Entrenamientos

913 76 6
                                    

Los entrenamientos iban dando frutos. Con ayuda de Gala, conseguí realizar la prueba de escalada en menos de veinte segundos, con tan solo unos segundos más que ella. Me enorgullecía, más pensando que la primera vez que lo intenté, me caí cuando no había subido más de un metro. Sin embargo, aún no había encontrado un arma con la que estuviera suficientemente cómoda, y mis días se acababan. Casi sin darme cuenta, habían pasado los primeros cinco días de entrenamiento. Aunque el tiempo a veces variaba, calculé que tendría entre cinco a siete días más.

Cuando los tributos terminábamos el entrenamiento, comíamos todos juntos. Elia me había advertido que era un buen momento para conocer a mis adversarios. En esos ratos conocí a Endar, del distrito 10. Era quizá el mayor de todos nosotros. Era alto, fuerte y con habilidad para las armas. Habría cabido esperar que se uniera con los profesionales, pero nada más lejos de la realidad. Procuraba mantenerse lo más alejado de ellos. No creo que hubiera cruzado una palabra en todo el tiempo que habíamos estado en el Capitolio. Intuía que una vez que estuviéramos en la arena, sería el primero al que dieran caza, pues hasta ahora era la mayor amenaza para ellos. Por el contrario, el que parecía haberse aliado era Eric, mi compañero de distrito. Me sonaba su cara, pero no recordaba haber coincidido mucho con él en el distrito. Ni si quiera sabía su nombre hasta el día de la Cosecha. Sinceramente, vista nuestra relación, me daba igual que hubiera buscado apoyo en tributos de otros distritos. Lo único que temía es que nuestra mala relación le llevara a él y al resto de su grupo a ser uno de sus primeros objetivos en la arena.

Cuando la hora de la comida dio comienzo, me senté en la mesa junto a Gala y Endar. Había que admitir que la comida era lo mejor de aquellos estúpidos juegos.

- Esta tarde el entrenamiento será supervisado por los mentores. - nos dijo Gala.

- ¿En serio?

- Me lo ha dicho Finnick.

- ¿Finnick Odair es tu mentor? - le preguntó Endar.

- Sí - afirmó.

- Por lo que a mí respecta, será otro entrenamiento corriente.

- Mi mentor tampoco parece involucrarse mucho conmigo, si te sirve de ayuda. Creo que me dan por muerto por ser de los distritos más pobres - dijo Endar.

- Eso no tiene sentido - debatí - Entendería que lo pensaran de mí. Pero tú eres fuerte, tienes posibilidades.

- No deben pensar lo mismo. ¿Qué dices tú gala? ¿Odair se preocupa por ti?

- No es mal mentor. Parece preocuparse por mis entrenamientos. Además, creo que conseguirá bastantes patrocinadores.

Durante el resto de la comida comentamos lo que pensábamos lo que pensábamos del resto de los tributos. Pero todo quedaba bastante reducido: Aaron y Chloe (distrito 1) habían formado equipo con Marvel y Judith (distrito 2), Eric, Claston y Johanna (distrito 6), y Willow (distrito 3).. El compañero de Gala, Jordan, parecía tener afinidad con Johanna (distrito 3). Por último, estábamos nosotros. La otra mitad de tributos no habían mostrado tener predilecciones.

La campana que anunciaba el fin del tiempo de la comida y la vuelta al entrenamiento sonó. Todos los tributos volvimos al gimnasio. Endar se acercó a mí.

- Vamos a las salas de las armas.

- ¿Qué?

- Te enseñaré a manejar alguna. Sé que te preocupa.

- Sí, pero... ¿crees que es el mejor momento? Los mentores van a supervisarnos.

- Si no lo haces hoy por eso, mañana tampoco lo harás por cualquier otra cosa.

- Tal vez lleves razón.

- Tal vez sí - sonrió.

Claro que la llevamos. No había olvidado que todos nosotros íbamos a ir a los juegos. Y los entrenamientos eran una gran ayuda para mejorar nuestras capacidades, pero también para observar a los demás, tal y como estaba haciendo yo. Y apostaba una mano a que no era la única. Cualquiera con intención de sobrevivir lo hacía. Nos espiábamos mientras entrenándonos, captando los puntos débiles y fuertes de cada uno.

Yo nunca había luchado, y no sabía si se me daría bien. Las paredes de las salas de entrenamiento eran de cristales, y quedabas a la vista de todos los demás tributos. Yo no quería que me vieran combatir. Si se me daba mal y lo veían, sabrían que era un objetivo fácil, y no tendrían miedo a venir a por mí cuando estuviéramos en la arena. Por no hablar de Endar. Aunque se había mostrado confidente y amigable y seremos aliados en la arena, en algún momento tendremos que matarnos entre nosotros. Y no quería que supiera si lo iba a tener fácil.

¿Qué iba a hacer? No podía atrasarlo. Suspiré y fui resignada a una de las salas específicas para combate. Entramos. Teníamos todas las opciones.

Comenzamos con las lanzas. Endar me enseñó la manera de lanzarlas para conseguir un mejor tiro. No resulté del todo mala con ellas. Se me daba bastante bien la verdad. Unos hologramas de adversarios aparecieron ante nosotros. Acabé con bastante de ellos, y pasó bastante tiempo hasta que la lanza de uno consiguió alcanzarme. Me asusté y mi respiración se cortó. Pero no noté nada obviamente. Continué respirando.

- Tan solo es un juego, tranquila. No te harán daño de verdad.

Miré por el rabillo del ojo y vi que los mentores ya habían llegado.

- ¿Probamos con la espada? - sugirió. Tomó una y me la tendió - Está estará bien para ti, es bastante ligera. Podrás manejarla.

Nos colocamos uno en frente del otro, con cierta distancia entre nosotros. Endar me fue explicando como tenía que colocarme y practicamos unas cuantas cintas. Aunque no tenía mucha mucha potencia a la hora de atacar, sí que me mostraba hábil a la hora de placar los intentos de Endar y escapar de ellos antes de que su fuerza me impidiera seguir respondiendo.

La puerta de la sala se abrió. En la sala entró Finnick Odair, con su habitual sonrisa.

- Hola chica del 5 - me saludó.

- Tengo nombre - le dije.

- _____, no lo he olvidado - me respondió. - ¿Qué tal te están yendo los entrenamientos?

- Bastante bien, gracias.

Su vista fue a parar en Endar.

- ¿Nos dejas un rato a solas? - le pidió.

Me sorprendí. ¿Qué era lo que quería? Finnick ni si quiera era mi mentor.

- Claro - respondió. Vi que se encontraba tan extrañado como yo. - Te veo luego - se despidió.

Cuando se marchó, Finnick cogió un tridente que descansaba en la mesa de armas.

- Veamos cómo te defiendes.

Sin darme casi tiempo para reaccionar, alzó su tridente y fue directamente hacia mí. Casi instintivamente logré detener el ataque con mi espada. Volvió a atacar. Iba esquivando sus golpes como podía, perdiendo terreno segundo a segundo, acabando por acorralarme contra la pared. Su tridente rozaba mi pecho.

- Estás muerta, pececilla.

Aparté su tridente con mala cara. ¿Para qué hacía aquello? ¿Quería mostrar que Gala era más fuerte que yo? Avancé hacia la salida. Me agarró de la cintura y sentí su cuerpo pegado al mío.

- Siempre esquivas, por eso es por lo que me ha sido tan fácil ganarte - me susurró al oído. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

- Ayúdame a enfrentarme entonces.

- Lo haré.

Se dio la vuelta, me dio beso en la frente y se marchó. El resto de tributos me miraban perplejos desde los cristales.

La máscara (Finnick y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora