú? —pregunto.

—Así es, es nuestra salvación —dice riendo.

—Nos vemos en el receso, chicas —dice Nick. Kleys y yo nos despedimos de él e igual nos vamos a nuestro salón de clases.

Ella y yo tomamos asiento y comenzamos a hablar de algunas tonterias.

—Hola, chicas —dice Sean interrumpiéndonos.

—Hola —respondo con poco interés y sin siquiera voltear a verlo.

—Así me gustas —se acerca Sean a mi oído susurrándome esas palabras con un tono de sensualidad.

—¡Ándate, estúpido! —le digo fulminándolo apartándolo de mí.

Y ese estúpido con qué derecho me dice eso, ni siquiera el derecho de la amistad le he dado.

—Hola, Sean. ¿Terminaste el trabajo? —interrumpe Kleys para calmar la tensión.

—Sí, aquí lo tengo—.

—¡Bien! En el receso revisáremos cada trabajo —dice Kleys.

(...)

—Ahí viene Sean —dice Nick.

—Ya se había tardado —digo enojada.

Llevábamos ratos esperando a ese irresponsable.

—¡Hasta que al fin llegas! —dice Kleys.

—Te estábamos esperando —dice Eddy.

—Disculpen la demora, estaba con Laura —dice Sean.

Tremenda excusa para llegar tarde. Merece un aplauso y un ramo de flores.

—Revisáremos el tuyo primero —dice Kleys.

Comenzamos a revisar el trabajo de Eddy hoja por hoja, y estaba todo muy ordenado y bien redactado.

—¡Muy bien, Eddy! —digo sonriéndole.

—Addy, ahora el tuyo —dice Kleys.

Saco del bolso mi trabajo y se lo entrego a Kleys.

—Toma—.

Hicieron el mismo proceso que con el de Eddy. Nick me felicitó por mi trabajo, le había gustado como lo hice.

—¡Me impresionaste, Addy! Después de todo no eres tan vaga —dice Kleys-. Sean, ahora el tuyo —añade.

Sean podía ser un irresponsable, un mujeriego y un grosero, pero su trabajo estaba impecable. Sin duda nos ganaremos la puntuación máxima, o eso espero.

Revisamos todos los trabajos y al final nos dirigimos al salón cuando acabó el receso. Cuando terminamos de ver el trabajo de Sean, éste se retiró para irse con Laura quien hipócritamente lo había venido a buscar a nuestra mesa.

(...)

Estamos esperando nuestro turno para levantarnos a exponer nuestro trabajo. Éramos el grupo 4 e iban por el 2.

El grupo 1 había hecho un buen trabajo, pero la exposición fue un fiasco. Por eso, sacaron 25 de 30; el grupo 2 no había hecho un buen trabajo pero la exposición fue paupérrima, sacaron un 15 de 30; el grupo 3 estaba haciendo una buena exposición y al profesor le había gustado el trabajo que habían hecho, pero lamentablemente dijo que les faltaba algo y que por ello sacaron 29 de 30.

—Grupo 4, adelante —dice el profesor.

Kleys, Sean, Eddy y yo estábamos un poco nerviosos. Primero empecé yo haciendo mi exposición, después siguió Kleys, luego Eddy y por último, Sean.

—El trabajo está bien elaborado, y la exposición muy buena —dice el profesor.

Sean, Kleys, Eddy y yo nos miramos victoriosos y con una sonrisa de oreja a oreja.

—Por ello sacaron la puntuación máxima —prosiguió hablando el profesor.

—¡YEEEEEAAAH! —grité en voz baja.

Todo el esfuerzo valió la pena. Procedimos a sentarnos mientras veíamos como el siguiente grupo tampoco había sacado la máxima puntuación.

Por primera vez me sentía orgullosa de un grupo y ese grupo es nada más y nada menos que mi grupo.

(...)

Había pedido permiso para ir al baño y cuando salía de este para volver al salón sentí unas manos agarrarme bruscamente del brazo; me quejaba mientras intentaba zafarme aún sin ver quién era.

—¿Qué te pasa, estúpido? —dije cuando volteé y vi a la persona.

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¿Quién será esa persona? A se me hace familiar... ¿y a ustedes?

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Adolescente problemática.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora