Cañonazo.
Cañonazo.
Cañonazo.
Todo había ocurrido demasiado rápido. No me había dado tiempo a reaccionar, y aún, tirada en el suelo, intentaba procesar todo lo que había ocurrido. El paracaídas que había llegado con el antídoto para Gala había atraído la atención de los cinco tributos. Todos nos habíamos dirigido allí como mosquitos hacia la luz. Gala y yo, porque necesitábamos el antídoto. El resto, porque sabían que sería el momento perfecto para darnos cazas, débiles y febriles por causa del veneno, y tan desesperadas por salvarnos con el contenido de aquel regalo, que no nos importaría morir por él. Un nuevo baño de sangre que acabaría con los juegos en cuestión de minutos. Unos juegos, que a la vista de los últimos acontecimientos, tenía pocas oportunidades de ganar.
Llegué a la azotea donde había caído el paracaídas casi la última, y permanecí en el descansillo de la escalera sin saber qué hacer. Si entraba, estaría cometiendo un suicidio, pues no tendría nada que hacer en un combate cuerpo a cuerpo contra los profesionales que quedaban. En aquellos momentos acorralaban a Gala con sus armas. Suspiré, sabiendo que en menos de un minuto sonaría un cañonazo por su vida.
Me di cuenta de que el único que no había llegado era Endar, y era extraño, pues según calculé, debía encontrarse en uno de los pisos más altos, y era realmente ágil y rápido. Tendría que estar allí ya.
Y entonces la vi caer. Una granada en el suelo. Había sido lanzada desde mi dirección. Me di la vuelta y me encontré con él. Endar. Eché a correr escaleras, y cuando la explosión tuvo lugar fui arrojada al suelo con fuerza por la onda expansiva.
Cañonazo.
Cañonazo.
Cañonazo.
Me pitaban los oídos, y no podía ver con claridad. No sé cuanto tiempo llevaba tirada en el suelo. Lo único que sabía es que continuaba con vida.
- Finnick... - pronuncié en un susurro.
Ni si quiera supe por que lo había hecho. Imagino que necesitaba decir algo en caso de que fueran mis últimos minutos de vida.
Me incorporé a duras penas y continué bajando, alejándome del muro de escombros que habían taponado la parte de arriba de la escalera. Bajé y bajé, sin encontrar ni rastro de Endar. Me encontraba débil y sin fuerzas, sabía que cuando me encontrara no tendría nada que hacer. Él era cien veces más fuerte que yo, y no había salido tan malherido de la explosión. Si me encontraba directamente con él, no tendría problema para acabar conmigo. Tenía que pensar algo, y tenía que hacerlo ya, pero mi cabeza se encontraba aturdida, y el miedo, por primera vez, me impedía razonar.
Paré en seco. Necesitaba tranquilizarme, o sería un blanco fácil. Tomé aire y respiré profundamente, una y otra vez, hasta que mi estado de ansiedad comenzó a desaparecer. Pero al tiempo que lo hacía, aparecía un fuerte dolor en mi costad, que se hacía más y más intenso. Bajé la mirada hacia mi propio cuerpo. Sonreí, irónicamente. A pesar de que una barra de hierro me había atravesado, sonreí. Levanté mis manos cubiertas en mi propia sangre, que no paraba de brotar de la herida, y me tapé la cara para que nadie en el Capitolio viera mi expresión. Nadie vería el verdadero rostro de la desesperación. La pérdida de sangre hacía mella en mí, y fui cayendo lentamente al suelo, incapaz de sostenerme en pie.
Las manos seguían cubriendo mi cara cuando grité.
- ¡He estado tan cerca! - y estallé en una carcajada de locura.
- Aún te queda un paso por dar - escuché entre mi risa.
Rápidamente me callé y miré a mi alrededor. Endar se encontraba a pocos pasos de mí, con su arma en la mano.
- Termina rápido. No quiero dolor.
- ¿De qué hablas?
- Tienes que matarme.
- No, ________, eres tú la que va a matarme a mi.
- ¿Qué estás diciendo? ¿Acaso no me ves? Estoy muriéndome, es cuestión de tiempo. No alargues esto más, ya no tengo ninguna posibilidad.
- Tienes una - y tiró su arma a mis pies.
- ¿Qué...?
Estaba horriblemente confundida, y no daba crédito a lo que veía. Andar, mi aliado, se arrodillaba junto a mi.
- Tendrás que matarme, yo no tengo valor para hacerlo solo. Siento tener que manchar tus manos de sangre.
- ¿Por qué...?
- Porque me he convertido en todo lo que no quería ser. Todo lo que odiaba y detestaba. Ahora no soy más que un cruel cazador, _____. Igual que el que mató a mi hermano. Pero no hay modo alguno de que te mate a ti también. Tú eres la que tienes que salir de aquí, porque podrás seguir con tu vida a pesar de lo que has vivido. Serás capaz de olvidar y seguir adelante. Si soy yo el que salgo, no tendrá sentido. Yo no quiero vivir, no quiero ser en lo que me he convertido.
- Yo no...
- Te queda muy poco de vida, _____. Si no lo haces ya, no dará tiempo a que te sanen. O te salvas tú, o morimos los dos. Y sé que quieres vivir. Eres el tipo de persona que daría todo por seguir viviendo. Así que hazlo ya.
- Endar... muchas gracias. Nunca en mi vida podré olvidar esto, jamás podré olvidarte. Y quiero que sepas que no eres un cazador, eres un ángel. Me has salvado y por siempre estaré en deuda contigo. Lo siento - susurré en su oído mientras que clavaba el puñal en su cuello - Descansa en paz, no hay nada de lo que debas arrepentirte.
Cañonazo.
Lloré mientras que sus cuerpo se escurría entre mis brazos y caía sin vida en el suelo. Maldije al Capitolio y a sus juegos. Pero más que a nadie, me maldije a mí. Me maldije porque había matado a mi aliado, había acabado con alguien que había dado su vida por mí. Pero sin embargo no podía evitar sentirme feliz, afortunada, aliviada porque viviría. Y me maldecía por ello.
![](https://img.wattpad.com/cover/55754335-288-k0fc18c.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La máscara (Finnick y tú)
FanfictionEsta vez, la historia gira en torno a otro personaje: ____Redfox. Entrará a formar parte de la historia como tributo del distrito 5 de los 73º Juegos del Hambre. Intentará desesperadamente salir con vida de los juegos, y por el camino conocerá a per...