Aliada

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Me llevaron a los apartamentos del Centro de Entrenamiento, donde dormiría desde ahora hasta que entrara a la arena.Como era de esperar, a los tributos del 5 nos correspondía la quinta planta. Era amplia, con un comedor acogedor y todo tipo de comodidades, y grandes habitaciones privadas para cada uno de los tributos, los mentores, y también una para Elia. En contra de los que habría esperado, me alegré enormemente de que aquella mujer estuviera con nosotros. Con mis dos mentores completamente ausentes, ella era todo lo que tenía en aquel lugar tan extraño para mi. 

La cena que nos sirvieron era apetecible, pero mi estómago se encontraba cerrado, así que me fui a mi cuarto. Al poco rato Elia vino a verme.

- ¿Qué tal estás querida?

- Bien - le respondí.

- Mañana por la mañana empiezan los entrenamientos. ¿Has encontrado ya tu habilidad?

Aquella pregunta me hizo empeorar mi estado de ánimo considerablemente.

- No. Y no sé si la podré encontrar. No tengo ninguna habilidad. Será coser y cantar acabar conmigo en la arena.

- No tienes por qué entrar en el juego duro, en enfrentamientos directos. Hay tributos que han ganado escondiéndose hasta que el resto de tributos hubieron muerto.

Seguro que eso podría hacerlo, aunque la idea no me parecía lo mejor. Suspiré.

- ¿Has pensado en alianzas? 

- No aún.

- Viene bien tener aliados en la arena, sobre todo al inicio.

- Toda alianza debe romperse en algún momento. No quiero arriesgarme a que me traicionen.

- En toda alianza tendrás esa duda. Pero te digo que sería conveniente. ¿Qué tal te llevas con Eric?

- No demasiado bien. De ningún modo formaré alianza con él.

- Solo era una opción. Mañana son los entrenamientos. No desperdicies ni un minuto de tu tiempo. Busca una habilidad, un arma, algo que te ayude en la arena. Pero no te olvides de observar y analizar a cada uno de los tributos. Debemos buscar el aliado perfecto para ti.

No tenía mucha fe en que lo entráramos, pero decidí ser positiva.

- ¿Seguro que no quieres comer nada? Nosotros ya hemos terminado, pero queda una buena porción de un delicioso pastel de frutas.

No me lo pensé dos veces y volvimos al comedor a por el ansiado pastel. En ese momento oí cómo se habría las puertas del ascensor que comunicaba las diferentes plantas.

- ¿Tyen y Cecilia? - pregunté a Elia.

- Están durmiendo - me dijo tan extrañada como yo.

- Voy a ver.

Me levanté de la mesa masticando aún un trozo del pastel y fui a ver quien se acercaba. Me encontré con Finnick Odair, que caminaba tranquilo hacia nuestros apartamentos.

- Vaya... hola chica del 5..._______, ¿verdad?

- Hola Odair - le saludé mientras que recolocaba mi pelo a un lado de mi cuello - ¿Qué haces en esta planta? 

- ¿Cómo? - parecía sorprendido.

- La quinta planta corresponde al distrito 5. - no era difícil de deducir.

- Ah, perdona, la mía es la cuarta, debí de equivocarme al pulsar el botón del ascensor. 

- Eso parece - sonreí. Elia me había enseñado que debía parecer simpática y agradable. Además, con él no parecía costarme demasiado. Ambos nos quedamos callados.

La máscara (Finnick y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora